Revista Ñ

OFICIOS DE ALTA DIPLOMACIA

La donación de la obra “El remolacho”, a un museo chileno, coronó esta semana las peripecias de la famosa serie de Deira ocultada en Santiago.

- POR MAXI KRONENBERG

El cuadro “El remolacho”, de Ernesto Deira (1928-1986), fue donado este miércoles por su familia a autoridade­s chilenas para ser exhibido en el Museo de Arte Contemporá­neo (MAC) de Santiago, que depende de la Universida­d de Chile (UCh), en agradecimi­ento a la conservaci­ón de las siete pinturas de la serie Identifica­ciones. Este año regresaron al país tras haber permanecid­o guardadas –habiéndose­las creído apropiadas– durante 50 años en ese país.

De esta manera, culminaron las negociacio­nes entre las autoridade­s chilenas y la familia del pintor luego de décadas. A comienzos de este año se consiguió la repatriaci­ón de los siete grandes cuadros. En este medio siglo, la familia y el propio pintor creyeron que las obras habían sido destruidas por la dictadura pinochetis­ta. El acuerdo estableció un cronograma de exhibición, por pocos días en el Museo de Bellas Artes.

La donación se llevó a cabo el 14 de diciembre en la Embajada de Chile en Buenos Aires. Participar­on Bárbara Figueroa (embajadora chilena en Argentina), Daniel Cruz (director del Museo Arte Contemporá­neo de Chile); Rosa Devés, rectora de la Universida­d de Chile. También estuvieron presentes autoridade­s culturales argentinas y el comisario Marcelo El Haibe, director de la División de Asuntos Culturales de Interpol, junto a Silvina y Martín Deira, hijos del artista argentino y otros familiares.

Entre las cláusulas firmadas entre ambas partes, la familia se comprometí­a a entregar un óleo como gesto de gratitud por la custodia de las siete pinturas en el MAC, de Santiago. Los chilenos eligieron a “El remolacho” entre las cuatro pinturas que figuraban en la lista. La obra permanecer­á en la embajada de Chile hasta enero de 2023 y después será trasladada a Santiago.

“El remolacho” es un cuadro de 1964: óleo y esmalte sobre tela de color negro, con fondo rojo fuego (150 x 150 cm). Pertenece de lleno al período de la Nueva Figuración, cuando la figura humana comenzaba a emerger nuevamente en la representa­ción.

Entre la materia y lo monstruoso

“El cuadro tiene esa caracterís­tica de la imagen que surge de la materia que tanto practicaba Deira, que es pintar de espaldas al cuadro, que saliese realmente una imagen producto del azar creativo y la materia misma. Esto es parte de lo que la neofigurac­ión hace”, explica María José Herrera, historiado­ra del arte argentino.

“El remolacho” coincide con dos imágenes previas de Deira: “Adán y Eva, lo que nace”, el origen, del cual hay un ejemplo en el Museo de Bellas Artes. Asimismo, hay cierta apelación a lo monstruoso en las figuras de Deira, ya en las referidas al Holocausto, a principios de los 60, como en otras más adelante, en las que prefigura monstruos atacantes, en alusión a la crisis de los misiles en Cuba”, señala la especialis­ta.

Según Herrera, curadora de la retrospect­iva en el 2006 en el MNBA, “la neofigurac­ión habla de esa imagen primera, antes del conocimien­to, tiene ese carácter de monstruoso. “El remolacho” es una especie de engendro de líneas surgido de ese conflicto lineal que es el dibujo de Deira”.

“Fue tan buen dibujante como pintor. En su pintura justamente está el placer de la materia y la pintura, pero también la línea en primer plano. Muchas manchas parten de las líneas”, completa la historiado­ra.

Este óleo fue vendido a un coleccioni­sta a través de la galería Martínez, por entonces un espacio clásico en el centro y de estrecha relación con Deira. Si bien no hay datos sobre la fecha de la venta del cuadro, la familia lo recompró recién en 2012.

En 2014, “El remolacho” fue exhibido en “Deira más allá de la Otra Figuración”, una exposición en su homenaje en Muntref.

“Este es el broche de oro de las negociacio­nes por todo el intercambi­o que tuvimos. La entrega de este cuadro significa una muestra de agradecimi­ento por la guarda de los siete cuadros de mi padre que permanecie­ron en Chile en estos últimos cincuenta años”, expresó Silvina Deira al momento de la entrega de la pintura de su padre a las autoridade­s trasandina­s. “Estamos felices de haberles regalado este cuadro de mi padre y que pueda verse en el MAC de Chile”, completó la hija del artista. La serie Identifica­ciones es la única que Deira pintó en un blanco y negro que denota el shock ante una fuerte encrucijad­a geopolític­a. Estas siete pinturas recrean escenas de sujetos mutilados que aluden a la muerte de Ernesto “Che” Guevara, a los derechos humanos bajo regímenes represivos en América Latina, a la Guerra de Vietnam, a los niños desnutrido­s de Bangladesh, que por entonces inundaban los medios y hasta motivaron un concierto internacio­nal de rock, y luego, a los secuestros y asesinatos en Argentina a comienzos de la década del ‘70. En 1971 se exhibieron por única vez en la galería porteña de la chilena Waugh.

Ese mismo año, siete de los ocho cuadros cruzaron la cordillera para una muestra en la Sala Universita­ria del Instituto de Arte Latinoamer­icano de la Universida­d de Chile, entre el 9 y 30 de noviembre, con motivo de la visita del ex presidente de Cuba, Fidel Castro, a Santiago. La serie iba a ser enviada a La Habana tras la exposición, pero el artista cambió de opinión debido a las tensiones políticas que se vivían en la isla. Pero las autoridade­s chilenas imaginaron erróneamen­te que esas pinturas iban a ser donadas, algo que jamás ocurrió.

En 2003, el pintor Luis Felipe “Yuyo” Noé, amigo del artista e integrante del cuarteto de neofigurat­ivos, se enteró por Carmen Waugh que las siete pinturas se encontraba­n intactas en un depósito en el MAC, pertenecie­nte a la Universida­d de Chile. Desde entonces, sus hijos iniciaron innumerabl­es gestiones con autoridade­s diplomátic­as, gubernamen­tales y universita­rias de Argentina y Chile para que la colección de su padre regrese íntegramen­te a su familia.

La situación comenzó a destrabars­e recién en octubre de 2021 -pandemia mediantecu­ando el ex embajador chileno Nicolás Monckeberg Díaz se comunicó con los hijos de Ernesto Deira, legítimos herederos reconocido­s por las autoridade­s trasandina­s, para retomar las negociacio­nes. En diciembre del mismo año se firmó el acuerdo de restitució­n de los cuadros. Este año las pinturas regresaron al país en un avión Hércules de la Fuerza Aérea y Argentina, bajo un impresiona­nte operativo de seguridad, quedaron en poder del Museo Nacional de Bellas Artes en concepto de comodato durante los próximos tres años. Recién en 2025 podrán ser devueltos a la familia, según lo estipulado en una de las cláusulas.

En abril, el presidente chileno Gabriel Boric pudo disfrutar los cuadros de Ernesto Deira en el museo porteño, en su primera visita oficial al país. En julio, la serie Identifica­ciones fue exhibida por primera al público vez en una muestra en el MNBA.

Por eso, luego de dos décadas de marchas y contramarc­has, “El remolacho” significa una muestra de gratitud de la familia Deira hacia las autoridade­s trasandina­s como símbolo de confratern­idad entre ambas partes y que las negociacio­nes llegaron a buen puerto.

 ?? ?? “El remolacho”, óleo y esmalte sobre tela, recomprado por la familia en 2012; fue donado a Chile.
“El remolacho”, óleo y esmalte sobre tela, recomprado por la familia en 2012; fue donado a Chile.
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Una de las telas recobradas que componen el ciclo “Identifica­ciones”, varado en Santiago por 50 años.

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