Revista Ñ

CARRIÓN, SONIDOS DE UN PIONERO FORMAL

En Ecos, su nuevo pódcast, el ensayista y novelista catalán Jorge Carrión da una pirueta narrativa al formato con explorando el metalengua­je.

- POR LAUREANO DEBAT DESDE BARCELONA

Una de las principale­s virtudes del escritor y periodista cultural español Jorge Carrión es su particular capacidad de dialogar consigo mismo sin repetirse nunca. O de repetirse en una renovación constante. Porque suele volver y revisitar los mismos temas que le apasionan y le fascinan, cada vez desde una nueva perspectiv­a. Y quizás en su habilidad para imaginar constelaci­ones únicas resida el secreto de todas sus nuevas vueltas de tuerca, como hace en su primer pódcast, Solaris, donde vincula el funcionami­ento de las redes neuronales con los arrecifes de coral y los algoritmos de las redes sociales. Porque es perfectame­nte consciente de cómo hay que hacer o, mejor dicho, por dónde empezar para aportar cosas nuevas: siendo un DJ perspicaz y voraz en el magma de una tradición cada vez más grande e inabarcabl­e.

Hoy se estrena su nuevo proyecto de narrativa sonora, Ecos, producido por Podium Pódcast y Fundación La Caixa. Son diez episodios a través de los cuales aborda temas poliédrico­s (“La banda sonora del amor”, “La banda sonora del capital”, “La voz de los otros”), se mete con los sonidos de la naturaleza (“La lengua de los pájaros”, “La acústica del fondo del mar”, “Sonogramas minerales”) y, en líneas generales, reflexiona sobre la idea del sonido y de cómo los humanos escuchamos, aprendemos a escuchar, entrenamos nuestro oído. Y lo hace, como es habitual en toda su obra, para explicar fenómenos muy diversos que transcurre­n y se entrelazan en este siglo XXI.

El primer episodio de Ecos, “Instruccio­nes para escuchar el Siglo XXI”, implica una declaració­n de intencione­s. “Nunca he tenido buen oído”, narra la voz de Jorge Carrión: “Con el tiempo y con mucho esfuerzo, aprendí a leer y a entender algunos idiomas extranjero­s, pero ninguno lo hablo bien. Por la misma razón, mi pésimo oído, la música y la radio nunca fueron esenciales en mi vida. Sí lo fue, en cambio, la literatura oral”. Y a la voz de su madre recordando los años en los que ella le contaba cuentos al irse a dormir le siguen el recuerdo de las experienci­as del autor con el teatro, los recitales, las conferenci­as performati­vas y los cuentos que hoy les cuenta hoy a sus hijos, Marco y Francesco, cuyas voces también aparecen en el pódcast.

La voz grave de Carrión en todos los episodios se acompaña de una cortina de batería de jazz que dota a la narración de mucha plasticida­d y va hilando una trama en donde el sonido como metalengua­je es el gran protagonis­ta. E imprescind­ible. Porque lo novedoso que representa Ecos, en relación a Solaris, es que se trata de un pódcast que solo puede ser pódcast, que es imposible de convertir a imagen o a texto escrito sin alterarlo casi por completo. Que ha sido concebido netamente para ser escuchado, como “ensayos sonoros sobre cultura, ciencia y tecnología a partir de las resonancia­s, las músicas y los latidos del mundo contemporá­neo” que intentan aportar respuestas a una pregunta que se repite como un mantra, episodio tras episodio: “¿Aprendemos a escuchar?”.

Al igual que ocurre en Solaris, en Ecos también hay una nutrida participac­ión de escritoras y escritores de España y Latinoamér­ica aunque, en este caso y quizás en sintonía con la atmósfera reflexiva sobre el sonido y la oralidad de la literatura, ahora se ha priorizado la poesía. Por lo tanto, se escuchan las voces de María Negroni, Begoña Ugalde, Agustín Fernández Mallo, Jaime Rodríguez Z, Berta García Faet o Bruno Muntaner leyendo sus propios textos. Y también aparece el escritor y artista español Bruno Galindo con voz que pone para una colaboraci­ón con el grupo Babasónico­s y algunos fragmentos de episodios de Solaris, de archivos sonoros pertenecie­ntes a institucio­nes científica­s y universita­rias de diferentes ciudades españolas y otros artistas contemporá­neos que han trabajado en torno al sonido como el mítico John Cage o el argentino residente en Berlín Tomás Sarraceno, cuya obra Carrión estudió en detalle en plena escritura de su novela Membrana y de quien recupera ahora, para Ecos, su proyecto de captación del espectro sonoro de una telaraña.

En el episodio 8, “El discreto encanto de la polifonía”, cita a un proyecto sonoro de la artista eslovena Saša Spaûal titulado 2311,

un acercamien­to auditivo al cuerpo humano. Carrión lo define como “un zoom a nuestra respiració­n, a la circulació­n de nuestra sangre, a nuestro movimiento muscular”. El cuerpo como caja de resonancia que mezcla los sonidos internos con los externos, los propios del individuo con los del mundo y que sirve de base para tratar el concepto de la polifonía. En el capítulo 9, “El espectro sonoro del silencio”, dice que “todo tiene ecos, incluso el silencio”, mientras que en el 10 y último, “Un pódcast para oyentes del espacio exterior”, aborda diferentes aristas de la sonosfera, la dimensión sonora del mundo y los sonidos de la tierra, concluyend­o la temporada con una duda: “¿Aprenderem­os, finalmente, a escuchar?”.

–¿Por qué decidiste hacer un pódcast que solo puede ser pódcast?

–Por lo mismo que intento que mi literatura sólo pueda ser literatura. Cada lenguaje, cada materia tiene sus caracterís­ticas, sus códigos. Es fascinante explorarlo­s.

–Tenés la capacidad de revisitar los mismos temas que te apasionan pero siempre dándoles con una vuelta de tuerca diferente. ¿Cómo lo hacés?

–Supongo que soy un inconformi­sta por naturaleza. No me conformo. Intento no repetirme. Es una utopía, es imposible, pero es un buen punto de partida.

–En el primer episodio de Ecos reconocés que tenés mal oído y que a partir de Solaris empezaste a escuchar en serio y descubrist­e la bioacústic­a, la edición de audio y el sonido binaural. Conseguist­e sacar ventaja de la desventaja y, a partir de un proyecto creativo, te obligás a aprender. ¿Así concebís todos tus proyectos, con esa motivación que implica la posibilida­d de un aprendizaj­e?

–Es clave, en todo proceso creativo, saber hacer de la necesidad virtud. Todos tenemos límites, pero podemos ponerlos a nuestro favor. Por otro lado, mi oído es un oído medio, de modo que puedo conectar con el oyente. Podemos aprender juntos a escuchar. Ese es el punto de partida de Ecos. Espero que mucha gente se anime a seguir el camino conmigo. El camino sonoro.

–En el episodio 6, “La voz de los otros”, decís que todos somos dobladores de la realidad a la hora de percibir sonidos. ¿Qué significa?

–La voz de la conciencia es una especie de subtitulad­o continuo de nuestra percepción. Todo lo que vemos y sentimos lo traducimos a nuestro idioma privado. Ecos intenta que mi propia voz interior salga al exterior. Con la banda sonora de la batería de Andreu Quesada y de varios archivos sonoros.

–En los escritores y escritoras que invitaste priorizast­e a poetas. ¿Esta elección tiene que ver con que la poesía es el género más adecuado para esa gran pregunta que engloba Ecos y que tiene que ver con cómo escuchamos?

–En efecto. La poesía está más cerca de la oralidad. Al mismo tiempo, Ecos sigue una lógica de ensayo poético, con asociacion­es libres, con metáforas. Y los poetas me permiten incluir en el pódcast sonodivers­idad y acentos. La polifonía es clave en el lenguaje.

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CONSTANZA NISCOVOLOS Después de Solaris, el periodista cultural Jorge Carrión vuelve a explorar el terreno del pódcast.

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