Ese generador de incertidumbres
Retrospectiva. En un ciclo dedicado a Jonathan Perel, se estrena Camuflaje, un documental que explora la memoria oscura de Campo de Mayo.
La última dictadura militar fue un punto neurálgico para el cine argentino reciente: hubo una avalancha de films, documentales y de ficción, que año tras año volvían obsesivamente sobre los mecanismos de la desaparición, la represión cultural o la instalación de un nuevo plan económico. Esa tradición empieza con Los rubios
(2003), de Albertina Carri, y tiempo y películas después se prolonga y reinventa en la filmografía de Jonathan Perel.
Perel, de quien se estrena su último film, Camuflaje, en el marco de una retrospectiva suya, entiende el documental como un dispositivo generador de incertidumbres antes que un púlpito desde el cual se imparten certezas. El cine de Perel no sabe nada con seguridad, excepto que la dictadura, como cualquier proceso político y social, fue muchas cosas a la vez, demasiadas, un magma que desborda el entendimiento.
Así procede Camuflaje, surgida de una idea que Félix Bruzzone le llevó al director. La anécdota es ya conocida: Bruzzone, hijo de desaparecidos, escritor, se muda en 2006 a unas cuadras del predio de Campo de Mayo. Poco tiempo después se entera de que su madre estuvo detenida en ese lugar. La información lanza a Bruzzone a una carrera creativa que empieza con Campo de Mayo, la obra de Lola Arias que se apropia del formato de la conferencia; sigue después con una novela del mismo título; y continúa ahora con Camuflaje, que retoma aspectos de libro pero los reinscribe en el horizonte del documental.
Como casi todo el cine de Perel, su último film gira en torno a los espacios. En este caso, el asunto gravita alrededor de un espacio cuya extensión y misterio lo hace casi inabordable: ¿cómo trazar un mapa de un predio aparentemente inagotable, cuya guarnición militar fue uno de los centros de detención durante la dictadura? Una cartografía semejante no puede sino tener algo de alucinada.
Cada testimonio revela alguna de las muchas caras de Campo de Mayo, como si un entorno así, marcado por el horror de las desapariciones y cubierto por el velo de secretismo que rodea a las instituciones militares, no pudiera sino ser pensado de manera fragmentaria e inacabada. La constatación de la resistencia cognoscible que ofrece el lugar, y el trabajo a partir de esos límites, distingue a Camuflaje y al cine de Perel del resto de los films sobre la última dictadura que solo entienden de certezas y consignas automáticas que adelgazan y empobrecen lo real.
El debut en el largo de Perel ya anunciaba sus intereses futuros. El predio (2010) consiste en un recorrido por la exEsma y en la inspección de sus edificios, rincones, ruinas y actividades del centro cultural que funciona dentro.
Esa mirada oblicua se prolonga después en varios cortos y largos. 17 monumentos
(2012) realiza planos fijos de centros de detención reconvertidos en espacios de memoria. La duración de los planos y la ausencia casi total de información acaban enrareciendo las imágenes y blindándolas contra cualquier tipo de oficialidad discursiva.
Tabula rasa (2013) continúa con el proyecto topográfico de Perel, pero introduciendo una transformación: el film documental la demolición de una zona de la exEsma. Si El predio podía ser vista como una película de fantasmas, Tabula rasa filma la destrucción vertiginosa de un entorno y la consiguiente pérdida de un mundo y de los restos de un pasado.
Otra transformación, aunque ahora temporal, es el centro atractor de Toponimia (2015), tal vez la película en la que Perel más se aproxima al documental arquitectónico. Toponimia inspecciona los documentos y planos destinados a levantar pequeños pueblos en Tucumán durante el Operativo Independencia, con el que el gobierno de Estela Martínez de Perón buscaba acorralar y debilitar a los grupos guerrilleros radicados de la zona, especialmente al ERP.
El procedimiento dominante del film es el contraste: Perel presenta materiales oficiales y luego viaja a cada uno de esos pueblitos para documentar la vida cotidiana de los habitantes. En cada uno de esos asentamientos con nombres de militares, la película encuentra un palimpsesto de proyectos políticos y estéticos.
Breve, minimalista, 5-T-2 Ushuaia (2016) muestra qué forma adopta el cine de Perel aplicado a objetos en vez de a espacios. El corto, de apenas cuatro minutos, filma tres aviones Electra en los que se realizaron vuelos de la muerte.
Cruzando los códigos del documental con los del cine negro, Responsabilidad empresarial (2020) supone un desvío en la filmografía de Perel. Esta vez, el director se traslada hasta las sedes de empresas responsables de crímenes durante la dictadura y lee en voz alta fragmentos de los cargos documentados en un informe oficial del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. La premisa vuelve a la película el trabajo más oficial de Perel, pero la lectura realizada por el propio director, en directo y de manera furtiva, además de los temblores, las inseguridades, los apuros y las pausas de la voz, le imprimen al conjunto un leve aire de film noir, que trasciende las severidades del discurso institucional.
Camuflaje reinventa en parte la filmografía previa articulando documental con ficción tomando como centro la figura de Bruzzone, que habla poco, pregunta solo lo justo y mira hacia el off con el gesto de un actor clásico. Ese registro anfibio y oscilante tal vez sea la única forma de acercarse a Campo de Mayo; al mismo tiempo, el trazado de estas topografías enloquecidas, de estos mapas intransitables, posiblemente sean el único camino para empezar a horadar la ambigüedad sorda que resiste en el espanto del pasado.
Camuflaje
Dirección: Jonathan Perel.
Lugar: Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Avda. Corrientes 1530).
Fecha: a partir del jueves 23 de marzo.
Entrada general: $900. Estudiantes/jubilados $500.