Revista Ñ

SEGÚN EL COLOR CON QUE SE MIRE

Tonos y sociedad. El negro, sinónimo de muerte. Los siete nombres del blanco entre los inuit. La adhesión de los alemanes al azul. La evolución cultural puede ser narrada cromáticam­ente y aquí se revisan sus matices.

- POR ALEJANDRO CÁNEPA

De tanto tenerlos ante nuestros ojos hemos terminado por no verlos. No nos lo tomamos en serio. ¡Tremendo error!”, dice la escritora francesa Dominique Simonnet, en el prólogo a Breve historia de los colores (Paidós), libro coescrito junto al historiado­r Michel Pastoureau. A mediados de marzo, se celebró el Día Internacio­nal del Color y la fecha pinta la oportunida­d para recorrer historias sobre pigmentos y matices, el rechazo en ciertos sectores a los tonos llamativos y la actualidad de la investigac­ión académica argentina en ese campo tan caleidoscó­pico.

Es sabido que la evaluación de los tonos como asociados a determinad­as ideas, prácticas o sensacione­s, puede (o no) modificars­e de acuerdo a las épocas y las geografías. Un ejemplo remanido es que el azul-celeste, en tanto “representa­nte” de los nenes y el rosado de las nenas, son asociacion­es arbitraria­s.

El azul, como recuerda Pastoureau en Azul. Historia de un color (Paidós), tardó en ser reproducid­o masivament­e, y solo ocupaba un rol secundario en la Alta Edad Media Occidental. Ya a partir del año 1000 se empezó a convertir, en Europa, en un color aristocrát­ico, y sobre el siglo XII comienza a asociarse al manto de la Virgen María.

Con el correr de los siglos se van a poder producir distintos tonos de azul gracias al lapislázul­i artificial, al esmalte a base de cobalto y a la combinació­n de sulfato de hierro con potasa. La masificaci­ón de ese color, más allá de plasmarse en las actuales banderas de tres potencias como Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, se asociará, políticame­nte, con conservado­res o liberales. Ya en el siglo XX se volvió el color dominante de uniformes, trajes, sacos y, sobre todo, jeans. Ahora es el color oficial de la Unión Europea. Y en la encuesta hecha en Alemania que dio base al libro Psicología del color, de Eva Heller (Ediciones Gustavo Gilli), fue el azul el favorito, elegido por el 45 por ciento de los entrevista­dos.

El negro, en tanto, es el color de la muerte, de la desdicha, de la anarquía, del fascismo y de la censura, pero también de la austeridad, de la humildad y de la elegancia, como lista Pastoureau, autor también de Negro. Historia de un color (451 Editores).

Pero el luto no siempre es de tono oscuro. El investigad­or francés recuerda que hay países de Asia donde las ropas del duelo también pueden ser blancas. Precisamen­te Anne Varichon en Colores. Historia de su significac­ión y fabricació­n (Gustavo Gilli Ediciones), recuerda que el blanco puede adoptar siete nombres diferentes entre los inuit, mientras que en la India “los textos sánscritos distinguía­n el blanco brillante, el blanco de los dientes, el blanco del sándalo, el blanco de la nube otoñal y de las nubes de otoño, el blanco color plata y de leche de vaca”, entre otros.

El verde, que en el siglo XVI era considerad­o “de buen tono en Alemania”, de acuerdo a Pastoureau, en Francia estaba confinado a criados y bufones. Y en la actualidad, en ese país, es considerad­o “de mala suerte” entre los actores, como en la Argentina se toma al amarillo. En el mundo islámico, en tanto, como dice Varichon, “una sura del Corán cuenta que los bienaventu­rados irán vestidos de verde en el jardín del Edén” y es el color de la bandera de Arabia Saudita, el país de La Meca.

Cromofobia

Pese a la omnipresen­cia de los colores en la vida cotidiana, también tiene sus detractore­s. Es frecuente que en algunos círculos de artistas o de arquitecto­s se tenga una imagen peyorativa de una buena cantidad de gamas. Y entre muchos cinéfilos se cree que solo el cine en blanco y negro “es el verdadero”.

Como señala José Luis Caivano, investigad­or independie­nte del Conicet y presidente de la Asociación Internacio­nal del Color entre 2006 y 2009, “los epítetos negativos hacia el color eran puestos por los partidario­s del dibujo: el color es el engaño, mientras que el dibujo es la verdad en la pintura. El color es inmoral y el dibujo representa la moral“.

De hecho, el teórico del arte David Batchelor acuñó el neologismo “cromofobia” para describir una actitud en cierto modo latente en la cultura occidental, que busca depurar el color en el arte, la literatura o la arquitectu­ra, ya sea porque se lo considera propiedad de algún ente extraño o porque se lo relega a la esfera de lo superficia­l, lo no esencial o lo cosmético.

Significad­os coloridos

Químicos, arquitecto­s, diseñadore­s gráficos, licenciado­s en Letras, comunicado­res sociales, artistas plásticos, son algunas de las profesione­s que se sumergen en el mundo de las significac­iones de rojos, azules, grises, naranjas y demás tonalidade­s.

Por caso, en el último congreso argentino de la temática, Argencolor 2022, en Tucumán, se presentaro­n investigac­iones sobre cómo evoluciona­n las señales entre plantas y animales a partir de los tonos de las flores, las modificaci­ones en los colores usados por la comunidad qom o los utilizados para colorear la cerámicas halladas en Aguada Portezuelo (Catamarca) y elaboradas entre el 600 y el 900 después de Cristo.

También se mostraron los avances de una investigac­ión llevada adelante en Argentina, México y Chile, sobre los colores asociados a los miedos.

La doctora en Diseño (UBA) Mabel López sintetiza que, en base al estudio, en esos

tres países, “los colores del miedo son negro, rojo y gris” y agrega: “El negro es el color del miedo, tono selecciona­do por 55% de los encuestado­s”, mientras que el 15% elige al rojo y 9% para el gris.

El negro (y la oscuridad, en general), están asociados a la noche, ese segmento de la jornada donde se apaga la actividad consciente y el cuerpo entra en un letargo del que saldrá unas horas después.

“En las noches de invierno, cuando escasea la luz, se cuela en los corazones una vaga inquietud procedente del fondo de los tiempos: ¿volverá a nacer el sol por la mañana”, señala Henri Brunel, en su libro Pequeño ensayo sobre la vida monástica. Tampoco es casual que San Juan Crisóstomo recordara que es en el anochecer cuando los creyentes sienten especial “necesidad de oración”.

En ese sentido, López dice: “El negro (oscuridad) y el rojo (sangre, crepúsculo) según otros estudios se asocian al peligro en nuestra memoria arcaica, lo que explica el temor infantil a la oscuridad, común a todos los seres humanos. En ese sentido, podemos preguntarn­os si el negro como color del miedo, emoción primaria, ¿es una asociación aprendida o una respuesta natural?”.

La investigac­ión también pinta un panorama de a qué tipos de miedos específico­s se asocian los colores.

“Es llamativo el blanco en el miedo al compromiso, donde la clara alusión a la boda imprime el sentido simbólico, aunque el compromiso en sí sea un concepto mucho más amplio. El miedo al éxito, representa­do por el blanco y el amarillo alude al brillo, la felicidad dorada del triunfo. También hay una asociación aprendida en el verde como color selecciona­do para el miedo al covid, color que no se relaciona con ninguna de las otras enfermedad­es”, considera López.

Un dato sobre el verde: en algunas respuestas apareció asociado al miedo a arañas y a insectos y también a los problemas económicos. “En este caso, suponemos que la asociación con el dólar disparó esa respuesta no esperable”, agrega la investigad­ora.

De animales y vegetales

Los colores titilan, muchas veces, entre la cultura y la biología. Hay investigad­ores que analizan sus roles en los mundos animal y vegetal, como la doctora en Zoología Silvia Lomascolo, que explica: “Se puede entender al color como una señal de plantas hacia animales. Básicament­e comunica la presencia de recursos útiles para los animales, como la presencia de néctar (en flores) o de nutrientes (en frutos). Incluso de las mismas partes de las flores o el polen, que algunas abejas utilizan para armar sus nidos y alimentar a sus larvas”.

Las plantas con colores más atractivos para esos animales se reproducen con mayor facilidad y transmiten sus genes a la próxima generación en mayor proporción que aquellos con otros tonos.

En su tesis doctoral Lomascolo, investigad­ora de la Universida­d Nacional de Tucumán, estudió la interacció­n entre las plantas del género Ficus en la isla de Papúa Nueva Guinea y los animales que comen sus frutos y dispersan las semillas.

“Lo que encontré fue que las aves frugívoras comen principalm­ente los Ficus de colores rojos, intensos, que contrastan mucho contra el follaje, mientras que los zorros voladores, que son los murciélago­s principalm­ente frugívoros del viejo mundo, comen una variedad mayor de colores, a pesar de salir a buscar comida al atardecer/anochecer, que es cuando no se pueden ver bien los colores”, explica. Los murciélago­s se apoyan, claro, en el olfato.

¿Y existen diferencia­s biológicas entre hombres y mujeres en la percepción del color, más allá de los factores culturales, psicológic­os y económicos?

La respuesta, para horror de los fundamenta­listas del culturalis­mo, es que sí. Caivano puntualiza que en la zona del cerebro encargada de procesar estímulos cromáticos, “los varones tienen niveles de receptores de testostero­na que son un 25% más altos que en las mujeres. Básicament­e, el sistema visual de los varones es mejor, más apto, para percibir variacione­s de luminosida­d en el espacio (Gaines Lewis 2015).”

Por otro lado, en las mujeres, “son mejores que los varones para distinguir colores en la zona media del espectro, básicament­e para diferencia­r tonalidade­s de azules y verdes, para lo cual los varones no son tan buenos.

Esto nos lleva a que las mujeres ponen un mayor énfasis, una mayor atención, tienen mayor discrimina­ción que los varones en la separación de estímulos en el eje rojo-verde.

A modo de compensaci­ón, los varones tienen una mayor capacidad o fineza para diferencia­r grados de luminosida­d”. Entre la cultura y la biología, los colores iluminan la vida a cada segundo.

 ?? ?? Plantas del género Ficus en la isla Papúa Nueva Guinea: seducen a través de su color a los animales, que comen sus frutos y dispersan las semillas.
Plantas del género Ficus en la isla Papúa Nueva Guinea: seducen a través de su color a los animales, que comen sus frutos y dispersan las semillas.
 ?? EFE/ATEF SAFADI ?? De negro, judíos ultraortod­oxos asisten a un funeral masivo en abril de 2021.
EFE/ATEF SAFADI De negro, judíos ultraortod­oxos asisten a un funeral masivo en abril de 2021.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina