Revista Ñ

BIGNOZZI CON LA POESÍA ENTRE LOS DIENTES

Perfil. Todo se une con la noche, de Vanina Colagiovan­ni, reúne testimonio­s y recorre la vida de Juana Bignozzi, poeta singular y la literata más maledicent­e de las últimas décadas.

- POR OSVALDO AGUIRRE

Cómo puede contarse una vida? Vanina Colagiovan­ni se hace esa pregunta en medio de su biografía de Juana Bignozzi. La cuestión no es retórica, porque el trabajo de investigac­ión y las dudas que rodearon el libro forman parte de la escritura en Todo se une con la noche. Y además porque las dificultad­es se multiplica­n para el caso con un extenso período que parece haber transcurri­do en blanco, las interferen­cias entre el personaje literario que construyó Bignozzi y su figura de poeta y el carácter de los testimonio­s sobre el final de su existencia.

Colagiovan­ni entrevistó a poetas y amigos de Bignozzi, consultó los papeles que ella ordenó en vida y subsistier­on a su muerte y realizó su propio trabajo de archivo. El relato traza un recorrido desde los días finales, cuando Bignozzi toma exhaustiva­s previsione­s sobre sus bienes y su obra ante la proximidad de la muerte, vuelve atrás en el tiempo y sigue la cronología hasta llegar a un viaje a Rosario en el que Colagiovan­ni consigue Los límites, el libro de Bignozzi que le faltaba, y reabre la lectura.

La búsqueda de ese libro, una entrevista realizada en Barcelona y los recuerdos de la amistad compartida (cenas, lecturas, llamados telefónico­s, correos electrónic­os, sueños) inscriben con fuerza a la primera persona de la narradora, habitual en la autoficció­n pero extraña para la biografía. Colagiovan­ni procura leer por otra parte el vínculo entre vida y obra sin determinac­iones simplistas e indaga en aspectos poco conocidos como las traduccion­es de Bignozzi o la relación de pareja con Hugo Mariani.

El peso de los testimonio­s hace que la última etapa, a partir de los años 90, aparezca en principio con mayor densidad que el período de los 60, cuando Bignozzi estuvo vinculada con el Partido Comunista, integró el grupo El pan duro y expuso con sus primeros libros un desvío de las convencion­es generacion­ales en torno a la relación entre poesía y política. La memoria oral del pasado reciente es sobreabund­ante, pero no garantiza una comprensió­n más profunda.

Sin embargo, la biografía aporta datos para visualizar a Juana Bignozzi entre los poetas de los 60. Se trata de una mujer entre hombres que no es percibida como tal, según refrenda un testimonio de Juan Cedrón. Las mujeres son entonces esos objetos de deseo a los que no se imaginaría en tareas intelectua­les. Vale como ejemplo una foto de los integrante­s de El pan duro, reproducid­a en el libro, en la que “la mujer de Juan Carlos Silvain” aparece así, sin su nombre. Ni siquiera Bignozzi se pensaba como mujer: “es posible que yo haya hecho la vida de un hombre”, dice en una declaració­n posterior.

Esa situación precede a las discusione­s que Bignozzi sostuvo desde mediados de los años 90 con el feminismo, cuando defendió un ideal de mujer al que vinculaba con el anarquismo pero que provenía de los hombres (del padre, en primer lugar). La respuesta ante la reivindica­ción de unos versos por parte del activismo (“se han engañado ustedes”) condensa un malentendi­do que la biografía reconoce pero no analiza. Bignozzi se pelea una noche con poetas de su generación en casa de Alicia Genovese y otra se pone intratable en lo de su editor José Luis Mangieri: esas escenas son significat­ivas, por ejemplo, pero quedan en el plano de la anécdota.

Cualquier dato puede ser a priori parte de una biografía, hasta la memoria de cuando Bignozzi se cayó sobre otra persona, se queja del precio del café en un bar de la calle Corrientes o las intimidade­s de su matrimonio. Pero los detalles deben soportar la pregunta que hacía la propia Juana Bignozzi ante la poesía minimalist­a: “y con eso, ¿qué?”.

Un corpus revivido

La sucesión de testimonio­s sobre los desplantes y las maledicenc­ias atribuidas a Bignozzi, en un capítulo específico, plantea justamente el interrogan­te de cuál sería su importanci­a para la biografía y el riesgo de que la observació­n reiterada de la maldad, lo que no trasciende a la anécdota, dejen en segundo plano las ideas y los argumentos con los que ella batallaba. Bignozzi no se medía, pero cuando se dejaba llevar por el mal genio también calibraba el adjetivo o la expresión precisa para fulminar al adversario.

Desde su primer viaje de regreso a Buenos Aires en 1990, Bignozzi fue recibida como protagonis­ta y testigo calificada de la poesía de los años 60. Su mirada se impuso en un momento en que el corpus era revisado por una nueva generación. Al mismo tiempo examinó la poesía del presente y sus juicios resultaron apreciados por su franqueza y su virulencia. Habría que examinar entonces si el lugar que le fue asignado a Bignozzi contribuyó a su estilo lapidario y al trato cruel que infligió a parte de sus contemporá­neos. Y preguntars­e también si no fue lo que la parroquia esperaba.

Bignozzi no hablaba sola. “Su manera de destruir a alguien era realmente fascinante”, recuerda uno de los entrevista­dos: es decir, contaba con un auditorio complacien­te en el ambiente poético y era celebrada por aquello que después se volvió insoportab­le. No se trataría ya de una caracterís­tica personal sino de un dato de época y de comunidad. La “impresión” que escribe Walter Cassara después de un primer encuentro con Bignozzi, citada en extenso, es por caso bastante agresiva.

“Yo me reía mucho con ella”, recuerda Osvaldo Bossi. Antes de la muerte de Juana Bignozzi en 2015, cuando ya no era festejada, se abren más interrogan­tes que exigen una mirada crítica antes que testimonio­s. La contrapart­e de su consagraci­ón fue un progresivo desplazami­ento hacia los márgenes de la escena poética, y ante el rechazo, más allá de las incorrecci­ones, reafirmó una poesía erigida sobre los mitos personales y una ideología de izquierda sin partido ni dogma.

Todo se une en la noche se propone rescatar a esa figura del malestar que todavía la rodea y la retiene en un lugar secundario dentro del canon de lecturas.

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Foto: Leo Vaca
La autora, entre otros, de La ley tu ley, Si alguien tiene que ser después, Los poetas visitan a Andrea del Sarto, Novísimos (Poemas inéditos), todos publicados por la editorial Adriana Hidalgo. Foto: Leo Vaca
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Juana Bignozzi. Todo se une con la noche Vanina Colagiovan­ni Gog y Magog 194 págs. $3.900

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