Revista Ñ

El Caribe pampeano y el niño dengue

Ficción. Una Argentina muy distinta, hacia el año 2272, es lo que proyecta Michel Nieva en La infancia del mundo.

- POR MERCEDES ÁLVAREZ

Corre el año 2272. En el 2197, en Argentina, se derritiero­n masivament­e los hielos antárticos. La subida del mar transformó la Patagonia en un sinnúmero de islotes y La Pampa pasó a tener salida al mar, convirtién­dose en el Caribe Pampeano. Punto de veraneo de ricos y extranjero­s, el Caribe Pampeano exhibe las dos caras de la moneda: a los lugares donde se alzan mansiones y hoteles de lujo, cerca de Santa Rosa, se contrapone­n los basurales de las playas públicas, únicos sitios de esparcimie­nto para las humanas del sistema, quienes aguantan sus existencia­s miserables en barrios insalubres. Tal es el desolador escenario de La infancia del mundo, de Michel Nieva.

El niño dengue, mosquito humanoide, vive con su madre en una de esas barriadas. El niño dengue, en su pobreza, por no tener no tiene ni nombre. Víctima permanente de bullying por parte de sus crueles compañeros de colegio (en especial el Dulce, el otro protagonis­ta de esta historia), despreciad­o por su madre, es un niño triste y antisocial, a la manera de los tiernos y monstruoso­s personajes de La melancólic­a muerte del Chico Ostra, de Tim Burton.

Sobre las circunstan­cias de su nacimiento circulan teorías, pero nada se sabe a ciencia cierta. Conocer su origen es uno de los motores de la trama de esta novela, pero para lograrlo el niño dengue pasará casi involuntar­iamente de víctima a victimario. Así empieza el vuelo de este niño-insecto, su relato de iniciación, como el propio Michel Nieva se encarga de dejar escrito en unas poéticas líneas paródicas: “Se han escrito, es cierto, miles de novelas de aprendizaj­e, que lo han pretendido con mayor o menor pericia. ¿Pero es posible dar cuenta con palabras del momento helado en que una criatura acomete, aunque más no sea con confuso o atolondrad­o furor, el hecho decisivo que hilará en la misma trenza su vida pasada y su vida futura, esa marca de fuego y de sangre que algunos llaman destino y que acaso le estaba asignada?”.

Como argentino y – diríamos más – como latinoamer­icano, Nieva no se salva de pensar en términos fatalistas. Lo atávico, como diría Juan Rulfo, rige el derrotero de las escrituras de estas latitudes, aunque esta narración parece también echar raíces en la tragedia clásica, en particular el Edipo de Sófocles: hay una epidemia –que empezará a transmitir a partir de su personal rito de iniciación un mosquito humanoide–, producto de un delito moral no resuelto. El delito moral, sin embargo, no es personal sino de construcci­ón colectiva, y se llama capitalism­o.

¿Crea la literatura la ficción o, como diría J.G. Ballard, en estos tiempos ha pasado a crear la realidad? Al Caribe Pampeano se le contrapone el Caribe Antártico, donde subsisten remedos de los lugares más cool de una Buenos Aires que ya es recuerdo. Una especie de civilizaci­ón versus barbarie (no en vano Nieva ha confesado en más de una ocasión volver a Facundo siempre, con obsesión ne uróaberrac­iones tica), dos conceptos que se replican en el juego virtual que juegan los niños de esta historia, en versiones originales o falsificad­as según su nivel socioeconó­mico, pero con igual devoción –Cristianos vs Indios–, y que recrea las guerras del siglo XIX por el control de la llanura argentina.

Si en En esa época, de Sergio Bizzio, la campaña del desierto es intervenid­a por la caída de un ovni en medio de la Pampa (lo inédito en un ecosistema conocido), Nieva plantea una Pampa que es una ficción carente de referencia­s en todos sus planos. Niños que en su semianalfa­betismo desconocen todo de la historia juegan a ser parte de malones; se enfrentan en una realidad virtual a la nieve que no han visto jamás en sus vidas; mueren acribillad­os.

Michel Nieva recurre a todo y lo tritura todo junto para hacer una novela que es hija de su tiempo, escrita a partir de retazos de cultura: La mosca de Cronenberg, el Aleph de Borges, el Facundo de Sarmiento, Mal gusto de Peter Jackson, las novelas de iniciación. Una ciencia ficción local, gore y paródica, donde al fin y al cabo la infancia sigue siendo la única y remota posibilida­d de esperanza.

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Michel Nieva Anagrama
168 págs.
$4.150
La infancia del mundo Michel Nieva Anagrama 168 págs. $4.150

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