Muchos mundos que habitan la vida
El ensayo Teoría de la vida recupera el pensamiento pionero del biólogo y filósofo estonio Jakob Johann von Uexküll, impulsor de la ecología.
La vida siempre depende de un entorno. Cada ser construye su propio mundo dentro de la vida. En esa perspectiva asoma el ensayo Teoría de la vida, de Jakob Johann von Uexküll (1864-1994), biólogo y filósofo estonio de origen alemán, publicado por editorial Cactus.
El autor brilló durante la primera mitad del siglo XX. Murió en Capri, donde tenía una casa, y fue uno de los fundadores de la etología, antes de que Konrad Lorenz s impusiera en este campo. ; impulsor de la ecología, el concepto cardinal de Von Uexküll es el Umwelt, el medio ambiente, el “entorno subjetivo”, el “mundo circundante” del organismo, constituido por su entramado de estímulos y respuestas al ambiente.
El estudio de las respuestas de los sistemas biológicos a las señales ambientales, se relaciona con la biocomunicación, y su derivado, una subdisciplina de la teoría semiótica: la biosemiótica, de la que Uexküll también se considera pionero.
El autor de Teoría de la vida fue investigador de la Universidad de Hamburgo, donde fundó el “Instituto de investigación ambiental”. Sus investigaciones allí le confirieron celebridad. Su pensamiento sobre el ambiente animal es paralelo tanto a la física cuántica como a las vanguardias artísticas.
Así, “todo mundo perceptual es, para usar las palabras de Kant, un fenómeno subjetivo”. Nuestro mundo perceptual “depende de nuestro percibir subjetivo”, y “de ninguna manera puede pretender ser más objetivo y real que los mundos perceptuales de los animales”, escribe.
Nuestro Umwelt es diferente al mundo perceptivo de las demás especies animales, y de ningún modo puede pensarse como central o dominante del resto. Las capacidades perceptivas de cada organismo, la subjetividad de su percepción, configura un mundo propio. Entonces, “hay tantos mundos perceptuales como sujetos vivos”.
Uexküll avala un vitalismo que confronta con los mecanicistas. Para éstos últimos la vida debe ser explicada solo desde factores puramente materiales. Pero al escrutar la amplitud real de la vida, el biólogo alemán observa que los mundos circundantes, o Umwelt, no se reducen a una realidad material; suponen también el factor inmaterial de los entornos subjetivos de los organismos. Por eso, los mecanicistas prefieren despreciar “a los vitalistas..., clasificándolos como soñadores o burlándose de ellos por considerarlos místicos”.
Uexküll desmorona la visión jerárquica de los organismos, según la cual las especies vivientes se ordenan desde las formas más elementales hasta las superiores. El biólogo pensador demuele la certeza antropocéntrica anterior en las ciencias de la vida. Lo que se atiene a la realidad biológica no es un único mundo que incluye a todas las especies bajo el primado del sapiens, sino la multiplicidad de mundos perceptivos, de entornos subjetivos, en el que palpita la diferencia entre los seres en su adaptarse y su percibir el mundo circundante; diferencias como la que existe entre la anémona marina, la garrapata, o el humano, el tigre o el águila.
Y “así como nuestro mundo perceptual permanece invisible para los animales, porque tienen otras señales perceptuales, también (nosotros) somos ciegos a sus mundos perceptuales”. Los mundos del animal nos son inaccesibles.
Por eso, Uexküll no habla de formas inferiores de vida y formas superiores. La vida
bulle con una perfección y complejidad semejante por todas partes.
El pensamiento de Uexküll, plasmado en su teoría de la vida, caló en diversos campos de estudio. El modo cómo los organismos edifican su mundo subjetivo propio, sobre el trasfondo del mundo natural, impacta en la psicología, y su comprensión de la percepción y la cognición. También la influencia de la noción de Umwelt alcanza a ciertos filósofos y biólogos pensadores.
Para Uexküll, es necesario salir de la ilusión antropocéntrica que se piensa centro del mundo, como también es indispensable bloquear la servidumbre a las máquinas. Por eso “demos la espalda a la sombría visión del mundo de las máquinas y volvamos a mirar a nuestro alrededor, a la naturaleza brillante y colorida que nos rodea. El rocío brilla en cada hoja, y en cada gota de rocío se refleja el mundo entero, repetido cien mil veces”.
El estudio de las estructuras perceptivas de los organismos, en Uexküll, anima una filosofía vitalista; un paradigma de realidad, en definitiva, en el que todo ser se asocia con su ambiente de forma creativa y constructiva, generando así, para quien sabe apreciarlo, una multiplicación asombrosa de la vida. Por eso, con cierta emoción romántica, Uexküll afirma: “Aquel que jamás ha lanzado un vistazo sobre el gran campo de actividad de la vida en el universo de los mundos circundantes…no tiene idea de la potencia mundial que es la vida”.