Entre lo fantástico y lo austero
Cuentos. Un tiempo en la oscuridad, del escritor Jorge Accame, busca imprimirle instancias de misterio a un realismo ascético.
En un instante, como consecuencia de la aparición de un personaje o de una acción inocente, se genera un desplazamiento en el espacio y el tiempo. Dentro de un código que propone una situación estrictamente realista (tanto en lo que sucede como en el estilo narrativo) un elemento se desmarca para entrar en el género fantástico. Este procedimiento es en Un tiempo en la oscuridad, el nuevo libro de cuentos de Jorge Accame, demasiado prolijo y evidente.
Comienza el relato y sospechamos cómo va a ser el desenlace. No es un requerimiento de la literatura sorprendernos ni propagar la intriga; de hecho revisitar los temas comunes puede suscitar mayores novedades que la pretensión de originalidad pero lo que sucede en estos relatos del autor argentino es que se descubre una voluntad de despertar una instancia misteriosa, algo que se revela por las artimañas técnicas del contar. El problema es que la mecánica del relato está demasiado a la vista.
Descubrimos los procedimientos y esto conspira contra la posibilidad de entrar en la ficción que nos propone. Tampoco se trata aquí de recurrir a una lógica de distanciamiento porque queda claro que el autor procura una situación guiada por la identificación y el encantamiento.
La tradición a la que acude Accame es la del cuento fantástico, especialmente de Borges y también de Julio Cortázar, a partir de la habilidad de este último de realizar un montaje de espacios y tiempos donde nos perdíamos en una sucesión de escenas que, a veces, reconocíamos como pertenecientes a una mismísima unidad. De Borges,
Accame toma la apelación a un escritor apócrifo a partir de un diario encontrado o de un personaje que lo elige de confidente donde él, como autor, se limita a reproducir ese texto hallado o ese testimonio devenido en historia.
Algunos recursos repetidos, como la aparición de un muerto que se cuela en una escena y que solo el narrador puede ver, agotan la lectura porque esa insistencia no parece responder a una artimaña narrativa que pueda establecer cierta correspondencia o relación entre los relatos sino a una especie de fascinación del autor por esa figura que pierde efecto en la acumulación de los cuentos.
Si tal vez Accame se hubiera decidido por una estética más onírica, sus historias no hubieran quedado tan atadas a la literalidad de los hechos y sus procedimientos podrían haber escondido otras motivaciones. El problema aquí es que el autor parece basar sus narrativas en una factura técnica que convierte a cada episodio en una instancia excesivamente predecible. Incluso en algunos cuentos el desenlace tiene lugar gracias a la explicación del narrador o de alguno de los personajes, lo que lleva a confirmar que el autor basó su libro en esos trucos que ya son fácilmente asimilables para cualquier lector.
En la introducción menciona que se trata de una serie de cuentos escritos en diferentes épocas, entonces el primer inconveniente acaso se deba a un desajuste al momento de seleccionar y editar este volumen.
En algunos cuentos lo que en un comienzo se manifiesta como ilusorio se revela parte de la realidad. Esto podría haber funcionado como un eje de investigación, donde bajo la forma de una peripecia fantástica se esconda una pregunta sobre un campo real más amplio, pero resulta difícil que esos mundos que propone Accame envuelvan. El lector se queda mirando su escritura como alguien más dispuesto a corregir que a dejarse ganar por sus ficciones.
Si esos procedimientos repetidos hubieran ofrecido algunas transformaciones mínimas que crearan alternativas en cuanto a la progresión de la lectura, la experiencia podría haber sido más estimulante. A todas luces requerían de una fuerte reescritura para impulsar variaciones sobre ciertas obsesiones temáticas. Es que el interés por el lenguaje se desvanece porque el estilo, ligado a un realismo ascético, instala cierta monotonía. Está claro que la apuesta por un orden inesperado entre las palabras o por una estructura sostenida en la asociación nos podría haber llevado a imaginar otras direcciones narrativas.