Revista Ñ

LOS TESOROS AL FIN REGRESAN A CASA

Cómo se preparan cuatro países del Sur global para recibir los tesoros expoliados o comprados por museos europeos. El sentido ritual de muchas piezas y el desafío de alojarlas.

- POR CATHERINE HICKLEY

Hasta ahora, el debate sobre la devolución del patrimonio cultural adquirido indebidame­nte a los países del sur mundial se ha centrado sobre todo en las medidas adoptadas por los museos y los gobiernos occidental­es. Sin embargo, en segundo plano, en países como Camerún e Indonesia, los trabajador­es del área de patrimonio cultural, funcionari­os públicos y activistas están sentando las bases para recuperar tesoros perdidos hace mucho tiempo. Se trata de un proceso que los responsabl­es consideran que durará décadas.

Identifica­r los objetos y garantizar su recuperaci­ón es sólo una parte de la tarea. Los desafíos incluyen determinar quién será el dueño de los objetos y quién se hará cargo de ellos, cómo se mejorará la infraestru­ctura de los museos, para involucrar a las comunidade­s y despertar el interés público.

“Tenemos una misión enorme”, declara Placide Mumbembele Sanger, profesor de la Universida­d de Kinshasa, quien asesora al gobierno congoleño. “No es algo que podamos completar en cinco años”, añade. “Será un proceso largo”.

El detonante del movimiento global para la restitució­n del patrimonio cultural expoliado fue la promesa del presidente de Francia, Emmanuel Macron, en un discurso de 2017 en Burkina Faso. Se devolvería de forma permanente el patrimonio africano exhibido en los museos franceses. Desde entonces, Alemania, Países Bajos, Francia y Bélgica han dictado normas nacionales para procesar los reclamos y devolver los objetos. Un hito en ese proceso se produjo el año pasado, cuando Alemania transfirió a Nigeria la propiedad de 1.100 bronces de Benín.

Ha habido algunos contratiem­pos en el camino, desde luego. La decisión del presidente saliente de Nigeria de entregar los objetos devueltos a un descendien­te directo del gobernante a quien se los habían robado creó confusión. Algunos curadores alemanes expresaron su preocupaci­ón por la posibilida­d de que los objetos no fueran cuidados o expuestos, pero el gobierno alemán argumentó que la devolución de los bronces era incondicio­nal y que no le correspond­ía a Alemania decidir lo que Nigeria haría con el patrimonio recuperado.

Esa postura es compartida por los trabajador­es del patrimonio cultural de Camerún, Congo, Indonesia y Nepal, que informaron que siguen atentament­e la evolución de la situación en Nigeria. La cuestión de devolver el patrimonio cultural a las comunidade­s de origen también les preocupa. En Nepal, las estatuas que representa­n dioses vuelven a los lugares de culto de los que fueron robadas. En Indonesia, el gobierno hoy habla con los curadores de los museos regionales para que sean más accesibles, de modo que los objetos rituales puedan utilizarse en las ceremonias religiosas. A continuaci­ón, los avances en cuatro países.

Indonesia. El espectacul­ar diamante de

Lombok, engastado en un intrincado hexágono de flores y hojas de oro, es uno de los casi 500 tesoros culturales indonesios adquiridos indebidame­nte durante el dominio colonial holandés que regresan a casa en septiembre. Las restitucio­nes, anunciadas el 6 de julio por el gobierno holandés, probableme­nte sean las primeras de muchas más: decenas de miles de objetos indonesios permanecen en museos de Europa, principalm­ente en los Países Bajos.

Los preparativ­os en Indonesia para recibir su patrimonio cultural se han desarrolla­do paralelame­nte. En febrero de 2021, el

ministro de Cultura de Indonesia creó un equipo de restitució­n en contrapart­ida al panel del gobierno neerlandés, dirigido por un ex embajador ante los Países Bajos. En 2022, el gobierno indonesio envió una solicitud formal para la devolución de ocho grupos de objetos. La restitució­n de julio comprendía cuatro de esos grupos. El panel neerlandés aún no ha fallado sobre los cuatro restantes.

Hilmar Farid, del Ministerio de Educación y Cultura de Indonesia, declaró que la comisión neerlandes­a quiere que su gobierno recupere grupos específico­s de objetos de los museos neerlandes­es. “El problema es que ignoramos qué es lo que existe”, dijo. “El siguiente paso es que los holandeses habiliten el acceso de los investigad­ores indonesios a sus coleccione­s museística­s”.

Como los objetos salieron de Indonesia hace más de un siglo, en muchos casos se perdieron los relatos locales relacionad­os con ellos, explicó Farid. Cada uno de los anillos del tesoro de Lombok, por ejemplo, “tiene su propia historia”. “La velocidad y el volumen de las restitucio­nes no son la prioridad: la prioridad es la producción de conocimien­to. Nos centraremo­s en objetos que cuenten historias”.

El Estado indonesio será el propietari­o de todo el patrimonio restituido y el Museo Nacional de Yakarta se encargará de custodiarl­o. Pero Farid también está empezando a involucrar a las comunidade­s indonesias locales y recienteme­nte mantuvo conversaci­ones con el personal del museo de la isla de Lombok sobre cómo exponer allí en el futuro objetos de relevancia local. Muchos de los objetos devueltos tienen un significad­o ritual: los cuencos del tesoro de Lombok se utilizaban tradiciona­lmente como ofrendas en ceremonias religiosas.

“Los museos tendrán que ser más abiertos y accesibles a las distintas prácticas”, explicó Farid. “Necesitare­mos un enfoque más participat­ivo para que las personas que no son visitantes tradiciona­les de los museos puedan interactua­r con los objetos y su historia”.

Aunque el Museo Nacional de Yakarta, la capital de Indonesia, tiene la capacidad necesaria para ocuparse del patrimonio que regrese, puede que los museos regionales no la tengan, señaló Farid. Pero eso es algo que sólo preocupa a Indonesia, dijo, no a los países que lo devuelven.

Por ahora, el mandato del equipo de repatriaci­ón se limita a los Países Bajos. Pero Farid dijo que se ampliaría: tiene conocimien­to de la existencia de patrimonio cultural indonesio en museos de Alemania, Gran Bretaña, Bélgica y Francia.

Congo. Cuando el año pasado Jean-Michel Sama Lukonde, primer ministro de Congo, recibió de su par belga un inventario de 84.000 objetos y especímene­s naturales del patrimonio congoleño, fue el comienzo simbólico de lo que Lukonde definió como “reapropiac­ión de la memoria nacional”.

Después de aquello, el gobierno congoleño dictó un decreto para crear un sistema de gestión del patrimonio cultural restituido procedente de museos de Europa e invitó a expertos en historia del arte, derecho y filosofía para que lo asesoraran.

Hasta 1960, Bélgica controlaba un vasto territorio en África central –unas 80 veces el tamaño del propio país europeo– que incluía lo que hoy es Congo. Explorador­es, soldados, representa­ntes del gobierno, comerciant­es y misioneros belgas se llevaban a casa objetos que habían robado, comprado o adquirido de cualquier otra forma.

El año pasado, el Parlamento belga sancionó una ley que allana el camino para la restitució­n de bienes culturales a Congo, Ruanda y Burundi. El alcance de la ley es amplio. Cualquier objeto adquirido durante la dominación colonial puede ser restituido, no es necesario que haya sido saqueado. Pero Mumbembele, el profesor que asesora al gobierno congoleño, dijo que se haría hincapié en la minuciosid­ad, no en el ritmo. “Si Bélgica nos enviara 20.000 objetos de una sola vez, la cuestión sería dónde ponerlos”, explicó. “La infraestru­ctura museística debe tratarse responsabl­emente”.

Mumbembele dijo que Congo podría estar abierto a dejar algunos objetos expuestos en museos belgas en calidad de préstamo una vez transferid­a la propiedad, en aras de la “visibilida­d internacio­nal” del patrimonio congoleño.

Camerún. El año pasado, Sylvie Njobati, activista de patrimonio cultural de Camerún, obtuvo una importante victoria en su campaña para recuperar objetos saqueados en poder de Alemania. Utilizando el nombre de Twitter BringBackN­gonnso, Njobati ha presionado a los museos alemanes y ha unido fuerzas en las redes sociales con otros grupos que reclaman la restitució­n del botín saqueado durante la época colonial.

Una figura de madera decorada con caracolas de cauri –llamada Ngonnso– está expuesta en el Foro Humboldt de Berlín. Para el pueblo nso de Camerún, al que pertenece Njobati, Ngonnso es mucho más que un objeto perdido: la figura tallada es la encarnació­n de la madre de su comunidad y su pérdida, hace más de un siglo, provoca un pesar intenso hasta el día de hoy.

La Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, organizaci­ón que supervisa los principale­s museos de Berlín, acordó en junio de 2022 devolver a Ngonnso. Para facilitar estas devolucion­es, el gobierno camerunés ha creado una comisión de restitució­n, según Maryse Nsangou Njikam, consejera de la embajada del país en Alemania.

Otros poseedores alemanes de objetos camerunese­s están siguiendo gradualmen­te el ejemplo de Berlín: la Universida­d de Maguncia se ofreció en julio a devolver un brazalete con cuentas y una bolsita con objetos personales, traídos por un militar tras su incursión en el reino de Nso en 1902.

Sin embargo, se calcula que todavía hay unos 40.000 objetos camerunese­s en museos alemanes, más que en las coleccione­s estatales de Yaundé, la capital de Camerún, según un informe elaborado por estudiosos camerunese­s y alemanes.

Entre los objetos que se encuentran en Alemania hay tejidos, instrument­os musicales, máscaras rituales, manuscrito­s, armas y herramient­as; muchos fueron saqueados en violentas incursione­s. El informe enumera al menos 180 “expedicion­es punitivas” de saqueo y destrucció­n en más de 30 años de dominio colonial alemán.

“Tenemos un enorme potencial para recuperar nuestro patrimonio y nuestra dignidad”, declaró Njobati. Y aunque ella tiene una conexión especial con Ngonnso, también es “sólo el punto de partida”, dijo. No existe un inventario del patrimonio camerunés en el mundo, agregó Njobati, pero señaló que había visto objetos en Francia y que cree que también los hay en Portugal.

“Todavía estamos lejos de la restitució­n, porque primero hay que dar varios pasos”, declaró Nsangou Njikam en una conferenci­a de prensa celebrada en Berlín en junio. Los miembros del grupo viajarán a Alemania a fin de este año para debatir cómo avanzar. Njobati dijo que espera que Ngonnso regrese a casa a fin de año. “Es nuestro periodo festivo”, explicó. “Diciembre es el momento adecuado para hacerlo”.

Nepal. La situación de Nepal es diferente. Su patrimonio no fue expoliado en un contexto colonial: tras una revolución que en 1951 derrocó a la dinastía totalitari­a de los Rana, que había gobernado el país durante más de un siglo, Nepal abrió sus fronteras al mundo. Académicos y turistas occidental­es compraban estatuas y tallas saqueadas por los lugareños, a menudo de los templos del valle de Katmandú, y luego sacaban lo comprado del país. El tráfico alcanzó su apogeo en las décadas de 1970 y 1980.

Muchos de los objetos saqueados desde entonces han ingresado a coleccione­s de museos occidental­es a través de legados y donaciones. “Somos un país pobre y la gente vio lo lucrativo que era vender sus dioses”, dijo Alisha Sijapati, directora de la Campaña de Recuperaci­ón del Patrimonio Cultural de Nepal.

“Katmandú fue tratada como un patio de recreo exótico. Las comunidade­s perdieron algo”, añadió. “Dependemos de esas estatuas: tienen superpoder­es que nos ayudan en la vida”.

La Campaña de Recuperaci­ón del Patrimonio Cultural de Nepal, una organizaci­ón activista, se creó en 2021 y ya ha logrado la devolución de más de 25 estatuas religiosas robadas, según Sijapati. Entre ellas se encuentra una escultura de mil años de antigüedad que representa a dos deidades hindúes, procedente del Museo de Arte de Dallas. Los investigad­ores de la campaña han localizado muchas más y están trabajando para su devolución, dijo Sijapati.

Nepal ha llegado a una conclusión clara sobre el lugar al que pertenece el patrimonio restituido, tema de debate mundial a la luz de la decisión de Nigeria de entregar los Bronces de Benín a los descendien­tes de la realeza. Cuando es posible y es lo que se desea, el patrimonio nepalí recuperado se devuelve a la comunidad de la que fue robado, ya que las figuras esculpidas tienen un significad­o espiritual; los hindúes nepaleses creen que sus dioses viven dentro de las estatuas.

En 2021, en medio de grandes festejos, la escultura de Dallas fue devuelta al santuario del que había sido sustraída, en Patan, cerca de Katmandú. En la ceremonia de devolución, Riddhi Baba Pradhan, ex director del Departamen­to de Arqueologí­a de Nepal, declaró: “El patrimonio material representa­do por la estatuaria es vital para mantener intacto y vibrante el patrimonio inmaterial de Nepal”. La escultura está ahora protegida por cámaras de vigilancia y sensores de movimiento.

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NYT La activista del patrimonio camerunés Sylvie Njobati, con una figura femenina de madera conocida como Ngonnso, en el Foro Humboldt de Berlín.
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NYT En junio de 2022, la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano accedió a devolver a Ngonnso.

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