CRÓNICAS DESDE EL FRENTE
Elisabetta Piqué, corresponsal argentina en Europa, transforma su libro Cien días en Ucrania en un diario febril de esos primeros días desde las entrañas de la guerra.
En febrero de 2022 Putin sacudió al mundo dando inicio a la guerra contra Ucrania. Era una nueva etapa de un conflicto que, en realidad, venía desarrollándose desde 2014 y tenía como antecedente la anexión de Crimea y, como escenario predilecto, la región rusófona de Donbass. Dos días antes del anuncio, la periodista Elisabetta Piqué recibía el mensaje de texto que estaba esperando: “¿Cómo te ves en Kiev?”. En su libro Cien días en Ucrania, Piqué cuenta a modo de diario esos días de cobertura de la guerra.
Piqué es corresponsal en Italia y el Vaticano desde 1999 y cuenta, además, con experiencia en escenarios de guerra. Estuvo como corresponsal en Kosovo (1999), Afganistán (2001), Irak (2003) y durante los conflictos de la primavera árabe y la Segunda Intifada. Sin embargo, la invasión a Ucrania por parte de las fuerzas comandadas por Putin, se sentía diferente para ella por la cercanía cultural con el pueblo ucraniano.
Conseguir un chaleco antibalas liviano, las noches sin poder dormir, sortear burocracias, atravesar checkpoints, no poder filmar por miedo a que los rusos utilicen las imágenes para corregir los objetivos de los ataques son parte de las peripecias del detrás de cámaras que relata Piqué, acompañadas de los hechos más cotidianos e incluso felices como un corte de pelo en medio de la guerra, un festejo de cumpleaños durante la estadía en un seminario greco-católico, el encuentro con colegas o las frecuentes llamadas del Papa Francisco, de quien fue biógrafa, para alentarla a seguir.
El relato personal se entreteje con una polifonía de voces que narran el horror. Testimonios tras testimonios de vidas trastocadas al son de la incesante sirena de alarma. Tal es el caso de Elena Klymenko, psicóloga que volvía de una escapada a Italia cuando conoció a Piqué en el vuelo hacia Kiev y al poco tiempo estaba exiliada y haciendo el duelo por el asesinato de sus dos sobrinos de tres y quince años. También es la historia de Claudio Sayago, un argentino que residía en la conflictiva región de Donbass y que logró huir con su familia.
Entre las muertes, también las historias de vida, como las entrevistas a las embarazadas de la maternidad de la Plaza Sevastopolska o a una pareja argentina que viajaba al país en guerra para buscar a su hijo, nacido por vientre subrogado.
Las historias son diversas, pero Piqué destaca el espíritu de vigorosa resistencia que las conecta, pese al miedo y la desgracia. En ese escenario, se muestra a un pueblo sufrido, pero unido en un esfuerzo colectivo a través de los relatos de las costureras de guerra, los fabricantes de molotovs caseras, los miembros de la Legión Extranjera que se ofrecieron como voluntarios. También aparece la solidaridad de personas ajenas al conflicto a través de las organizaciones humanitarias que asisten a los millones de refugiados.
El italiano Marco Rodari, por ejemplo, ejerce el particular trabajo de “clown de guerra” y se dedica a animar a los más pequeños en centros de acogida de refugiados. “Un día solo de guerra es suficiente para destruir la psiquis de un chico”, asegura.
El texto es también un relato de la pasión por el oficio. Una y otra vez, Piqué reafirma su deseo de quedarse, de seguir buscando historias. “Pienso, sobre todo después de haber sobrevivido a un cáncer de mama hace cinco años, que si tengo que morirme prefiero que sea así, en acción. No en una cama de hospital”, declara. En 2022 su cobertura le valió el reconocimiento la Academia de Periodismo y el Premio Adepa.
“Los ucranianos tienen que ver que en Rusia hay personas como yo que quieren ayudarlos y que no todos los rusos son como Vladimir Putin”, decía a la periodista un disidente de la nación invasora. En el país en donde se vende papel higiénico con el rostro de Putin y las paredes claman mensajes nacionalistas para darse aliento, además de los daños materiales de una guerra que todavía no tiene final, el horror probablemente dejará su estela en las generaciones por venir.