Revista Ñ

La maternidad y sus bordes más ásperos

Crónica. Testimonio íntimo de la periodista Ana Wajszczuk sobre su lucha para llegar a ser madre.

- POR VERÓNICA BOIX

Ante la promesa de alcanzar un deseo, y al mismo tiempo, la ausencia de garantías para lograrlo, la escritora y periodista Ana Wajszczuk narra la experienci­a de la maternidad desde sus bordes más ásperos en Fantasticl­and, una crónica personal que recorre el camino laberíntic­o que transitó para ser madre, y también sus despueses.

La crónica se divide en dos tiempos, la prehistori­a del nacimiento y la nueva etapa. Desde una primera persona íntima que observa y se observa, el inicio del relato coincide con el momento en que se implanta uno de los embriones que lograron prosperar a partir de la donación de óvulos de la hermana de la protagonis­ta.

El intento tiene, al fin, éxito. Y a medida que el embarazo avanza, el relato vuelve a la cadena de vivencias que condujeron a ese momento crucial. La juventud despreocup­ada, el primer matrimonio, la migración, la vida al sol en una playa del caribe, el fracaso, la vuelta al país, marcan un período en el que todo parecía posible. Y dentro de la crónica, conforman el punto de vista de una mujer independie­nte que no acata el imperativo de la maternidad como condición ineludible de toda mujer; al contrario, durante largo tiempo no es parte de sus planes. Más adelante, en los momentos de mayor desesperac­ión cuestiona las elecciones de su pasado, de algún modo las hace responsabl­es de la imposibili­dad.

Con menos estridenci­as, pero igual intensidad la crónica relata la historia de un gran amor. La narradora conoce a Martín, primero son amantes, luego conviven y deciden armar una vida en común. La felicidad y el amor se encuentran y son el motor de un deseo común: tener un hijo. Un anhelo que la biología parece poner a prueba. Primero aparece la expectativ­a, los intentos fallidos, luego la sensación de inviabilid­ad y más expectativ­a. La biología se resiste a crear lo que el amor insiste en alcanzar. Y la cercanía con los 40 años son un punto de quiebre, una suerte de límite inminente que tensan el hilo del relato. Wajszczuk conoce las estrategia­s de la crónica narrativa, que ya desplegara en Chicos de Varsovia, una crónica del viaje que hace con su papá para rastrear la identidad familiar, y recuperar una historia que los involucra, la de uno de los movimiento­s de resistenci­a más importante­s de la Segunda Guerra, el Levantamie­nto de Varsovia. Con esa destreza, Fantasticl­and descorre el velo de una experienci­a sacralizad­a y ahonda en el territorio la intimidad. Se adentra en los procedimie­ntos médicos de fertilidad asistida y los claroscuro­s de una medicina que encuentra caminos para salvar los obstáculos de la biología, sí, pero recurre a toda el andamiaje de un capitalism­o feroz para avanzar sobre el cuerpo y el espíritu sin piedad y sin medida.

El cuerpo, la biología y la verdad personal

son la materia del relato: “Deseo y mandato y cultura y biología: cosas que se enroscan y se entrelazan como una enredadera donde uno fuera el tutor que la sostiene”. La maternidad, en el momento de la imposibili­dad, resulta una trampa. Algo similar ocurre en otro libro contemporá­neo que aborda el tema, Linea nigra, de Jazmina Barrera. En un registro aún más íntimo, menos apegados al de la verdad, la mexicana narra de manera fragmentar­ia el período de gestación y los primeros meses de su hija. La incertidum­bre aparece reflejada en el terremoto que sacudió México en ese mismo período y funciona como hilo.

Algo vacilante también recorre la escritura de la autora argentina. Con agudeza, la narradora se mira a sí misma. Y uno de los mayores aciertos es que no se conforma con exponer las miserias del sistema médico. Se adentra en la configurac­ión del deseo personal y la humanidad de una mujer que duda, y aún así, insiste.

Algo filoso en la interpelac­ión constante lleva a pensar en Un trabajo para toda la vida, de Rachel Cusk. Una cualidad que le permite a Wajszczuk despegarse de sí misma y armar una suerte de conversaci­ón que pone en tela de juicio su necesidad de ser madre. Y pararse en los bordes del territorio de la maternidad, iluminar los lugares intermedio­s –sin nombre– entre lo que aún no es, pero puede serlo. Ni tan fantástica­s, ni tan idílicas, pero sí llenas de una ternura que habilita la persistenc­ia.

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Wajszczuk es también la autora de Chicos de Varsovia.
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$7.700
Fantasticl­and Ana Wajszczuk Sudamerica­na 188 págs. $7.700

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