Campo minado y la guerra irreversible
Campo Minado se estrenó en mayo de 2016 en el Royal Court Theatre de Londres. Uno de los reductos más exclusivos del teatro inglés programó tres funciones, que luego fueron nueve y siguieron extendiéndose mientras el público ovacionaba de pie y la crítica británica elogiaba la obra como una de las mejores producciones de la temporada. Desde aquella fecha, seis veteranos de la guerra de las Malvinas, tres ingleses y tres argentinos, viajan por el mundo, juntos, para contar una misma historia: que ir a una guerra es una experiencia irreversible.
El relato de estos viejos enemigos se volvió la obra de teatro Campo Minado, la película Teatro de Guerra y un libro bilingüe, todo creado por Lola Arias, la autora de este proyecto con el que logró el mayor acercamiento diplomático entre Argentina e Inglaterra en los últimos 34 años de historia.
Luego de su estreno en Londres, en noviembre del mismo año, se presentó en Buenos Aires, en el Centro de las Artes Unsam. Según Lola Arias, su obra “indaga acerca de las marcas que deja un trauma, la relacio n entre experiencia y ficcio n y las mil formas de representacio n de la memoria”.
El espectáculo trabaja con los procedimientos del teatro documental y el biodrama: se exhiben fotografías, documentos, artículos periodísticos, hay música en vivo, reconstrucciones de los hechos y hasta un beso entre Thatcher y Galtieri. Una vez más el teatro volvía a poner en jaque la idea de representación y los límites entre ficción y realidad, cuando el escenario es tomado por los reales protagonistas de los hechos.
Campo minado fue una obra en la cual una mujer asumió el relato sobre la guerra. Esta acción deliberada remarcó una idea de constante fracaso, que deja afuera cualquier mirada heroica respecto al conflicto bélico. Se trató de una revisión de la memoria de estas personas que son veteranos de guerra, pero no fue una reconstrucción en un sentido histórico o militar. Lo que se mostró es lo que ellos recordaban de la guerra y lo que la guerra hizo con ellos.
La obra es un gran ejemplo de teatro político: entre los espectadores se generó un foro público y un movimiento de constantes resignificaciones sobre los hechos, que todavía tiene su estela.