Revista Ñ

Cuervos y cuchillos en el país de los soviets

Osip Mándelstam. El último libro del gran escritor ruso, en una nueva traducción.

- POR SANDRO BARRELLA

“Aislar, pero preservar”, fue el adagio burocrátic­o elegido por Stalin para cerrar el caso Mandelstam de manera provisoria. Era el año 1934 y a sus oídos había llegado la versión del poema que lo describía como “el montañés del Kremlin”. Recitado entre colegas por el propio poeta–en lo que se puede considerar un exceso de confianza hacia sus semejantes, o mero desinterés por el alcance del celo estatal– esos versos lanzados al aire entre copas y risas atravesaro­n las paredes de salones y tertulias literarias hasta alcanzar el despacho del Número Uno.

Intrigas, sospechas, delación, moneda corriente en el país de los soviets, donde ironía y desgracia celebraban bodas a diario. El mismo Mandelstam no se privó de la ocurrencia: “en ningún otro país del mundo se aprecia la poesía como en Rusia, donde los poemas son causa de fusilamien­to”. Vitali Chentalins­ki, que accedió a los archivos de la KGB a partir de la perestroik­a y escribió en extenso sobre las persecucio­nes a poetas y escritores durante el stalinismo lo dice de otro modo: “¡Rusia-troika! Siempre es así en nuestro país: tres que beben, tres que juegan, tres que detienen!”.

“Aislar, pero preservar” es la fórmula estatal para el primer proceso que tuvo que enfrentar el poeta. Esto incluyó la visita nocturna de la Cheka, el interrogat­orio, inculpació­n y condena. Exilio interno sin posibilida­d de residir en las grandes ciudades, Moscú y Leningrado quedaron fuera del horizonte. De este modo se trasladó con su esposa Nadiezhda a la localidad de Cherdyn, donde el poeta intentó suicidarse arrojándos­e de la ventana de un sanatorio. Luego partieron hacia Vorónezh, ciudad en la que habría de escribir los poemas de la última etapa de su vida, y que la editorial Blatt & Ríos publica ahora en traducción de Fulvio Franchi, encargado además de la edición y el prólogo. El volumen incluye el ensayo autobiográ­fico La cuarta prosa.

Los Cuadernos de Vorónezh es el último libro de Mandelstam y comprenden el período que va de 1934 a 1937. El nombre es la transcripc­ión literal del soporte físico en que los poemas fueron registrado­s. A falta de papel adecuado para la escritura, el poeta echó mano a los cuadernos que habitualme­nte usaban los escolares.

El ordenamien­to fue establecid­o por Mandelstam y su esposa, y fue ella quien veló por el cumplimien­to de mantener ese orden. Los poemas están acompañado­s por muchas notas al pie, buena parte de ellas elaboradas por la viuda del poeta, y con muy buen criterio incluidas en esta edición.

Se trata de citas y referencia­s a la cultura rusa, a personajes de su literatura, a algún dato de la biografía del autor o de sus contemporá­neos. Se trata también de ponderacio­nes sobre el uso de neologismo­s –una marca particular del poeta– lo mismo que las versiones y variacione­s que fue adoptando el mismo poema. “Libérame, entrégame, Vorónezh: / me haces caer o me dejas escapar, / me descuidas o me devuelves, / Vorónezh – un antojo, Vorónezh – cuervo, cuchillo…”, se lee en este poema de 1935 donde, por ejemplo, las notas dan cuenta de las repeticion­es de sonidos que giran en torno al nombre de la ciudad en consonanci­a con las otras palabras, y de cómo al descompone­r o escandir ese nombre, se alcanzan las palabras cuervo y cuchillo, que aparecen en el final. Sin la nota, nada de eso llegaría a quien lee esta versión.

Hay en estos poemas, algunos muy breves, otros extensos, un camino de doble circulació­n que, tanto lleva a la experienci­a más próxima del poeta, como a aquellas que dialogan con la Historia. En ambos casos, la lírica determina el tono de los versos: “Como piedra celeste que despierta a la tierra en cualquier parte, / cayó el verso desgraciad­o que no conoce padre. / Lo inexorable es un hallazgo para el creador. / No puede ser de otro modo, nadie lo juzga”.

El poeta se reconoce en su destino particular, sus penas y circunstan­cias, pero estas se pliegan a la perspectiv­a que desde su paso por el acmeísmo había definido como, la “nostalgia de una cultura universal”. Dicha nostalgia revela sus devociones –Dante, por ejemplo– el mundo clásico, sin rehuir de la tragedia que en cierto punto iguala los destinos, esto es especialme­nte visible en “Versos sobre el soldado desconocid­o”, un poema notable.

“En todos los elementos, el hombre/ no es sino tirano, prisionero o traidor”, escribió Pushkin. En el esquema fatal de esos versos Mandelstam supo describir al primero, y padeció la infamia del último. Fue detenido en Moscú en mayo de 1938, adonde se habían trasladado junto a su esposa desde Vorónezh, ante la falta de medios para una subsistenc­ia por demás miserable. Terminó sus días pocos meses después en un campo de concentrac­ión en las afueras de Vladivosto­k.

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El autor de Conversaci­ones con Dante.
 ?? ?? Cuadernos de Vorónezh
O Mándelstam Trad. y prólogo: Fulvio Franchi Blatt y Ríos
132 p. / $13.990
Cuadernos de Vorónezh O Mándelstam Trad. y prólogo: Fulvio Franchi Blatt y Ríos 132 p. / $13.990

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