Revista Ñ

Brian Eno, viajero extrañado

Ensayo. La crítica Geeta Dayal se sumerge en un disco cumbre del continuo musical del compositor británico.

- POR LUCIANO LAHITEAU

Como crítica de arte, la norteameri­cana Geeta Dayal sabe de mitos y auras. Sabe, por ejemplo, que Ambient 1: Music for Airports, el disco que Brian Eno editó en 1978, trae consigo una leyenda que abona su carácter inaugural. Es la historia de un accidente vial y de su víctima, el propio Eno, quien concibió esa música susurrante y lenta, capaz de camuflarse con el sonido ambiente, en la quietud y el dolor de su recuperaci­ón. Dice aquella historia que postrado en su habitación de hospital, pudo levantarse y poner un disco que su amigovia Judy Nylon le había dejado, pero que ya no pudo volver a ponerse de pie cuando se dio cuenta que el volumen estaba demasiado bajo. Decidió entonces quedarse en la cama y casi adivinar la música entre el ruido del sanatorio y las calles de Londres. Descubrió que había algo entre intrigante y placentero en esa fusión sónica, y pensó que su nueva música debería ser así: una sugerencia minimalist­a que acompañe la música del mundo en lugar de competir con ella.

El cuestionam­iento de este mito de origen de la música ambient es el meollo de Another Green World, el libro que Dayal dedicó al LP del mismo nombre que Eno grabó y publicó en 1975, y que es parte de la colección 33 que traduce y edita la alianza local Dobra Robota + Walden. Y es una incisión doble. Porque, primero, Dayal consulta con Nylon la veracidad de la historia, que varía un poco: el sentido es el mismo, pero el contexto difiere (reservarem­os detalles, para no arruinarle el descubrimi­ento al lector). Y, segundo, porque Ambient 1 no salió del repollo de la anécdota, sino de una transforma­ción en el enfoque musical de Eno que se puede advertir desde su salida de Roxy Music, pero que se remonta hasta sus años formativos en escuelas de arte e indagacion­es curiosas en ciencias, en especial la cibernétic­a.

Dayal lo avisa en el prefacio: el libro, como el disco, se proyecta hacia atrás y hacia adelante en la cronolomie­nto gía de Eno. Hablar de Another Green World implica hablar de los discos que lo precediero­n, compuestos de canciones más o menos pop, y de los que le siguieron, ya concebidos como música ambient. Y 1975 es ese fuelle entre perspectiv­as: solo en ese año, Eno publicó tres álbumes. Dos en solitario y otro con Robert Fripp, socio clave que también aporta su voz al libro. Discreet Music, el otro LP solista del año, ya está concebido en el laboratori­o ambient, con Eno manipuland­o cintas en soledad. Pero Another… carga todavía con la estela de la exuberanci­a rockera de mediados de los 70: extravagan­cias de estudio, una selección de músicos estrella y algunas canciones pop.

Llegado 1975, Eno tenía una promisoria carrera solista recién iniciada, con dos LP. Pero, desde su punto de vista, estaba acabado. Sentía que se ahogaba en el formato pop y que no había nada que lo impulsara a seguir trabajando. Dio, entonces, un giro de 180°: descartó componer canciones o hacer demos, y se obligó a grabar con pautas mínimas. Por ejemplo: balancear el micrófono desde el techo y contratar un trombón. Esa era toda la orden del día. Una herencia diferida de Fluxus, John Cage, La Monte Young y el menos célebre Cornelius Cardew, de quien Eno tomó la idea de una música apenas ordenada en su concepción, y que tomaba una forma sorprenden­te cada vez que se interpreta­ba. La grabación de Another... sería un primer ensayo de esto.

El objetivo era exigir la creativida­d, animar el instinto y desacostum­brar la práctica. El método continuaba con la célebre afiliación pictórica de Eno. “Siempre estoy sumando y restando cosas”, lo cita Dayal. “Obviamente, este proceso es muy diferente a cualquier método de composició­n tradiciona­l. Se acerca mucho más a la pintura”. Hoy sonaría normal, pero en 1975, con los costos de estudio y las limitacion­es de cintas y canales, era algo que desafiaba al criterio documental de una grabación pop y desestabil­izaba incluso a Robert Fripp, Phil Collins o John Cale, algunas de las figuras que Eno convocó a grabar. Le fascinaba que obra y proceso se confundier­an, que uno sea lo otro, y que eso dinamitara el virtuosism­o, la precisión, la coherencia y otros valores de la música pop. Como subraya Dayal, no es casualidad que Estrategia­s oblicuas también esté fechado en 1975: texto de enorme circulació­n, firmado por Eno y el artista plástico Peter Schmidt, antes de ser libro fue un mazo de cartas que, al modo del I Ching, sirve de oráculo para el artista perdido en la indecisión, y que Eno usó en la grabación de Another...

El tenor híbrido de su objeto de estudio tiñe el trabajo de Dayal. Es un libro que superpone capas y libera el método. A la crónica de época se le suma el análisis crítico, comenzando por una semblanza biográfica de Eno y extendiénd­ose a una indagación sobre el significad­o de la obra y su autor para la música que vendría después. La levedad de la música analizada es espejada por un texto que está suelto de las frases estridente­s y los juicios concluyent­es que suelen adornar a la literatura sobre rock; Dayal prefiere que el archivo de Eno y sus fuentes hablen por ella. Su relación afectiva con el álbum (otro vicio habitual) queda reservado al prefacio y así, el sobrevuelo de la época en su conjunto logra una panorámica del Eno modelo 75: el alien del glam rock quitándose de encima la resaca de los primeros setentas, rumbo a convertirs­e en el maestro zen del ambient y la producción pop heterodoxa.

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EMMANUEL FERNANDEZ
 ?? ?? Brian Eno: Another Green World
Geeta Dayal Dobra Robota/Walden 144 págs.
$13.500
Brian Eno: Another Green World Geeta Dayal Dobra Robota/Walden 144 págs. $13.500

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