Saber escuchar a quien pide auxilio
El documental Cada 30 horas relata el trabajo de las asistentes de la línea nacional 137 para víctimas de violencia.
“El jueves de Semana Santa, un grupo de trabajadorxs de la Línea 137 fue despedido, mientras se desfinancia el INCAA y se arremete contra la salud y las políticas públicas, los derechos humanos y la cultura, entre otrxs”, escribió en sus redes la directora del documental Cada 30 horas, Alejandra Perdomo, en el que se narra la fundamental tarea del Programa “Las Víctimas contra las Violencias”, creado por la psicoanalista y asistente social Eva Giberti en 2006, entrevistada para el film.
La línea 137 está destinada a brindar contención, asistencia y acompañamiento a víctimas de violencia familiar y/o sexual y de grooming. Un equipo de psicólogas y trabajadoras sociales del Programa las Víctimas contra las Violencias atiende llamados o mensajes de WhatsApp y brinda información sobre los derechos de quien llama. Pero además, las profesionales articulan con los recursos locales de seguridad y asistencia que se mantendrán en contacto con quien llama hasta saber que está a resguardo y en caso de ser necesario se comunican al 911. La Línea Nacional 137 funciona también en Misiones (Posadas, Garupá, Eldorado y Oberá) y en Chaco (Resistencia).
Cada 30 horas es un documental que fue realizado con apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y que fue estrenado en 2016 y exhibida en cines, festivales, e innumerable espacios. La película estremece desde el minuto 0, cuenta historias de violencia de sobrevivientes y se mete en las casas de familiares de víctimas de femicidios como la madre y el padre de Wanda Taddei o de Ángeles Rawson, pero además recorre movilizaciones en todo el país de mujeres y diversidades que reclaman que se terminen las violencias. Hay una llamada real, atendida por Corina Maruzza, psicóloga de la UBA, especializada en Salud Mental Comunitaria, Género y Diversidad Sexual.
“Cada 30 Horas nunca perdió vigencia o actualidad. Lamentablemente la violencia no ha cesado. Lo empecé a cranear en 2013, comenzamos la investigación y rodaje en 2014, y después, desde su estreno en 2016 nunca paramos las proyecciones con conversatorios –solo nos frenó un poco la pandemia–, pero lo emitió la TV Pública y también otros canales del interior del país. Hoy, con los despidos que se vienen sucediendo de las trabajadoras de la Línea 137, se dimensiona la enorme labor que realizan las operadoras, psicólogas, profesionales que reciben la llamada de las víctimas”, explica Perdomo.
Perdomo cuenta que empezó a trabajar en este tema porque le preocupan las violencias naturalizadas: “la ejercida contra las mujeres y niñeces se visibilizó mucho en los últimos años. En el pasado se hablaba de ‘accidentes’ o ‘crímenes pasionales’ y no existía la figura del femicidio. Las noticias cotidianas, que luego se vieron reflejadas en las estadísticas, fue lo que me llevó a tomar la decisión de abordar la violencia machista. Yo ya había conocido a Eva cuando filmé Nacidos vivos, en 2013, sobre la violación del derecho a la identidad y la entrevisté en su despacho del Programa, y cuando surgió la idea de filmar Cada 30 Horas no dudé: la palabra autorizada de Giberti debía formar parte”.
La llamada que atiende Corina Maruzza (una de las despedidas de su trabajo) en la película, cuenta Alejandra, no está ficcionada, “es una comunicación real, que cuando la llevamos por infinidad de ciudades de nuestro país, dejaba muy claro cómo debe ser el abordaje y la recepción del pedido de ayuda de una víctima. Se sumaron las historias de femicidios de casos muy resonantes, en las voces de las madres de Wanda Taddei, Angeles Rawson y Julieta Mena, lo que hizo que la película tomara una dimensión que superó todas mis expectativas”.