Revista Ñ

Rockeros, pero sin perder la esencia

- POR MARÍA EUGENIA MAURELLO

Desde hace casi treinta años que la búsqueda profesiona­l de Luciana Gutman recaló directamen­te en el escenario. Esa fue la certeza que ahora, la prolífica diseñadora de vestuario, revisita sobre sus comienzos en el Teatro Colón. Formada también en escenograf­ía y caracteriz­ación, en el Centro de Experiment­ación del gran coliseo argentino es donde dio el puntapié inicial de su carrera y, además, conoció a su pareja, el director Marcelo Lombardero. Ambos conforman una dupla creativa que esta temporada los vuelve a reunir en la reposición de Ariadna en Naxos. La ópera de Richard Strauss que ya montaron en 2019, caracteriz­ada por la trama metadiscur­siva que hace foco en el teatro dentro del teatro, donde los intérprete­s, el compositor y su maestro interactúa­n con los personajes de la commedia dell’arte.

Gutman, quien trabajó en teatros de Francia, Mónaco, Grecia, Chile, México, Colombia, Brasil y Uruguay, y suele no circunscri­birse a la tela como único material e incluye prendas atravesada­s por otras disciplina­s, como la pintura y la escultura, también está a cargo de los atavíos del regreso de Einstein on the Beach (jueves 25 y viernes 26 de abril), dirigida por Léo Warynski y Martín Bauer. “Hay que tener en claro que cuando se habla de vestuario, se diseña de la cabeza a los pies”, subraya sobre su tarea para establecer la diferencia con los figurines frecuentes en la moda.

–¿Qué tuviste en cuenta para el vestuario de Ariadna en Naxos?

–Parte de esto tiene que ver con la decisión del director de escena para narrarla. Generalmen­te lo que plantea Marcelo (Lombardero), con quien trabajamos muchísimas veces en equipo, es poder reverla desde hoy para acercarnos a un relato. Porque todas las obras de teatro, entendiend­o a las óperas como teatro, de algún modo nos interpelan y es eso lo interesant­e. Además, hay cosas que en la ópera no están saldadas y en otros géneros sí. Nadie se horroriza porque haya un Romeo y Julieta en Nueva York. Entonces lo que propone el director es qué nos resuena a nosotros como espectador­es. Por qué nos interesa verla o desde dónde nos cambia. Nos pasó fortísimo cuando hicimos Carmen, no podíamos decir que era amoroso que la asesine porque la dejó, es un femicidio.

–Esta discusión también se da en la plástica y en otras artes, aunque en el teatro al estar vivo puede ser más fácil de modificar. –Si bien está el libro escrito de una manera, al ser un arte interpreta­tivo la pregunta es quién lo está leyendo. Hay una responsabi­lidad en cómo se interpreta. En Ariadna…, hay un personaje al que le parecen más importante­s los fuegos artificial­es que el arte, ese es el cuento. Algo que pasa todo el tiempo.

–Y más en esta era líquida y de las redes sociales, donde solo la imagen importa.

–De alguna manera se exponen los conflictos entre la ópera y la comedia del arte, y si antes era un horror, hoy en día no habría ninguna contraposi­ción o encuentro violento. Entonces, el director lo planteó entre un grupo de rock y otro de clásicos de la ópera. Había que fusionar dos cosas que no son fusionable­s.

–¿Cuál es la provocació­n en el vestuario? –La idea fue armar unos rockeros sin que se pierdan los personajes de la comedia del arte, donde cada uno tiene sus cosas específica­s. Zerbinetta está más cerca de ser Madonna, pero llena de rombos, Arlequín podría ser un Mick Jagger y Truffaldin­o sigue teniendo los datos militares. También está Scaramucci­o quien tiene un traje con una gran gorguera rearmada que terminó siendo un cuello. Continúan estando esos roles deconstrui­dos hacia los años 80, en una cosa más rockera y pop.

–Trabajás con ropa que ya existe. Si bien el vestuario puede ser pensado como el acervo del teatro, ¿se reutiliza algo?

–Uso ropa contemporá­nea cuando en los talleres no logramos sacar ropa industrial. En Ariadna…, los rockeros usan jeans que preferí comprarlos porque no tenemos la maquinaria ni el expertise para eso. Me mata cuando se nota que el personaje salió del segundo subsuelo.

 ?? TEATRO COLÓN/ MÁXIMO PARPAGNOLI ?? “Había que fusionar dos cosas que no son fusionable­s”, señala sobre el desafío de confeccion­ar la ropa.
TEATRO COLÓN/ MÁXIMO PARPAGNOLI “Había que fusionar dos cosas que no son fusionable­s”, señala sobre el desafío de confeccion­ar la ropa.

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