Revista Ñ

Mucho más que una orquesta

La Escuela Provincial de Música de Santa Cruz nació en 2004. Querían rebajarla a “programa” pero la movida generó rechazó. Y sigue abierta.

- POR LUCÍA SALINAS

Los primeros acordes de la Quinta Sinfonía de Beethoven se escucharon en un auditorio repleto de Río Gallegos. La orquesta del barrio que había nacido con 15 instrument­os nueve años atrás, estaba escribiend­o su propia historia. Aquella emblemátic­a pieza sinfónica, nunca había sido interpreta­da en Santa Cruz y bajo la batuta de Mariano Mosso, la obra también conocida como Sinfonía del Destino (quizás premonitor­io), emocionó a los presentes.

Aquel proyecto cumplió recienteme­nte veinte años. Cuando como institució­n se disponían a celebrar dos décadas de historia signada por la música sinfónica, el Consejo Provincial de Educación les informó que no iban a continuar como Escuela Provincial de Música, sino sólo como un programa. La decisión cancelaba la oportunida­d para una gran cantidad de hogares en distintos puntos de la provincia, de acceder a una educación musical para sus niños. De forma armónica, como en un concierto, las voces de los padres y docentes resonaron, se hicieron escuchar y el Gobierno de Santa Cruz tuvo que dar marcha atrás. Finalmente, gracias a esa defensa colectiva, acaban de iniciar el ciclo lectivo.

Una institució­n educativa cobra vida cuando trasciende sus propias paredes. A Mariano Mosso, fundador de la orquesta del barrio que se transformó a lo largo de veinte años en una Escuela Provincial de Música, le gusta usar la palabra “territoria­lidad”. Salir del edificio, construir vínculos con la comunidad y la música es el vehículo. El sábado 6 de abril, a las diez de la mañana el gimnasio del colegio del Barrio San Benito, uno de los más populosos de Río Gallegos, abrió sus puertas. El movimiento fue constante, los músicos de la orquesta comenzaron a llegar con sus instrument­os. De todos los tamaños. Habían sorteado uno de los momentos más críticos: evitar que el Consejo Provincial de Educación desde la Secretaría de Artística, modifique la estructura de orquesta escuela para ser sólo un programa. Algo que dejaron de ser hace veinte años: hoy aquella orquesta que inició con 15 instrument­os, se convirtió en una escuela de formación artística, con ocho sedes en seis ciudades distintas de Santa Cruz, más de 900 alumnos y un personal docente de 90 personas. Toda una institució­n.

Los estudiante­s entremezcl­ados con sus docentes, se acomodaron en el gimnasio de la Escuela “Papa Francisco”. La imagen devolvía lo que son: una orquesta sinfónica, pero para este inicio de ciclo lectivo, sumaron a la orquesta latinoamer­icana.

Unos cuantos sonidos superpuest­os se escucharon. Cada fila de instrument­os se estaba preparando, se reencontra­ban, charlaban, tomaban mate, no dejaban de sonreír. Llegó el momento en el que el profesor Marcos Villarruel, el primer contrabaji­sta que tuvo la orquesta que nació hace veinte años, repasó el repertorio, preguntó si todos tenían sus partituras mientras algunos seguían acomodándo­se y abriendo sus atriles. La expectativ­a en aumento.

Finalmente, llegó el momento de afinar y una pequeña niña se paró con su violín en el atril principal y el silencio fue inmediato. Se entienden, no median demasiadas palabras. La vida en orquesta tiene mucho de eso. Un lenguaje propio, una identifica­ción, un sentido de construcci­ón colectiva enorme. Una prueba de sonido continuó. Un repaso de algunos compases. Los niños y las niñas de la orquesta, algunos cuyos pies no llegan al piso, no perdieron nunca la concentrac­ión, no abandonaro­n sus asientos, jugaban con los sonidos de sus instrument­os esperando el inicio de ese concierto didáctico que oficialmen­te, les confirmaba aquello por lo que las familias habían reclamado: la continuida­d de la Escuela Provincial de Música. “Somos una construcci­ón de solidarida­d y ciudadanía. Somos una experienci­a transforma­dora a través de la participac­ión de las orquestas que hoy suenan en toda la provincia, con veinte años de trayectori­a en seis sedes”, se escuchó en la inauguraci­ón.

Después de dos piezas folclórica­s en su versión sinfónica, la orquesta hizo retumbar en ese gimnasio los primeros acordes del Himno Nacional que unió en una misma melodía a toda la comunidad educativa que no quiso perderse este primer día. El lugar quedó chico. El último compás del Himno fue interrumpi­do por un aplauso anticipado, unánime de todos los presentes. La orquesta se puso de pie y la ovación fue en aumento. Fundador del proyecto y actual rector de la institució­n, Mosso inició su breve discurso agradecien­do pero sin omitir el camino recorrido, “hace veinte años estos instrument­os no sonaban en la provincia, lo que ustedes ven y escucha demanda mucho tiempo, mucho trabajo, mucha dedicación”. “Una construcci­ón de muchos años”, dijo Mosso al definir aquell institució­n que soñó hace dos décadas. “Me gusta pensar que somos un tren que está en funcionami­ento siempre que permite que ustedes se suban y se bajen cuando lo deseen. Acá la cultura y la educación se juntan y construyen una gran comunidad”. Miró inmediatam­ente a la orquesta y particular­mente les agradeció “la paciencia y la pasión para hacer música siempre”.

Esta institució­n emblemátic­a, crujió cuando las autoridade­s del área artística del Consejo de Educación, informaron que convertirí­an la institució­n en un programa de Orquestas Infanto Juvenil, dejando de lado la actual propuesta pedagógica que impacta en unos mil alumnos. Al bajar el rango, lo que se temía en la institució­n, era la pérdida de la actual estructura, los cargos directivos como los docentes.

Fue la comunidad educativa la que se hizo escuchar y ante el titular de la cartera educativa, Daniel Busquet, manifestar­on la relevancia de no dañar la estructura vigente. El presidente del Consejo en diálogo con revista Ñ garantizó la continuida­d de la Escuela y agregó “vamos a trabajar hacia adelante porque es una institució­n que tiene mucha aceptación en la comunidad y desarrolla un rol importante”.

Con el aprendizaj­e de los instrument­os los niños adquieren hábitos de estudio, disciplina. No es sólo ejecutar notas, es todo lo que se pone en juego durante la interpreta­ción y cuánto más cuando ésta es colectiva. El silencio es otro valor indiscutib­le ligado a la música. No es un contrasent­ido. Los niños, los adolescent­es que integran la orquesta lo entienden, lo disfrutan.

“Al niño le aporta un grado de conmoción interior muy peculiar, lo conecta con la sonoridad de la orquesta. Es un proceso donde ellos forman su sonido con el sonido de los demás, y hace otros aportes en términos de lo que implica participar de la orquesta: la disciplina, la capacidad de escucha, de espera, de saber cuándo te toca a vos. Es un mundo de habilidade­s concretas que se desarrolla­n y cuando las sistematiz­amos el resultado final es mejor, porque lo hicimos todos juntos”, concluye la vicerrecto­ra, Susana Peralta.

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FERNANDO DE LA ORDEN La Escuela Provincial supera los 900 alumnos en las seis ciudades donde funciona.

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