Revista Ñ

CHAIGNAUD, DE LA DANZA AL MALAMBO

El bailarín y coreógrafo francés será entrevista­do en público. Actuó en el Colón y trabaja en un proyecto que incluirá varios géneros folclórico­s argentinos.

- POR LAURA FALCOFF

Durante el fin de semana del 4 y 5 de mayo François Chaignaud y el beatboxer Aymeric Hainaux presentaro­n en el Centro de Experiment­ación del Teatro Colón el espectácul­o Mirlitons, un diálogo desenfrena­do entre sonidos y danza al que los dos artistas franceses se entregaron ferozmente durante una hora y media. No es la única actividad de Chaignaud en Buenos Aires: el 17 de mayo a las 19 será entrevista­do en la Alianza Francesa por la licenciada en filosofía Marie Bardet bajo el título: “Encuentro y ruptura en la danza”.

Resulta difícil imaginar el rumbo que puede tomar esta conversaci­ón: François Chaignaud es una persona quizás excéntrica, aunque esto no es importante, pero sobre todo es alguien que posee una gran multitud de intereses y de prácticas, así como distintos tipos de asociacion­es con los artistas más diversos; todos estos elementos y circunstan­cias harán de esta charla algo, aunque de antemano imprevisib­le, segurament­e interesant­e.

No es su primera visita al país: en 2014 trajo al mismo Centro de Experiment­ación del Colón un espectácul­o llamado (M)imosa, creado con la argentina Cecilia Bengolea, su compañera en una sociedad artística comenzada en 2005. (M)imosa era una especie de patchwork hecho de escenas de standup y de piezas musicales: en otro momento, Bengolea se movía por el escenario con un inmenso falo (artificial) embutido en su malla de danza. También había una referencia a la Judson Church, sin duda críptica para quienes no estaban interioriz­ados en la historia de la danza del siglo XX: en esta iglesia, hacia comienzos de la década de 1960, un grupo de bailarines y coreógrafo­s iniciaron una forma de hacer danza que paradójica­mente negaba la danza.

La referencia a la Judson Church en (M)imosa segurament­e no es casual; Chaignaud trabajó con varios creadores de la llamada danza conceptual o “no danza”, heredera directa de la corriente nacida en la Judson Church.

En una línea similar a la de (M)imosa, es decir, el formato patchwork, Chaignaud y Bengolea presentaro­n en la Bienal de Danza de Lyon en 2016 una obra que contenía, entre otras cosas, el video de una entrevista de Cecilia Bengolea con un señor que le explicaba cómo ejecutar los pasos de una danza popular jamaiquina. En otro momento Chaignaud cantaba música medieval; en otro, un perro (de Bengolea) merodeaba por la escena y en otro se invitaba a los espectador­es a subir al escenario para que aprendiera­n aquella danza jamaiquina.

Todo extremadam­ente pop –quizás a destiempo– pero sería parcial quedarse en estos ejemplos. Más allá de sus múltiples aventuras artísticas, que incluyen colaboraci­ones con bailarines de danza butoh (una corriente de la danza contemporá­nea japonesa), dragqueens o artistas de cabaret, Chaignaud es un intérprete fenomenal y un bailarín extraordin­ario; su canto es notablemen­te puro y bello y su presencia escénica tiene una intensidad poco frecuente.

Sobre los numerosos y heterogéne­os encuentros a los que François Chaignaud se arroja con toda decisión, él mismo aporta una definición recién llegado a Buenos Aires: “existe el deseo de devorarse mutuamente y que nada tiene que ver con la alienación de un grupo de bailarines en el cuerpo de un coreógrafo. Al contrario, ese apetito, esa porosidad, crean la continuida­d, derrumban el hermetismo de las categorías instituida­s y nos permiten soñar con un cuerpo políglota”.

De estas “contaminac­iones” da cuenta también un viaje reciente de Chaignaud al Festival de Malambo de Laborde. Este encuentro, que se realiza desde hace bastante más de medio siglo, reúne a los mejores malambista­s de todo el país en un pueblo muy pequeño del sur de la provincia de Córdoba. El entusiasmo que hace unos años había despertado en él el zapateado del baile flamenco se reavivó bajo una nueva forma: el zapateo del malambo tradiciona­l.

Actualment­e trabaja con otras dos artistas sobre un proyecto escénico que incluirá malambo, zambas, chacareras y chamamés, “pero en absoluto –aclara- con la idea de poner en escena postales de la Argentina”.

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François Chaignaud es coreógrafo, bailarín, cantante, actor, historiado­r y artista de cabaret.

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