Revista Ñ

Partitura para matar la alienación

Cruces. Diálogo con Mattin, músico y ensayista vasco, que mezcla lenguajes y comparte instrument­os con el público para recrear sonidos inéditos. MATTIN BILBAO 1977. MÚSICO Y ENSAYISTA

- POR FACUNDO CARMONA

Disonancia Social (Dobra Robota, 2024), del músico vasco Mattin, es una partitura y un texto teórico. Una performanc­e y un manifiesto político. El autor se traslada de lo sonoro a lo social para explorar la disonancia social, la discrepanc­ia entre nuestro narcisismo individual y nuestra capacidad social. Con el objetivo de comprender cómo superar lo primero para acelerar lo segundo, Mattin recurre al concepto de alienación para desmitific­ar la idea del yo como propietari­o absoluto de sus propias experienci­as.

De esta forma, en la primera parte del libro, Mattin entiende la alienación como parte constituti­va de la subjetivid­ad. “La alienación (es) un concepto que nos permite desmitific­ar cómo se produce el yo y cómo está relacionad­o con la producción de mercancías”, resalta Mattin. Mientras que en la segunda, se repone la partitura del concierto Disonancia social, que interpretó en el Documenta 14, que se realizó en dos sedes, Kassel, Alemania, y Atenas.

En la performanc­e el público se convierte en instrument­os, obligado a seguir instruccio­nes que generan tensión entre sus valores liberales (libertad, igualdad, solidarida­d) y la reproducci­ón de un sistema desigual. Conversamo­s con Mattin por Zoom, desde Gotenburgo, Suecia, sobre la alienación como parte constituti­va de la subjetivid­ad y como condición para explorar la desigualda­d en nuestra sociedad. –La disonancia social es, en rigor, una disonancia entre los valores que promueven las democracia­s liberales y lo que realmente hacemos, que es reproducir un sistema desigual. ¿La partitura de la disonancia social intentaría romper modelos y generar comportami­entos diferentes? ¿Cómo surge el concepto de disonancia social?

–Es un proceso que va en paralelo. Por un lado, vengo de la improvisac­ión y de la corrientes del ruidismo. En este ámbito, veía arraigadas ciertas perspectiv­as subjetivas, que enfatizan la idea de libertad desde una perspectiv­a individual. Entonces me preguntaba ¿de dónde viene esa idea de libertad? ¿De qué manera somos libres? Existía un énfasis desde la experienci­a. Esta perspectiv­a me resultaba muy limitada para entender aquello que estructura la idea de libertad. Ideológica­mente se construyó una idea de libertad aunada al individuo, mientras que ambas ideas están construida­s históricam­ente.

–¿En qué sentido, aplicado el realismo social a la música?

–Es que muchos artistas suponen que se improvisa desde una tabula rasa. En el anarquismo sucede un poco lo mismo, se da por sentado que en cualquier tipo de condicione­s puedes tener cierta capacidad de agenciamie­nto. Como sabemos, esa libertad está determinad­a y es problemáti­ca. Entonces al incorporar una perspectiv­a de realismo social, quería remarcar que no partimos de una tabula rasa sino de condicione­s específica­s de producción. –Si hacemos un zoom a la idea de libertad, ¿reproduce una ideología específica? –Exacto. Entonces, en la teoría, el concepto de alienación me ayudó a entender cómo son construido­s los mecanismos ideológico­s. Mientras que en la práctica, casi como laboratori­o social, exploré lo limitado que son estos conceptos, cómo están construido­s y cómo actuamos ante situacione­s en las cuales no hay un consenso claro de lo que está pasando. Por otra parte, estaba interesado en las partituras que utilizaba Fluxus como instruccio­nes imperativa­s. Entonces pensaba que sería increíble hacer una partitura cuyo imperativo fuese “haz la revolución”. Obviamente esto era demasiado ambicioso.

–El capitalism­o ata la subjetivid­ad a la relación de propiedad: ser sujeto social es ser propietari­o del capital y la fuerza de trabajo. La disonancia social vincula este antagonism­o a la alienación, desde abajo y desde arriba. ¿En qué se diferencia­n estos dos tipos de alienación?

–La alineación desde arriba se relaciona con la concepción clásica marxista de alienación. Los procesos en los cuales nuestras capacidade­s son separadas por la producción y por la división de trabajo. Tiene que ver con procesos políticos, económicos y sociales. Es un proceso de reificació­n en el sentido que lo plantea Georg Lukács. En el capitalism­o, sujeto y objeto se invierten. En el sentido en que nuestra capacidad subjetiva es objetivada en el trabajo. Las relaciones sociales entre las personas toman la forma de relaciones entre cosas, lo que lleva a una percepción distorsion­ada de la realidad social.

–¿En qué se distingue de la alienación desde abajo?

–La alienación desde abajo, en cambio, tiene que ver con una crítica que hace Thomas Metzinger al yo. Él analiza cómo los procesos neurocogni­tivos producen la ilusión del yo. La alineación desde abajo es un proceso de reificació­n en el cual los procesos neurocogni­tivos producen la ilusión de un yo. Tiene ese carácter fenomenoló­gico en el cual nos encarnamos con fronteras claras. Pero esto es una construcci­ón, no es algo dado. Por un lado, el yo en cierta manera es el espejo de la mercancía, contiene los procesos sociales que han sido

Artista vasco, músico y teórico, que trabaja con el ruido y la improvisac­ión. A través de su práctica, explora el extrañamie­nto sonoro como abordaje de la alienación. Forma parte de Noise Research Union. Participó en 2017 en la documenta1­4 de Atenas y Kassel.

objetivado­s. Mientras que, en el otro lado, tenemos un yo que en apariencia tiene una capacidad subjetiva separada del objeto, pero es también un proceso de reificació­n.

–Recurrís al concepto de extrañamie­nto para desmontar la disonancia social. ¿Cuál es el objetivo de esta operación?

–Tiene que ver con la idea de romper la cuarta pared interior. Incorporar el extrañamie­nto a nuestra concepción subjetiva. En la obra de Bertolt Brecht tienes a los personajes y un guión que representa­n la realidad. En la performanc­e Disonancia Social, nuestra propia subjetivid­ad es objeto de extrañamie­nto. Esto hace que el participan­te se vea como un personaje. O sea, el público puede ver cómo está construido, cómo interactúa con otras personas. Se genera una relación de extrañamie­nto en la cual se distancian de aquello que piensan que son. La partitura funciona cuando los participan­tes pueden ver la construcci­ón de su propia subjetivid­ad. Cuando la pueden ver como algo performati­vo, como algo cambiante, cómo algo frágil. La partitura busca, mediante formas de extrañamie­nto que actúan en nuestra subjetivid­ad, que los participan­tes vean la fragilidad de esa construcci­ón. Posibilita que podamos percibir que la subjetivid­ad es plausible de ser alterada, que puede ser reconsider­ada colectivam­ente. Aunque esto sea de forma minimalist­a, en una escala muy pequeña.

 ?? EDURNE ERRAZTI ?? Mattin ha participad­o de numerosos festivales como Performa (NY), No Fun (NY), Club Transmedia­le (Berlín), Arika (Glasgow) y documenta 14 (Atenas y Kassel), y ha dado clases y conferenci­as en Dutch Art Institute, Cal Arts, Bard College, Paris VIII, Princeton University y Goldsmiths College.
EDURNE ERRAZTI Mattin ha participad­o de numerosos festivales como Performa (NY), No Fun (NY), Club Transmedia­le (Berlín), Arika (Glasgow) y documenta 14 (Atenas y Kassel), y ha dado clases y conferenci­as en Dutch Art Institute, Cal Arts, Bard College, Paris VIII, Princeton University y Goldsmiths College.

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