Devenir peste
INosotrxs, que somos dos conviviendo, decidimos tener un estricto orden de encuentros. A las seis y media de la tarde, incursión y avistaje en la terraza; a las diez de la noche, hora de baile o cine. Desde las doce del mediodía hasta las seis de la tarde, momento de lectura, franja horaria que habilita, con toda justicia, a denunciar al otro por ruidos molestos e interrupciones innecesarias. Si se da lugar a un encuentro casual en el pasillo entre esas horas es obligatorio un chiste, leve o pendenciero, cosa de no perder las virtudes de la bufonería. Por supuesto que no hay ho- rario de cena ni de almuerzo estipulado: baste con que algunx se ponga a cocinar para que el otro lo siga en la misma arritmia. Entre las nueve de la mañana y las doce del mediodía se sirve el desayuno. Por lo demás, ansiedad, desidia y hambruna como las plagas generales del espacio.
Desde el primer día de acuartelamiento me puse como objetivo recomendar hasta el hartazgo Fitzcarraldo, de Werner Herzog, de la que sigo creyendo que es una de las mejores puestas de la historia del cine. Cualquiera que la haya visto sabe a lo que me refiero. El cine alemán puede tener grandes elegancias y esta es una de ellas. Lo que más me atrae del argumento es que desmiente categóricamente aquello de que el Capital ha logrado colonizar la naturaleza toda. El Amazonas sigue siendo, en vastos territorios, no sólo imposible de penetrar, sino que continúa representando un peligro para la vida ante un gran ensayo de lo que pueden las tecnologías a distancia. No sólo internet se ve favorecido en esta coyuntura sino que caemos en la cuenta del rol todavía central que tienen en nuestras vidas los televisores. Si la conquista del tiempo, la colonización de la memoria y la atención se ha convertido en el verdadero objetivo estratégico de las nuevas tecnologías, estamos ante un momento cúlmine de experimentación. Todo lo que se ha hecho hasta ahora como intento de modular nuestra relación con el tiempo se pone a prueba.
“A pesar del manifiesto miedo a la pandemia gripal –decía Byung-Chul Han en La sociedad del cansancio– actualmente no vivimos en la época viral. La hemos dejado atrás gracias a la técnica inmunológica. El comienzo del siglo XXI, desde un punto de vista patológico, no sería bacterial ni viral, sino neuronal”. Y sigue: “El paradigma inmunológico no es compatible