Pagina 12 - Rosario 12

Alrededor del encierro

- Por Hernando Quagliardi

@

Cada vez que suena el teléfono fijo me acuerdo que tengo esa línea. La conservo solo por él, porque es el único que llama. Él, es Trevisano y no lo atiendo, circunstan­cia que va colocarme en problemas. Es posible que de no estar en aislamient­o, Trevisano no llamara, o que de haberlo hecho, dispusiera yo de un elenco variado de excusas que superaran a la que habré de rebajarme. Es que justo ahora tengo entre mis manos una edición hermosamen­te encuaderna­da de Viaje alrededor de mi cuarto del conde Xavier de Maistre y no quiero distraerme.

Tomo notas: “una nueva manera de viajar que introduzco en el mundo... que no cuesta trabajo ni dinero”. El conde está encerrado y satisface nuestra curiosidad por las razones de la clausura: se trata de eso que antes se llamaba un “lance” lo han condenado a estar 42 días recluido en su habitación con sus plumas y libros, sus ganas de reflexiona­r, sus gustos y valores. Por eso decide emprender la escritura de una obra que es un viaje, sin materia ni esfuerzo. ¡Tengo que seguirlo! Pero suena otra vez el teléfono.

–¿Qué estaba haciendo? –Estaba en el baño, no lo oí. –No le creo. No importa. ¿Se dio cuenta de la decadencia? –Bueno, es un término amplio... –Estoy hablando de literatura. –Como siempre.

–No veo razón para no hacerlo. –Justamente estaba leyendo a De Maistre. Y no me diga que lo hago para escribir sobre el encierro. Es que ese libro está siempre por aquí, entre las cosas de mi escritorio, y lo retomo de vez en cuando.

–Bueno, es preferible hablar de las cosas que hay en un escritorio que de otros artefactos. ¿Llegó al capítulo del sueño del conde, donde comparecen Platón, Pericles, Aspasia, Hipócrates y un médico italiano con su peluca de notable?

–Lo estaba buscando en el momento que usted llamó– mentí.

–¿Lo tiene a mano? Lea lo que dice el médico cuando arroja la peluca al fuego, por favor.

–Espere un segundo…. debe ser esto. A ver: “pero las ridiculece­s y las preocupaci­ones son en tan grado inherentes a nuestra miserable naturaleza, que todavía nos siguen un tiempo más allá de la tumba.” Claro, en el sueño la charla se

–No suelo pensar en Pascal –respondo imitando la sombra del Escritor Mayor en reportajes.

–Sobre todo en el cuarto de baño. Bueno, hago mal, pero si no completo la serie me quedaré atragantad­o. Ahí tiene también a Nerval, el “loco” Nerval. ¡Qué poeta! Fue un gran viajero, pero curiosamen­te dicen que se arrepintió de esas aventuras que eran para él una experienci­a triste; perder ciudades, dejar atrás todo el universo imaginario que se había creado con libros, cuadros y sueños.

Trevisano es así, inocula venenos. No voy a escribir sobre viajes, no en este momento, le digo. Quiero pasar a otro tema.

 ?? AFP ??
AFP

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina