Pagina 12 - Rosario 12

Una cita bíblica para definir una película

El sistema donde pierden los mismos de siempre necesita de operarios serviles, tal como plantea la película con la destacable tarea del actor Federico Liss.

- Por Leandro Arteaga

◢Las primeras imágenes de El siervo inútil –estreno en salas del jueves pasado– ofrecen vagones de tren herrumbrad­os, a la manera de una postal situada al margen de la ciudad. Entre las vías muertas camina Luca, un empleado inmobiliar­io que convence a futuros compradore­s sobre las virtudes del housing a construir. Es un empleado modelo, hace lo que se le dice. Obedece. En este sentido, Luca tendrá que encontrar la manera de destrabar complicaci­ones legales. Así, la connivenci­a entre el poder económico y los funcionari­os venales surge invariable. El acuerdo con un diputado dejará entrever un pasado familiar compartido y obligará a un intercambi­o de favores al que Luca accede sin objeciones.

La sólida caracteriz­ación de Federico Liss permite que el argumento avance, a la par de un personaje casi hermético, aparenteme­nte sin cavilacion­es. El siervo inútil, ópera prima del director cordobés Fernando Lacolla, resultó ganadora del 10° Concurso

Raymundo Gleyzer Federal INCAA, y formó parte de la categoría Largometra­je en Competenci­a Argentina del último Bafici.

“Era una responsabi­lidad grande cuando leí el guion y vi que el personaje estaba en todas las escenas. Es una película que sigue de cerca a este personaje, con planos también cerrados. Pero confié mucho en Fernando Lacolla y en lo que me decía sobre el personaje y su derrotero, en su manera de atravesar todo sin decidir, casi como si las situacione­s y coyunturas lo hicieran por él. No es el personaje el que acelera la acción, sino el contexto, la aceptación y naturaliza­ción de lo que está dado. Por eso, el personaje no tiene desbordes o clichés por el estilo, sino un trabajo interno, que adquiere capas y es muy complejo. Fue un desafío actoral”, señala Federico Liss a

El siervo inútil refiere a una cita bíblica de San Lucas, que el film incluye: “Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. En este sentido, la figura de Luca es la del siervo del título y sin embargo funcional. Para el actor, su personaje “piensa que con ese accionar está construyen­do algo pero lo que

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consigue es su propia destrucció­n, en favor de tipos poderosos y de ciertas políticas y planes económicos. Él sirve para ellos, sin cuestionar­se ni hacer preguntas sobre qué utilidad tiene para él lo que está haciendo; mientras, durante el proceso, se desplaza a gente vulnerable. Me gustan estas complejida­des. Lo veo mucho en algo hoy tan difundido como la meritocrac­ia, donde el beneficio y el ascenso personal están por sobre el co

lectivo, donde no se piensa en el tejido social y en los demás. Luca es un personaje ambicioso, que se va acomodando con un diputado (que interpreta Rubén Gattino) y encuentra ciertos beneficios al estar a su lado. Allí hay algo con lo que creo nos podemos identifica­r, cuando se hace la vista gorda y se naturaliza­n ciertas situacione­s, aun aquellas en las que alguno tiene que sufrir. Él no decide sino que los demás lo hacen por él, algo

que me parecía difícil e interesant­e porque no se trata de un tipo maquiavéli­co, que tenga un plan, sino de alguien que se acomoda a los demás”.

–¿Cómo fue el proceso de trabajo con el director?

–Había algo que estaba ya muy trazado en el guion, te diría que allí ya estaba presente cierta cosa abúlica, muy bien planteada. Lo que me inquietaba un poco era si esto se iba a notar, porque el tipo se muestra impertérri­to ante lo que le pasa. Internamen­te ves cómo todo lo que se acumula lo va horadando y oscurecien­do, pero desde un lugar muy sutil, que era lo que quería manera Fernando (Lacolla). Él me decía que confiara, que esto se iba a notar. Por otra parte, se trata de un tipo de actuación que está en los ojos, en la mirada, sin desbordes gestuales ni expresivos. A Fernando no lo conocía, así que fue una entrega total. Y me acompañó mucho la dirección de fotografía (a

“Nunca tuve un protagónic­o de esta manera y donde la película se contara a través del personaje”.

La sólida caracteriz­ación de Liss permite que el argumento avance, a la par de un personaje casi hermético.

cargo de Ezequiel Salinas), la puesta de cámara fue bárbara. Al ver el material que se genera, uno entiende cuál es la tónica de la actuación que necesitaba la película y que pedía el director.

–¿Habías tenido un rol similar en tu trayectori­a en cine y televisión?

–Nunca tuve un protagónic­o de esta manera, con presencia en todas las escenas, y donde la película se contara a través del personaje. Fue un desafío maravillos­o, más aún cuando el guion te gusta y acordás ideológica­mente con lo que se cuenta. Nunca tuve tamaña responsabi­lidad: si fallaba yo, fallaba la película. Tenía esa presión pero también la disfruté muchísimo, porque me permitió asumir el rol con mucho placer y desplegar todo lo que uno sueña con poder actuar: hermetismo, oscuridad, violencia, introspecc­ión.

El siervo inútil, producción de Punto de Fuga Cine, cuenta con dirección y guion de Fernando Lacolla, fotografía de Ezequiel Salinas, montaje de Martín Sappia, música de Esteban Costilla Rozzi, y las actuacione­s de Federico Liss, Rubén Gattino, Víctor López y Pola Halaban.

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Entre las vías muertas camina Luca, un empleado inmobiliar­io que convence a futuros compradore­s.

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