Magia de palabras que cantan
Poeta brasileña radicada en Rosario a mediados de la década pasada, hoy Magíster en Literatura Argentina por la Universidad Nacional de Rosario, Paola Santi Kremer publicó además Una pérola en el centro de mis piernas (Buenos Aires, Caleta Olivia, 2018). Este nuevo título, Desubicada, conlleva una ambigüedad que refiere en el habla coloquial a la torpeza social, pero que en la letra muerde lo existencial. En la primera sección, “Suena una voz desde la frontera”, se arma la imagen de la poeta como extranjera enamorada: desubicada, deslocalizada, sin anclar siquiera en una identidad de desarraigo, creadora de una lengua poética desterritorializada, no habla de la extranjería absoluta ni de la relativa; esto es otra cosa. Es habitar la frontera, si fuese posible. Es quedarse por amor.
“A una turista nada la asombra / porque la extrañeza es esperada [...] A una migrante todo le es extraño/ porque busca casa en todas partes”, escribe Santi Kremer en uno de los poemas del libro, “Apuntes sobre viajes”. Su poesía canta con humor y erotismo el cuerpo femenino, el amor entre mujeres, la libertad de las pibas que juegan al fútbol y corretean en bicicleta.
En “Tormenta”, dedicado a Morena García, denuncia la transfobia y confraterniza: “Créanme / esto es una fiesta / Créanme / esto es una guerra”. La fiesta y la magia son insistencias literales en esta poesía mutable, centrada en la idea de transformación: “Soy la transformación / de la vida y del mundo / soy la fiesta / que nunca vas a olvidar”. Hasta la diversidad entre especies tiene su poema-cuento propio.
Cada idioma tiene sus propios sonidos. Paola Santi Kremer los mezcla en un cóctel embriagador. El inglés, el portugués, el griego, abren el juego: “juego americano”, “ketchup”, “look”... y he ahí el pasaporte, la llave de salida del monolingüismo que engrilla las palabras a las cosas. Para hablar de lo que cae, ella lanza el poema al fondo del poema. Para hablar de quien se sumerge, mezcla en un cóctel sus dos idiomas como aguas. Es recurrente el gesto de golpear a la puerta: “si apokálypsis es quitar el velo / yo estoy a la puerta y llamo”.
La influencia de la poesía vanguardista brasileña tuvo un rol muy importante en esta obra. Paola no dice las cosas del mundo: sus palabras hacen mundo. No hablan sobre las cosas del mundo sino entre ellas. Entre dos lenguas, en la zona de frontera, ella lleva al extremo y más allá el proyecto modernista y vanguardista de hacer de la poesía la lengua extranjera absoluta. Bate los sonidos, añade tildes foráneas, desestabiliza el sistema mismo de lo idiomático en una lengua edénica, anterior a la caída en la separación imagen/signo.
La utopía vanguardista se realiza, así, en el poema. Su resto logrado es la iconicidad, que es hacer que las palabras hagan (plásticamente, musicalmente) eso que dicen. Casi magia: poner las palabras a cantar.