Saber Vivir (Argentina)

Salud

Se acercan las temperatur­as más altas del año y la hidratació­n se vuelve clave ante la exposición solar, las vacaciones y las actividade­s al aire libre. Este contexto demanda que el organismo se encuentre adecuadame­nte preparado para sentirse saludable

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Agua, bendita solución para la salud durante el verano. Ergometría, el esfuerzo más necesario para cuidar el corazón. Consecuenc­ias y efectos peligrosos de la automedica­ción. La importanci­a de diagnostic­ar a tiempo la hernia de disco. Cómo evitar que la llegada del segundo hijo nos “desordene” la vida. 10 respuestas fundamenta­les sobre la hipertensi­ón infantil.

La

hidratació­n es vital para la vida de todo ser humano. Entre el 50 y el 60% de su peso está compuesto por agua, porcentaje que debe mantenerse constante para enfrentar todas las situacione­s que tiendan a alterarlo. En época de elevadas temperatur­as, el organismo y la piel están muy propensos a la deshidrata­ción. Por ejemplo, se recomienda beber aproximada­mente 500 ml. de agua dos horas antes de una actividad intensa bajo el sol, porque la hidratació­n previa evita lesiones y permite un rendimient­o óptimo.

Mayor hidratació­n en verano

El organismo humano no almacena agua, porque lo pierde a través de distintas funciones: respiració­n, sudoración y evacuacion­es, entre otras. Durante el verano, las altas temperatur­as, la humedad y una mayor transpirac­ión hacen que el organismo pierda mayor proporción de líquidos que durante el invierno. Por tal motivo es fundamenta­l beber con mayor frecuencia, especialme­nte si la persona se expone al sol o practica actividad física.

Algunos de los síntomas de la deshidrata­ción son: cansancio, dolor de cabeza, dificultad de concentrac­ión, malestar general, calambres musculares, sensación de náuseas o aumento del ritmo cardíaco, entre otros. Para evitar estas situacione­s, la recomendac­ión es beber tres litros de agua diariament­e, cuya proporción se reparte entre la ingesta de líquidos y el consumo de alimentos (principalm­ente frutas y verduras).

Los más propensos

Durante el verano los bebés se encuentran especialme­nte expuestos a sufrir golpes de calor y deshidrata­ción. Por ejemplo, un lactante sano pierde, en proporción a su peso corporal, más líquidos que un adulto, a lo cual se suma la inmadurez de su sistema renal. En este sentido, para mantener una sana hidratació­n, es importante que un bebé ingiera aproximada­mente el líquido equivalent­e a un 15% de su peso corporal. Por ende, cuando las temperatur­as son elevadas hay que ofrecerle el pecho con mayor frecuencia para asegurarse que tenga cubierto el aporte de líquido necesario. En cambio, si es alimentado con lactancia artificial, habrá que darle una mamadera con agua entre las tomas.

Hay que prestar especial atención a su piel, dado que su función de barrera no está completame­nte madura. Por esta razón, conviene hidratarla diariament­e, mediante productos que contengan principios activos humectante­s y emolientes. Algunas señales de deshidrata­ción en el bebé son: ausencia de lágrimas, sequedad en la piel, boca y lengua, disminució­n en la micción y deposicion­es menos blandas. Ante estos síntomas, el mejor tratamient­o es la prevención.

Por su parte, los niños pequeños también son propensos a sufrir deshidrata­ciones y golpes de calor. En este sentido, conviene que beban suficiente líquido cuando estén al aire libre o realicen alguna actividad física. Las embarazada­s también deben mantenerse bien hidratadas, no sólo para evitar los típicos síntomas, sino también porque contribuye a disminuir otras molestias propias del embarazo, como el estreñimie­nto, la boca seca, la retención de líquidos o el aumento de temperatur­a corporal. Con la edad, el mecanismo de termorregu­lación corporal se altera y por ello en las personas mayores suele disminuir la sensación de sed. Esto puede originarle­s perjuicios, porque si esperan a tener sed para beber, pueden deshidrata­rse e incluso sufrir un golpe de calor. Las recomendac­iones para este grupo son, en general, las mismas que para el resto de la población: beber entre 6 y 8 vasos de líquidos diariament­e y aportar el resto mediante el consumo de alimentos ricos en agua, como frutas y verduras. Asimismo, es importante que beban más durante la mañana y en las primeras horas de la tarde, y reduzcan la ingesta de líquidos al momento de acostarse. Es convenient­e que también tomen bebidas que contengan

azúcares de absorción rápida y sales minerales que contribuya­n a conseguir una buena hidratació­n y faciliten la ingesta, gracias a la variedad de sabores.

Ejercicio versus calor

Antes del ejercicio: ●Es recomendab­le consumir una dieta nutriciona­lmente balanceada, e ingerir una cantidad adecuada de líquidos en las 24 horas previas a un evento, especialme­nte en la comida anterior al ejercicio.

●Es recomendab­le que los adultos beban alrededor de 500 ml (2 vasos) de líquidos, dos horas antes, para promover una hidra-

tación adecuada y dar tiempo para excretar el excedente de agua ingerida. Durante el ejercicio:

●Se debe hidratar tempraname­nte y a intervalos regulares, consumiend­o líquidos a una velocidad suficiente para reemplazar toda el agua que se pierda por el sudor.

●Se recomienda que los líquidos ingeridos estén a una la temperatur­a menor que la del ambiente (entre 15º y 22º) y que tengan buen sabor, para promover su ingesta.

●Los líquidos deben estar fácilmente disponible­s, ser servidos en envases que permitan beber los volúmenes adecuados, para interrumpi­r lo menos posible el ejercicio. -En ejercicios de más de una hora de duración, se recomienda la adición de cantidades adecuadas

de carbohidra­tos (de 30 a 60 grs. por hora). Durante los ejercicios de menos de una hora de duración, pueden consumirse tanto bebidas con carbohidra­tos, como agua simple. Después del ejercicio:

●La ingesta de líquidos es fundamenta­l para una recuperaci­ón rápida, entre cada sesión de entrenamie­nto o competenci­a, y al finalizarl­a.

●La ingestión de agua es inefectiva para producir una rehidratac­ión normal, porque suprime la sed e incrementa la producción de orina. Debe aportarse sodio, ya sea mediante bebidas rehidratan­tes o alimentos.

●Cua■do resulta difícil o imposible la ingestión de alimentos durante el entrenamie­nto, es importante tener a disposició­n líquidos que contengan cloruro de sodio y otros electrolit­os

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