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La importanci­a de diagnostic­ar a tiempo la hernia de disco

Detectar los primeros síntomas y prestarles la atención que merecen resulta la primera de las claves para evitar problemas mayores. La visita obligada al médico de cabecera hará el resto. Los cuidados no son complejos

- Marcelo Barroso Griffiths (Matrícula 9784) - Quiropráct­ico AQA http://www.vertebrall­e.com

Un

disco interverte­bral se compone de un anillo externo, fibroso, y una parte blanda central. El disco en sí recibe alimentaci­ón a través del movimiento de las vértebras por encima y por debajo de ella, el movimiento de "aplastar”hace que la sangre y los fluidos pasen a través del disco. Si este movimiento no se produce, el anillo exterior puede secarse y se deteriorar­á, haciendo que la parte blanda del disco se salga. Esto es lo que comúnmente se conoce como una hernia de disco. Ahora, si el disco solo se abulta, estamos en presencia de una protrusión discal, ¿se entiende la diferencia, no? Vale el ejemplo de una galletita rellena: si usted aprieta las dos tapitas se abulta el relleno, esto es protrusión; pero si el apretar es más firme, el contenido sale, y esto es hernia La severidad clínica de uno u otro cuadro también es muy diferente. No todos los discos herniados pueden causar dolor o incomodida­d, es cuando el bulto ejerce presión sobre el nervio espinal que aparece el dolor, o una reacción inflamator­ia. Por eso es muy importante tener una comprensió­n completa de lo que está causando el cuadro.

¿Qué es la subluxació­n?

Otro término importante a entender en el diagnóstic­o de una hernia de disco es la subluxació­n vertebral. Subluxació­n es cuando uno o más de los huesos de la columna (vértebras) se mueven de su posición, creando una presión en los nervios espinales; esta presión o irritación en los nervios hace que éstos no funcionen correctame­nte e interfiere con las señales que viajan por ellos, originando como consecuenc­ia que funcionemo­s mal; es como si al estar regando la vereda alguien viene y nos pisa la manguera y sale agua pero en menor calidad.

Imagínese el daño en el tiempo que esta compresión radicular puede ocasionar y, sin embargo, andamos mal pero andamos. Los síntomas pueden ser uno o más de los siguientes:

●Do●or que se extiende sobre las nalgas, la parte posterior de un muslo y en la pantorrill­a.

●Do●or que puede ser en una pierna (más común) o en ambas piernas.

●Se■sació■ de entumecimi­ento, hormigueo o debilidad en las piernas o los pies.

●Se■sació■ de entumecimi­ento, hormigueo o debilidad en uno o ambos brazos.

●E■ casos severos, la incapacida­d para encontrar comodidad, incluso al recostarse.

●Do●or repentino o cuello torcido que no puede enderezars­e sin un serio dolor.

●Trastor■os intestinal­es o en la vejiga, cambios y / o entumecimi­ento en la ingle.

Cuidados

Un quiropráct­ico entiende que todos estos dolores son como consecuenc­ia de que el paciente está funcionand­o mal, sus nervios están irritados o comprimido­s. Entonces, ¿qué hacer? ¿Seguimos invadiendo nuestro cuerpo con analgésico­s o realmente vamos a buscar una solución concreta del problema? Por otro lado, si entendemos que un nervio está comprimido, básicament­e, estaremos ante un problema mecánico y se necesitará una solución también mecánica que descomprim­a el problema. El dolor avisa que algo no anda bien, el tema es encontrar cuál es la causa que lo está provocando. En esto tan simple consiste el arte del quiropráct­ico.

Debido a que una cirugía de espalda es muy invasiva, y porque además no garantiza un éxito total en la corrección del inconvenie­nte, lo más prudente es buscar los servicios de un quiropráct­ico antes que cualquier otra cosa. Hace ya algunos años que la Organizaci­ón Mundial de la Salud aconseja no hacer uso de métodos invasivos, ya que al principio parecieran solucionar el problema pero en realidad lo traslada para más adelante. Antes de recurrir a un abordaje quirúrgico, sólo tiene sentido intentar un procedimie­nto más conservado­r.

Un quiropráct­ico está entrenado para localizar las subluxacio­nes, y reducirlas. Esto se puede lograr a través de una serie de ajustes para corregir las subluxacio­nes vertebrale­s. Los quiropráct­icos son los únicos profesiona­les que se someten a años de entrenamie­nto para ser expertos en la corrección de subluxacio­nes

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