Cómo evitar que la llegada del segundo hijo nos “desordene” la vida
Vuelven las noches sin dormir, las preocupaciones lógicas por el cuidado del bebé, los cambios de horarios y la readaptación al nuevo integrante de la familia. Pero hay una ventaja que no se debe subestimar y que ayudará a la organización: la experiencia
Con
la llegada del primer hijo la casa se invade de objetos de bebé; hay que convertirse en experto/a cambiador de pañales, chef de deliciosas papillas, maestro/a de las primeras palabras y en el superhéroe/superheroína flash para sacar rápido los objetos que el bebé pueda tirar cuando comienza a caminar. Los años pasan y los pañales desaparecen, caen los primeros dientes, surgen los juegos de mesa y las primeras palabras escritas. Cuando todo parece volver moderadamente a la normalidad…¡llega el segundo hijo y hay que volver a empezar! No obstante los expertos (los padres, claro está), aseguran que esta experiencia se vive mucho más relajadamente que la anterior porque cuentan con los conocimientos y las habilidades que aprendieron con el segundo. Aun así la casa a veces se convertirá en un verdadero caos.
¿Qué cambiará?
La llegada del segundo bebé implica tener que cuidar a dos hijos a la vez, tarea que resultará difícil al principio pero que con una buena organización será posible. Es cierto que principalmente la madre estará más ocupada y deberá hacer malabarismos con sus horarios. Es posible que se canse con mayor facilidad, incluso antes que nazca el bebé, porque cuidar un hijo estando embarazada consume mucha energía. También experimentará cambios físicos (es posible que se sienta muy dolorida) y emocionales, principalmente por la preocupación de no sentir el mismo amor por el recién llegado como el que se siente por el hijo mayor. No hay de qué preocuparse porque el amor se multiplica, no se divide. A esto se sumará la depresión postparto que puede ser más intensa que con el primero debido a que ahora son dos los niños que demandan. Obviamente al comienzo la madre tendrá poco o nada de tiempo para sí misma; las noches sin dormir y las tensiones de cada día agobiarán por lo cual será fundamental la presencia del padre para aliviar la situación.
Un cambio positivo que traerá el nacimiento del segundo hijo será un incremento de la confianza gracias a las habilidades, conocimientos y experiencias adquiridos como madre. Tareas que antes parecían muy complicadas (amamantar, cambiar los pañales) ahora saldrán casi de forma automática, en vez de vivirlas como verdaderas crisis.
Hay realidades que se repetirán como: ducharse en dos minutos, despertarse de madrugada para darle de comer, fiebre y tos, las primeras comidas; todo este mundo se repetirá pero lo positivo es que ya fue vivido y ahora se transitará pero sin tanto nerviosismo. La experiencia con el primer bebé hace que con el segundo aflore la seguridad necesaria para afrontar este tipo situaciones. Esto no significa que el segundo requerirá menos atención, sino que gracias la experiencia se lo criará de forma más relajada.
A pesar de la experiencia, la realidad es que ahora hay que cuidar a dos niños y que ambos demandarán de la misma manera. Por ende, habrá que pedir ayuda y comprender que no es posible hacer todo sola.
El mayor y la adaptación
El primer hijo se mostrará ilusionado y alegre, a la vez que naturalmente experimentará fuertes celos por la llegada del “intruso” que viene a sacarle su lugar de “único”. Por ejemplo, los niños de entre 1 y 3 años de edad, que aún no pueden verbalizar sus sentimientos, pueden presentar conductas regresivas (propias de etapas previas), como chuparse el dedo, usar mamadera, incluso no retener el pis y querer usar pañales nuevamente. Por su parte, los niños mayores de 3 años pueden expresar sus sentimientos y poner a prueba la paciencia de sus padres con lo cual se portarán mal, tendrán rabietas o no obedecerán. Pasados los 4 años la aceptación del hermano se vive con“ojos de grande”, incluso con la enorme responsabilidad de cuidarlo y protegerlo. Sin embargo, cualquiera sea la edad del mayor es importante que:
●Participe en la decoración de la habitación del hermano, más aún si la compartirán.
●Dar●e diariamente un tiempo para estar a solas, sin el bebé, en el cual pueda sentir la atención que antes tenía.
●Permitir que ayude tanto en las tareas del hogar (poner la mesa, ordenar su cuarto), como en las que requiera el bebé (alcanzar los pañales al momento de cambiarlo, elegir la ropa).
Difícil pero no imposible
Si la mayoría de las parejas tiene más de un hijo, evidentemente significa que no se trata de una tarea demasiada complicada. No obstante para transitar este cambio con menos estrés se aconseja:
comidas fáciles y rápidas de preparar. Incluso pedir ayuda y dedicar un día a preparar el menú semanal y guardarlo en el freezer. ●Lavar la ropa cada vez que se llene el canasto y evitar la acumulación de ropa sucia. ●Dura■te los primeros meses será necesario contar con una persona de limpieza que se encargue de las tareas domésticas al menos una vez por semana. ●Rea●izar las compras de pañales y de elementos de bebé al por mayor para evitar quedarse sin stock.
●Orga■izar y planificar las tareas para que el hermano mayor no viva el cambio como algo negativo. Preservar su rutina (llevarlo a los cumpleaños, al club o a casas de amigos) es esencial para su crecimiento.
●Es fundamental que la madre cuente con una hora diaria para ella. Debe tener un espacio propio para ir al gimnasio, a caminar, leer un libro o la actividad que desee pero sola