Saber Vivir (Argentina)

Cómo evitar que la llegada del segundo hijo nos “desordene” la vida

Vuelven las noches sin dormir, las preocupaci­ones lógicas por el cuidado del bebé, los cambios de horarios y la readaptaci­ón al nuevo integrante de la familia. Pero hay una ventaja que no se debe subestimar y que ayudará a la organizaci­ón: la experienci­a

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Con

la llegada del primer hijo la casa se invade de objetos de bebé; hay que convertirs­e en experto/a cambiador de pañales, chef de deliciosas papillas, maestro/a de las primeras palabras y en el superhéroe/superheroí­na flash para sacar rápido los objetos que el bebé pueda tirar cuando comienza a caminar. Los años pasan y los pañales desaparece­n, caen los primeros dientes, surgen los juegos de mesa y las primeras palabras escritas. Cuando todo parece volver moderadame­nte a la normalidad…¡llega el segundo hijo y hay que volver a empezar! No obstante los expertos (los padres, claro está), aseguran que esta experienci­a se vive mucho más relajadame­nte que la anterior porque cuentan con los conocimien­tos y las habilidade­s que aprendiero­n con el segundo. Aun así la casa a veces se convertirá en un verdadero caos.

¿Qué cambiará?

La llegada del segundo bebé implica tener que cuidar a dos hijos a la vez, tarea que resultará difícil al principio pero que con una buena organizaci­ón será posible. Es cierto que principalm­ente la madre estará más ocupada y deberá hacer malabarism­os con sus horarios. Es posible que se canse con mayor facilidad, incluso antes que nazca el bebé, porque cuidar un hijo estando embarazada consume mucha energía. También experiment­ará cambios físicos (es posible que se sienta muy dolorida) y emocionale­s, principalm­ente por la preocupaci­ón de no sentir el mismo amor por el recién llegado como el que se siente por el hijo mayor. No hay de qué preocupars­e porque el amor se multiplica, no se divide. A esto se sumará la depresión postparto que puede ser más intensa que con el primero debido a que ahora son dos los niños que demandan. Obviamente al comienzo la madre tendrá poco o nada de tiempo para sí misma; las noches sin dormir y las tensiones de cada día agobiarán por lo cual será fundamenta­l la presencia del padre para aliviar la situación.

Un cambio positivo que traerá el nacimiento del segundo hijo será un incremento de la confianza gracias a las habilidade­s, conocimien­tos y experienci­as adquiridos como madre. Tareas que antes parecían muy complicada­s (amamantar, cambiar los pañales) ahora saldrán casi de forma automática, en vez de vivirlas como verdaderas crisis.

Hay realidades que se repetirán como: ducharse en dos minutos, despertars­e de madrugada para darle de comer, fiebre y tos, las primeras comidas; todo este mundo se repetirá pero lo positivo es que ya fue vivido y ahora se transitará pero sin tanto nerviosism­o. La experienci­a con el primer bebé hace que con el segundo aflore la seguridad necesaria para afrontar este tipo situacione­s. Esto no significa que el segundo requerirá menos atención, sino que gracias la experienci­a se lo criará de forma más relajada.

A pesar de la experienci­a, la realidad es que ahora hay que cuidar a dos niños y que ambos demandarán de la misma manera. Por ende, habrá que pedir ayuda y comprender que no es posible hacer todo sola.

El mayor y la adaptación

El primer hijo se mostrará ilusionado y alegre, a la vez que naturalmen­te experiment­ará fuertes celos por la llegada del “intruso” que viene a sacarle su lugar de “único”. Por ejemplo, los niños de entre 1 y 3 años de edad, que aún no pueden verbalizar sus sentimient­os, pueden presentar conductas regresivas (propias de etapas previas), como chuparse el dedo, usar mamadera, incluso no retener el pis y querer usar pañales nuevamente. Por su parte, los niños mayores de 3 años pueden expresar sus sentimient­os y poner a prueba la paciencia de sus padres con lo cual se portarán mal, tendrán rabietas o no obedecerán. Pasados los 4 años la aceptación del hermano se vive con“ojos de grande”, incluso con la enorme responsabi­lidad de cuidarlo y protegerlo. Sin embargo, cualquiera sea la edad del mayor es importante que:

●Participe en la decoración de la habitación del hermano, más aún si la compartirá­n.

●Dar●e diariament­e un tiempo para estar a solas, sin el bebé, en el cual pueda sentir la atención que antes tenía.

●Permitir que ayude tanto en las tareas del hogar (poner la mesa, ordenar su cuarto), como en las que requiera el bebé (alcanzar los pañales al momento de cambiarlo, elegir la ropa).

Difícil pero no imposible

Si la mayoría de las parejas tiene más de un hijo, evidenteme­nte significa que no se trata de una tarea demasiada complicada. No obstante para transitar este cambio con menos estrés se aconseja:

comidas fáciles y rápidas de preparar. Incluso pedir ayuda y dedicar un día a preparar el menú semanal y guardarlo en el freezer. ●Lavar la ropa cada vez que se llene el canasto y evitar la acumulació­n de ropa sucia. ●Dura■te los primeros meses será necesario contar con una persona de limpieza que se encargue de las tareas domésticas al menos una vez por semana. ●Rea●izar las compras de pañales y de elementos de bebé al por mayor para evitar quedarse sin stock.

●Orga■izar y planificar las tareas para que el hermano mayor no viva el cambio como algo negativo. Preservar su rutina (llevarlo a los cumpleaños, al club o a casas de amigos) es esencial para su crecimient­o.

●Es fundamenta­l que la madre cuente con una hora diaria para ella. Debe tener un espacio propio para ir al gimnasio, a caminar, leer un libro o la actividad que desee pero sola

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