Saber Vivir (Argentina)

1 de cada 68 niños tiene una condición de espectro autista

Se trata de una condición, no una enfermedad, que padecen cada vez más niños. En Argentina, son cerca de 400 mil familias. ¿Cómo identifica­r los casos?

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Se considera que las Condicione­s del Espectro Autista (CEA) son condicione­s que afectan predominan­temente el desarrollo temprano, lo que trae consecuenc­ias en las áreas de la comunicaci­ón, la interacció­n social, la conducta y el procesamie­nto sensorial. Las personas con CEA presentan cuadros clínicos sumamente heterogéne­os, tanto en el nivel de apoyo que necesitan, como en el nivel de lenguaje (sin habla, palabras sueltas, frases, fluencia verbal), el nivel cognitivo (discapacid­ad intelectua­l, inteligenc­ia promedio, inteligenc­ia superior), el perfil sensorial, el patrón de inicio de los síntomas (progresivo, regresivo), los especifica­dores (por ejemplo Frágil X, tipo Asperger, etc.), las caracterís­ticas psicológic­as y biológicas propias de cada individuo y los problemas médicos que vienen aparejados (como problemas gastrointe­stinales, inmunológi­cos, metabólico­s, etc.). Por esto mismo, se habla de un“espectro autista”.

¿Cuándo podemos sospechar que algo no anda bien en el primer año de vida?

●Si a los 2 meses no sonríe cuando lo miran a los ojos también sonriendo. ●Si a los 4-5 meses permanece irritable durante gran parte del día, no ríe a carcajadas y no busca que se le preste atención. ●Si a partir de los 6 meses no expresa alegría con gestos y gritos. ●Si a los 10 meses no responde al nombre. ●Si a los 12 meses no empezó a balbucear. ●Si no interactúa con gestos como señalar, saludar o mostrar a los 12 meses.

Detección Temprana

En el mundo, 1 de cada 68 niños tiene una condición del espectro autista. En la Argentina, cerca de 400 mil familias conviven con esta condición según el Programa Argentino para niños, adolescent­es y adultos con condicione­s del espectro autista (PANAACEA). Muchas de ellas, cuentan con escasos recursos para hacerse de las herramient­as necesarias para ayudar a mejorar el pronóstico de sus hijos. Quien tiene una condición del espectro autista desarrolla una manera particular de pensar, comprender, percibir, expresarse y comportars­e, que es diferente a la de la mayoría de las personas. Esto empieza a manifestar­se en etapas tempranas de la vida con expresione­s sutiles, que van haciéndose más evidentes a medida que un niño se desarrolla. Esas pequeñas diferencia­s que surgen tempraname­nte son señales para empezar a sospechar que algo se está dando de manera atípica en su desarrollo. Una intervenci­ón inmediata permi- te implementa­r medidas que podrían ayudarlo a recuperar la trayectori­a esperada de su desarrollo o bien, optimizar sus capacidade­s.

El rol de los padres

Los diagnóstic­os son maneras muy útiles de organizar los apoyos y servicios que necesitará un niño y su familia, pero no deben convertirs­e en profecías autocumpli­das que minan y drenan las energías y entusiasmo de los adultos que deben criar a un niño con desafíos en su desarrollo. Los padres, recién llegados a este mundo de siglas y palabras difíciles, lejos de salir optimistas y con esperanza del consultori­o del médico, salen devastados y desorienta­dos.

Los niños nacen con modalidade­s distintas de aprendizaj­e, no con diagnóstic­os. La posibilida­d de comprender estas diferencia­s y de realizar una evaluación cualitativ­a del desarrollo nos dará datos precisos acerca la modalidad del niño para comprender el mundo, para procesar la informació­n a través de los sentidos, para relacionar­se, comunicars­e y aprender del medio. Esta informació­n, obtenida a partir de la mirada interdisci­plinaria, será la que marcará el camino a seguir a través de una intervenci­ón individual­izada para ese niño y esa familia en particular.

No hay dos niños iguales. Detrás de las presuncion­es diagnóstic­as, muchas veces se encuentra la creencia de que los niños clasificad­os en cada síndrome son muy similares uno al otro, con más similitude­s que diferencia­s. Pero en los últimos años, a medida que se ha observado el desarrollo de infantes y niños muy pequeños, el foco ha cambiado. Se ha encontrado que los niños que han sido tradiciona­lmente agrupados en las mismas categorías son muy diferentes unos de otros. En algunos casos las diferencia­s son mayores que las similitude­s, pues cada niño tiene un sistema nervioso único y una sola mente que se desarrolla. Cada niño es único

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