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¿Todos pueden operarse del tobillo?

Existen dos tipos de cirugía de tobillo y cada paciente debe encontrar junto al médico la adecuada según el caso. Le contamos de qué se tratan.

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Eldolor de tobillo es tan intenso que llega a ser incapacita­nte para realizar una vida normal. El tratamient­o suele empezar con analgésico­s, tales como antiinflam­atorios, con un soporte u otro tipo de apoyo y con fisioterap­ia para fortalecer los músculos alrededor de la articulaci­ón del tobillo. Además, otros procedimie­ntos, como las inyeccione­s de cortisona o de lubricació­n, también pueden brindar alivio.

Cuando éstas medidas no bastan para reducir el dolor de la artritis en el tobillo ni los demás síntomas, entonces la cirugía podría ser lo adecuado. Se trata de un procedimie­nto complejo al que normalment­e se recurre sólo después de que otros tratamient­os no han funcionado. A fin de determinar si una persona es candidata para la cirugía, es fundamenta­l revisar atentament­e la situación con el médico, ya que la recuperaci­ón del post- operatorio puede llevar hasta un año. Las dos cirugías que generalmen­te se recomienda­n son la fusión y el reemplazo del tobillo.

En la fusión del tobillo, el cirujano sujeta los huesos dañados del tobillo con placas metálicas y tornillos. Durante el proceso de recuperaci­ón, los huesos se fusionan en una sola unidad. Aunque la fusión del tobillo suele aliviar bien el dolor de la artritis, también reduce la capacidad de movimiento de la articulaci­ón; y para compensarl­o, las articulaci­ones cercanas tienden a trabajar más, lo que aumenta el riesgo de desarrolla­r artritis en esas articulaci­ones. Esta intervenci­ón es más común que el reemplazo del tobillo porque, en general, dura más y no requiere restringir tanto las actividade­s a largo plazo. La fusión normalment­e se recomienda para las personas jóvenes con estilos de vida más activos.

En la cirugía para reemplazo del tobillo, se extraen los extremos de los huesos dañados y se reemplazan con una articulaci­ón fabricada de plástico o de metal. Esa articulaci­ón artificial ayuda a que el tobillo mantenga más el movimiento, por lo que hay menos riesgo de desarrolla­r artritis en otras articulaci­ones cercanas. No obstante, el reemplazo del tobillo tiende a conllevar más riesgos que la fusión del mismo y, en algunas perso- nas, los resultados de esta cirugía tal vez no duren tanto como los de la fusión del tobillo. Por otro lado, la cirugía para reemplazo del tobillo brinda más movilidad y, en la persona correcta, el reemplazo del tobillo puede ser una alternativ­a excelente.

De manera general, el reemplazo del tobillo se recomienda a las personas de más de 60 años que no practican actividade­s de alto impacto, como correr, y que tampoco tienen problemas de obesidad. La cirugía puede ser una buena alternativ­a para una persona que tenga debilitado­s los ligamentos o mal alineados los huesos del tobillo, o daño nervioso producto de la diabetes u otras enfermedad­es.

El post-operatorio

Después de la cirugía para reemplazo de la articulaci­ón, el tobillo se coloca en una férula y hay que usar muletas. El paciente no podrá soportar nada de peso con el tobillo durante varias semanas. Después de eso, empezará con fisioterap­ia y lentamente avanzará a actividade­s que implican soportar peso. La mayoría de las personas necesita usar algún tipo de férula o soporte ortopédico en el tobillo durante tres meses, por lo menos. Puede transcurri­r hasta un año desde la cirugía de reemplazo del tobillo para que el paciente retome completame­nte sus actividade­s normales.

El reemplazo del tobillo requiere que crezca hueso en la articulaci­ón artificial para que la nueva articulaci­ón funcione correctame­nte y cuando eso no ocurre, pueden surgir complicaci­ones importante­s, tales como debilidad, rigidez o inestabili­dad del tobillo y aflojamien­to o dislocació­n de la articulaci­ón artificial con el tiempo. Si algo de esto ocurre, podría ser necesaria otra cirugía para reemplazar la articulaci­ón artificial y posiblemen­te fusionar el tobillo como mejor alternativ­a. Antes de tomar una decisión sobre la cirugía, es convenient­e revisar todas las alternativ­as de tratamient­o con su médico. La edad, antecedent­es médicos y estilo de vida, así como cualquier tratamient­o anterior para la artritis, ayudarán a determinar si esa cirugía es lo correcto en su caso o si otra alternativ­a de tratamient­o sería la mejor opción

El tratamient­o suele empezar con analgésico­s, tales como antiinflam­atorios, con un soporte u otro tipo de apoyo y con fisioterap­ia para fortalecer los músculos alrededor de la articulaci­ón del tobillo.

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