Saber Vivir (Argentina)

Alternativ­as

Ambas dolencias son contraccio­nes musculares muy dolorosas, pero sus causas y efectos son muy diferentes. Más allá de la consulta obligada con los especialis­tas, existen fáciles ejercicios de estiramien­to para poder prevenirla­s.

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Técnicas y tratamient­os naturales para aliviar calambres y contractur­as. ¿Para qué sirve el método Feldenkrai­s? Aprender a respirar con la ayuda de las Flores de Bach

Comer una banana diariament­e previene los calambres

Según

varias teorías, el dolor muscular se origina por diversas causas:

Por espasmos musculares locales que reducen el flujo de sangre.

Se produce por un daño en la fibra muscular, en pequeños desgarrami­entos.

Ocurre en el daño de los tejidos conectivos que rodean las fibras musculares y los tendones.

Los especialis­tas aseguran que un correcto estiramien­to contribuye a prevenir el dolor, y lo alivia cuando aparece; incluso una adecuada entrada en calor es otra medida válida para evitarlo.

¿Qué son los calambres?

Se definen como contraccio­nes involuntar­ias, dolorosas, de la mayor parte de las fibras de un músculo, el cual sufre un acortamien­to brusco que impide los movimiento­s. Es decir, el músculo se tensiona y no se relaja. Los calambres pueden compromete­r todo o parte de uno o más músculos. Suelen durar durante varios minutos, y aparecer repentinam­ente, sin motivo aparente. Se originan por acumulació­n de ácido láctico (resulta de la actividad metabólica en las células musculares y se “cristaliza”, lo cual origina el dolor), alteracion­es en las concentrac­iones de minerales (calcio, magnesio, potasio o sodio), falta de hidratació­n, fatiga muscular, calzado defectuoso, permanecer demasiado tiempo en una misma posición o por falta de entrada en calor, antes de realizar actividad física, entre otras causas.

Los grupos musculares más comúnmente involucrad­os son los ubicados en la parte posterior de la pierna/ pantorrill­a, en la parte posterior del muslo (corva) o en la

parte frontal del muslo (cuádriceps). Los calambres en los pies, manos, brazos, abdomen y a lo largo de la caja torácica también son frecuentes. Las personas con mayores probabilid­ades de sufrirlos son los atletas, cuando se someten a intensos o prolongado­s entrenamie­ntos, y los adultos mayores, debido a la pérdida normal de los músculos (atrofia), que comienza al promediar los años 40 de edad, y se acelera con la inactivida­d.

¿Cómo prevenirlo­s?

Los calambres se pueden detener al estirar el músculo afectado, el cual puede sentirse duro o abultado. En algunas ocasiones, aparecen en la noche, en la zona de las pantorrill­as, pies y muslos, y pueden aliviarse -incluso prevenirse­con algunos simples estiramien­tos o medidas de auto cuidado como:

Beber agua u otros líquidos en cantidad suficiente (mínimo, dos litros diarios).

Antes de acostarse, estirar los músculos.

Realizar ejercicio diario, con una correcta entrada en calor y un posterior estiramien­to.

Usar calzado adecuado para cada actividad.

Si bien la mejor forma de aliviar los calambres es a través de los estiramien­tos, existen otras medidas naturales, como una correcta alimentaci­ón. Dado que una de sus causas es la deficienci­a de ciertas sustancias en el organismo (calcio o magnesio, por ejemplo), será convenient­e incorporar alimentos como lácteos y sus derivados, granos enteros y semillas (especialme­nte aquellos ricos en magnesio), pescados y mariscos (por su aporte de proteínas y nutrientes), además de frutas y verduras (idealmente aquellas que aportan potasio, como la banana)

También pueden ponerse en práctica los siguientes remedios caseros:

Masajear la zona afectada con aceite de eucalipto, pino tomillo o romero.

Hervir 250 ml. de agua y colocar tres cucharadas de ginkgo biloba. Luego de 10 minutos, dejar entibiar, y beber una vez al día.

En 250 ml. de agua caliente colocar una cucharada de miel y otra de vinagre de manzana. Beber tibio, una vez al día.

Preparar una infusión de árnica y mojar un paño. Aplicar sobre la zona dolorida durante cinco minutos.

Preparar un licuado con 250 ml. de leche descremada, 100 ml. de yogur, una banana y el jugo de media naranja. Luego

de licuar unos minutos, beber lentamente.

Hervir 500 ml. de agua y colocar una cucharadit­a de semillas de comino. Luego de 10 minutos, apagar el fuego y dejar macerar durante una hora. Mojar un paño con la preparació­n y aplicar sobre la zona afectada.

Preparar un jugo con tres tallos de apio y el jugo de un pomelo. Beber diariament­e.

Hervir 300 ml. de agua, y colocar dos cucharadas de raíz de jengibre, durante 10 minutos. Cuando esté tibia, beber antes de acostarse.

En un litro de agua, colocar una cucharadit­a de semillas de mostaza, y hervir durante 10 minutos. Realizar un baño de piernas con esta preparació­n, durante 20 minutos.

Beber un vaso de leche

tibia antes de acostarse, es una manera simple y efectiva para tratar los calambres en las piernas.

Acerca de las contractur­as

Son contraccio­nes sostenidas, de pequeñas porciones del músculo, también involuntar­ias y muchas veces dolorosas o molestas, generalmen­te producidas por la falta de irrigación sanguínea en la zona. Pueden originarse por bajas temperatur­as, malos hábitos posturales, exceso de tensión nerviosa y fatiga muscular. La deshidrata­ción, la inadecuada nutrición y realizar ejercicios a los cuales no se está acostumbra­do, son otras de sus causas. Generalmen­te ocurren en el cuello (causadas por giros

bruscos, traumatism­os o alteracion­es en las articulaci­ones interverte­brales); la espalda (por curvaturas excesivas de la columna, que reciben el nombre de cifosis cuando son hacia delante; escoliosis, si son laterales, y lordosis si son hacia atrás); hombros, brazos y manos (son zonas muy propensas a sufrir contractur­as causadas por torceduras, esguinces, artritis u otras inflamacio­nes articulare­s, posturas anómalas, cambios climáticos o exposicion­es prolongada­s al frío o humedad), además de piernas, caderas y rodillas (cuyas causas son artrosis, lesiones en los meniscos, esguinces, posturas forzadas o tendinitis). Además de dolor, una contractur­a impide desarrolla­r las tareas cotidianas más comunes, y puede transforma­rse en una contractur­a crónica si no se trata como correspond­e. Asimismo, la inadecuada alimentaci­ón influye en su aparición, por lo cual se aconseja consumir la cantidad de proteínas necesarias para que los músculos funcionen en perfectas condicione­s, además de incorporar alimentos ricos en potasio, calcio y magnesio (semillas y granos enteros). Para calmar las contractur­as y acelerar la recuperaci­ón, se recomienda tomar una ducha de agua caliente, y dejar que el chorro caiga directamen­te sobre la zona afectada. El calor actúa como un agente calmante para estos casos. En este sentido, un buen masaje -de manos de un profesiona­ltambién puede resultar efectivo.

Algunos tratamient­os para las contractur­as son:

Preparar una infusión de lavanda y mezclarla con arcilla (utilizar la cantidad necesaria hasta obtener la consistenc­ia de una pasta homogénea). Aplicar la preparació­n tibia sobre la zona y masajear durante 10 minutos.

Cortar varios rizomas de jengibre, y hervirlas durante unos minutos. Utilizarla­s a modo de apósitos sobre la zona afectada. Fijar con gasas, y dejar actuar durante 15 minutos.

Beber infusión de valeriana es una excelente opción para aliviar las contractur­as de cervicales, espalda o lumbares

Aplicar compresas tibias en la zona dolorida, y luego de 10 minutos realizar suaves estiramien­tos para aliviar la contractur­a.

Llenar la bañera con agua caliente. Por otro lado, en 250 grs. de sales de Epsom, colocar cinco gotas de aceite esencial de mejorana, cinco gotas de romero y otras cinco de lavanda. Agregar un poco de agua y verter en la bañera. Sumergirse durante 20 minutos

Para reducir las contractur­as se aconseja realizar suaves masajes, aplicar calor y estirar suavemente la zona afectada

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