Cómo frenar la contaminación lumínica y sonora
causar grandes daños en la calidad de vida de los seres vivos si no se controla adecuadamente.
La unidad con que se mide la intensidad de sonido es el Bel, o su forma decimal el decibel (dB). Al silencio absoluto le corresponden 0 dB, una conversación normal genera 60 dB, una intensidad razonable para escuchar música tiene 80 dB, un barrio tranquilo tiene 40-50 dB y la calle de una ciudad media alcanza los 80 a 100 dB. En una discoteca el nivel de ruido excede ampliamente los 120-130 dB y de igual forma ocurre, frecuentemente, con los equipos musicales portátiles con audífonos. A partir de los 100 dB, si el ruido o sonido es sostenido, es probable que surjan efectos nocivos sobre la salud. Actualmente las sociedades son productoras de sonidos y ruidos que frecuentemente tienen una variedad, intensidad y perdurabilidad que constituyen una forma de contaminación, por ejemplo, el ruido generado por el parque automotor y aéreo, o la actividad industrial que afecta tanto a quienes viven o trabajan en dichas zonas.
Sus efectos
La contaminación sonora es producto del conjunto de sonidos ambientales nocivos que recibe el oído. El ruido, como parte de la contaminación ambiental, afecta seriamente la capacidad auditiva y provoca el envejecimiento prematuro del oído, sordera y daños irreversibles en el sistema auditivo. A la vez origina otros trastornos en el organismo como:
●Alteraciones cardiovasculares producidas por la aceleración de la respiración y del pulso, incluso por el aumento de la presión arterial.
●Disminución del peristaltismo digestivo que ocasiona gastritis o colitis.
●Problemas neuromusculares que provocan dolor y falta de coordinación.
●Falta de concentración.
●Aumento del estrés, y de estados de irritabilidad y ansiedad.
●Alteración del sueño.
●Al no escuchar correctamente, la contaminación sonora genera problemas en la comunicación y por ende las personas tienden al aislamiento. Es decir, provoca deterioro en las relaciones sociales.
●Notable disminución de la calidad de vida.
Cabe aclarar que no sólo las personas sufren este tipo de contaminación, los animales también padecen problemas incluso mayores derivados de los elevados niveles de ruido dado que son mucho más sensibles a ellos. Incluso no saben distinguir si la fuente de ruido representa un peligro o no por lo cual, por ejemplo, los animales domésticos se vuelven más agresivos, sufren graves cambios en su comportamiento y pueden desorientarse.
En cuanto a los animales que se encuentran en la naturaleza, pueden sufrir pérdidas de audición y volverse presa fácil para los depredadores lo que altera el equilibrio natural. A veces, incluso, pierden su capacidad de cazar.
Otras especies que se comunican mediante llamadas pueden ser incapaces de comunicarse de esta forma y, en consecuencia, tienen problemas para la reproducción. Otras que se orientan por ondas de sonido pueden desorientarse y alterar sus patrones de migración, como ocurre en el caso de los delfines y ballenas cuando varan en las playas ■