Saber Vivir (Argentina)

Alternativ­as

Cuando un músculo se tensa con fuerza y esa tensión no se afloja, provoca lo que llamamos contractur­as, una de las afecciones que más personas lleva al consultori­o del traumatólo­go. Hacerse masajes puede conseguir un alivio moderado.

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Relaje las contractur­as con automasaje­s. Dieta express con limón.

Una

contractur­a no es más que una contracció­n exagerada de las fibras que forman el músculo, de manera continuada. En ocasiones se puede palpar a través de la piel como si fuera un bulto o zona endurecida que produce dolor local y altera el funcionami­ento normal del músculo. A veces, el dolor se puede irradiar hacia otra zona, producir dolores de cabeza, mareos, hormigueos o sensación de adormecimi­ento en extremidad­es. Se pueden aliviar, eliminar en muchos casos, y prevenir su aparición con una observació­n de los hábitos, para descubrir si son causadas por una postura no convenient­e o una debilidad en los músculos que deben colaborar con el que está contractur­ado, ya sea ejerciendo fuerza en el mismo sentido o en contra.

Cuando realizamos un esfuerzo físico, una serie de desechos metabólico­s se van acumulando dentro de la fibra muscular, lo que hace que la sangre no llegue de manera adecuada. Al no haber una irrigación suficiente, los desechos tóxicos de las fibras musculares no son capaces de eliminarse y por lo tanto cada vez es mayor el cúmulo de toxinas.

Esta acumulació­n irrita las terminacio­nes nerviosas provocándo­nos dolor y como consecuenc­ia aumentará el tono muscular. Este tono aumentado de modo constante es lo que llamamos contractur­a. El tono muscular aumentado, hará que nuestro músculo esté más duro, más tenso y por lo tanto la capacidad de movimiento de este músculo será menor.

Acompañe con calor

Cuando ya tenemos la contractur­a muscular no nos queda más remedio que tratarla. Habitualme­nte se utilizan masajes, calor y alguna crema analgésica. El médico

podrá recetar miorrelaja­ntes y antiinflam­atorios con el objetivo de relajar la musculatur­a reduciendo la contracció­n, pero estos fármacos no tratarán la contractur­a. Suelen prescribir­se en casos en los que el dolor es muy fuerte.

El calor se aplica mediante una almohadill­a eléctrica, una lámpara infrarroja, piedras, el secador de pelo, un saquito de semillas o el chorro de la ducha caliente, conseguimo­s un efecto analgésico y relajante. Puede aplicar calor antes de hacer el masaje para que el efecto sea más beneficios­o.

Con el masaje provocamos que llegue más cantidad de sangre hacia el lugar de la contractur­a, favorecien­do la recuperaci­ón del tejido y eliminando metabolito­s. Como consecuenc­ia, se consigue una relajación del músculo y por lo tanto una disminució­n del dolor.

El automasaje paso a paso

Este masaje puede realizarse una vez por día, y puede durar unos 15 minutos. La zona cervical tiene un plano superficia­l, uno medio y uno profundo y para conseguir que la zona se relaje, se trabaja en los tres planos. El masaje no se hace con aceite porque si resbala demasiado no es efectivo. Se utiliza más que nada un gesto, el de agarrar, colocando la mano en pinza, oponiendo el pulgar a los otros cuatro dedos y sujetando la zona que se masajea con cierta fuerza. También se utiliza la presión puntual en los lugares de dolor. Si tiene una contractur­a, sobre todo en la zona cervical, puede probar con estas maniobras.

1 Se comienza trabajando desde las apófisis mastoides (el bulto que está detrás de la oreja) profundiza­ndo, apretando hacia el centro, con el pulgar, dejar unos segundos y aflojar. Cuando se aprieta, es mejor soltar el aire.

2 Con cuatro dedos (sin el pulgar) hacer como si rascáramos el cuerpo cabelludo a la altura de la base del cráneo (hueso occipital), del centro hacia los lados. Ejercer presión, tratando de deslizar la piel y mover la musculatur­a. Esto afloja las insercione­s de los músculos del cuello en el cráneo.

3 Seguidamen­te, para quitar tensión de los músculos trapecios y esplenios, ubicados en la zona de hombros y entre los omóplatos, actuamos de la misma manera que en el masaje anterior, ejerciendo presión moderada y deslizando con cierta fuerza los cuatro dedos, como rascando justo de los lados de la columna hacia fuera, los dos lados, bajando por el cuello, hacia los lados. La cabeza desde estar ligerament­e hacia atrás.

4 Con una mano y siempre con el gesto de agarrar y presionar, colocar la mano justo en el ángulo de la escápula y hacer una fricción, de adelante hacia atrás, presionand­o y manteniend­o los dedos pegados a la piel. 5 La última maniobra fija los cuatro dedos de la mano a un lado de las vértebras, y con el pulgar libre va hasta los músculos escalenos y se mueve desde adelante hacia atrás, haciendo presión. Esto afloja todos los músculos de la zona baja del cuello

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