Alternativas
Cuando un músculo se tensa con fuerza y esa tensión no se afloja, provoca lo que llamamos contracturas, una de las afecciones que más personas lleva al consultorio del traumatólogo. Hacerse masajes puede conseguir un alivio moderado.
Relaje las contracturas con automasajes. Dieta express con limón.
Una
contractura no es más que una contracción exagerada de las fibras que forman el músculo, de manera continuada. En ocasiones se puede palpar a través de la piel como si fuera un bulto o zona endurecida que produce dolor local y altera el funcionamiento normal del músculo. A veces, el dolor se puede irradiar hacia otra zona, producir dolores de cabeza, mareos, hormigueos o sensación de adormecimiento en extremidades. Se pueden aliviar, eliminar en muchos casos, y prevenir su aparición con una observación de los hábitos, para descubrir si son causadas por una postura no conveniente o una debilidad en los músculos que deben colaborar con el que está contracturado, ya sea ejerciendo fuerza en el mismo sentido o en contra.
Cuando realizamos un esfuerzo físico, una serie de desechos metabólicos se van acumulando dentro de la fibra muscular, lo que hace que la sangre no llegue de manera adecuada. Al no haber una irrigación suficiente, los desechos tóxicos de las fibras musculares no son capaces de eliminarse y por lo tanto cada vez es mayor el cúmulo de toxinas.
Esta acumulación irrita las terminaciones nerviosas provocándonos dolor y como consecuencia aumentará el tono muscular. Este tono aumentado de modo constante es lo que llamamos contractura. El tono muscular aumentado, hará que nuestro músculo esté más duro, más tenso y por lo tanto la capacidad de movimiento de este músculo será menor.
Acompañe con calor
Cuando ya tenemos la contractura muscular no nos queda más remedio que tratarla. Habitualmente se utilizan masajes, calor y alguna crema analgésica. El médico
podrá recetar miorrelajantes y antiinflamatorios con el objetivo de relajar la musculatura reduciendo la contracción, pero estos fármacos no tratarán la contractura. Suelen prescribirse en casos en los que el dolor es muy fuerte.
El calor se aplica mediante una almohadilla eléctrica, una lámpara infrarroja, piedras, el secador de pelo, un saquito de semillas o el chorro de la ducha caliente, conseguimos un efecto analgésico y relajante. Puede aplicar calor antes de hacer el masaje para que el efecto sea más beneficioso.
Con el masaje provocamos que llegue más cantidad de sangre hacia el lugar de la contractura, favoreciendo la recuperación del tejido y eliminando metabolitos. Como consecuencia, se consigue una relajación del músculo y por lo tanto una disminución del dolor.
El automasaje paso a paso
Este masaje puede realizarse una vez por día, y puede durar unos 15 minutos. La zona cervical tiene un plano superficial, uno medio y uno profundo y para conseguir que la zona se relaje, se trabaja en los tres planos. El masaje no se hace con aceite porque si resbala demasiado no es efectivo. Se utiliza más que nada un gesto, el de agarrar, colocando la mano en pinza, oponiendo el pulgar a los otros cuatro dedos y sujetando la zona que se masajea con cierta fuerza. También se utiliza la presión puntual en los lugares de dolor. Si tiene una contractura, sobre todo en la zona cervical, puede probar con estas maniobras.
1 Se comienza trabajando desde las apófisis mastoides (el bulto que está detrás de la oreja) profundizando, apretando hacia el centro, con el pulgar, dejar unos segundos y aflojar. Cuando se aprieta, es mejor soltar el aire.
2 Con cuatro dedos (sin el pulgar) hacer como si rascáramos el cuerpo cabelludo a la altura de la base del cráneo (hueso occipital), del centro hacia los lados. Ejercer presión, tratando de deslizar la piel y mover la musculatura. Esto afloja las inserciones de los músculos del cuello en el cráneo.
3 Seguidamente, para quitar tensión de los músculos trapecios y esplenios, ubicados en la zona de hombros y entre los omóplatos, actuamos de la misma manera que en el masaje anterior, ejerciendo presión moderada y deslizando con cierta fuerza los cuatro dedos, como rascando justo de los lados de la columna hacia fuera, los dos lados, bajando por el cuello, hacia los lados. La cabeza desde estar ligeramente hacia atrás.
4 Con una mano y siempre con el gesto de agarrar y presionar, colocar la mano justo en el ángulo de la escápula y hacer una fricción, de adelante hacia atrás, presionando y manteniendo los dedos pegados a la piel. 5 La última maniobra fija los cuatro dedos de la mano a un lado de las vértebras, y con el pulgar libre va hasta los músculos escalenos y se mueve desde adelante hacia atrás, haciendo presión. Esto afloja todos los músculos de la zona baja del cuello