Las bebidas calientes evitan la fijación de grasas
Si bien las grasas son buenas y necesarias para el organismo, dado la reserva de energía que proporcionan, conocer cómo se digieren será elemental para conservar una buena salud. Por qué acompañar las comidas con infusiones a 37º o más.
Existen claras evidencias acerca de que las bebidas calientes ayudan a digerir las grasas que se consumen en las comidas, a diferencia de las bebidas frías, que hacen que las grasas se “solidifiquen” y asienten en las paredes del aparato digestivo. Así, comer una ensalada acompañada de una taza de té verde es mucho más acertado que hacerlo con una gaseosa.
Japón, el mejor ejemplo
En ese sentido, los orientales viven más y mejor y en Japón, por ejemplo, no sólo son flacos sino que también son los más saludables del mundo, con el menor índice de enfermedades cardiovasculares y de cáncer. “Hara Hachi Bu” es un refrán que en aquel país significa “comer hasta el 80% de la capacidad del estómago, más no hace falta”. Literalmente, sería “estómago lleno 8 veces de 10”. Se trata de una filosofía alimenticia que mantiene un control sobre la ingesta de calorías y promueve comer a conciencia, es decir, eliminar la prisa y poner la atención tanto en los alimentos (olores, sabores, texturas, colores) como en el propio cuerpo para aprender a detectar la saciedad. Entre sus hábitos está el de acompañar sus comidas con bebidas calientes como el té verde.
Las grasas de los alimentos
En los alimentos hay muchos tipos de grasas: grasas vegetales, como las que contiene la palta, las frutas secas, las semillas de lino, de sésamo o de chía. Las grasas animales son otro tipo diferente, con
tenidas dentro de la leche, la yema del huevo, la carne vacuna, ovina, porcina y el pescado. Hay grasas líquidas como los aceites, la grasa de la leche y de la yema de huevo y grasas sólidas, como la del asado, la manteca o las achuras.
Las grasas son buenas y necesarias para el cuerpo. Sus funciones principales son la reserva de energía para los tiempos en que no se pueda alimentar el organismo. Si bien forman parte de la estructura de todas las células, en mayor medida conforman la estructura del cerebro y son esenciales para generar sustancias como la vitamina D, las hormonas sexuales (femeninas y masculinas) y las prostaglandinas, que son moléculas antiinflamatorias y necesarias para el sistema inmunológico.
Hay grasas “esenciales” que el cuerpo debe incorporar de los alimentos porque no las puede sintetizar, como son los ácidos grasos omega 3 y omega 6.
Qué pasa con las grasas malas
Luego de conocer la importancia de ingerir grasas en nuestra alimentación, es elemental saber cómo se digieren mejor para conservar una buena salud.
Hoy sabemos que la grasa es más nociva para el cuerpo si es sólida a temperatura ambiente, como la grasa del asado, la margarina, el salame, el chorizo, etc. ya que estas grasas tienen moléculas grandes y rígidas, por lo que son más difíciles de diluir en el agua.
Las grasas líquidas tienen moléculas flexibles, como el aceite de oliva o girasol, y la razón de esto son las diferentes cantidades de hidrógenos que poseen.
Los conocidos ácidos grasos omega 3 y omega 6 se denominan así por tener un hidrógeno de menos en el lugar 3 o 6 contando desde el último átomo de la cadena, o sea del carbono omega.
Los argentinos, y la mayoría de la población occidental, consumen excesivas cantidades de omega 6. Los orientales, en cambio, tienen una alimentación rica en omega 3. La razón es que los occidentales son pueblos carnívoros y acostumbrados a cocinar frituras. También los pueblos esquimales son grandes consumidores de omega 3, dado que consumen todo tipo de productos de mar (pescados, foca, ballena, lobo marino, mariscos). Está demostrado que estos pueblos no padecen de infarto cardíaco ni de accidente cerebro vascular. Por lo contrario, tienen riesgo de tener hematomas cerebrales dada la baja coagulación de la sangre por exceso de omega 3.
Es muy saludable tener la costumbre de comer aceite de oliva, girasol, lino o chía crudo, por ejemplo, colocándolo sobre las verduras cocidas o crudas y también sobre las carnes ya cocidas. Si el plato que se condimenta con aceites crudos se acompaña con un té de hierbas tibio a 37ºC o más, mejora la digestión y absorción de estos aceites.
En ese sentido, la grasa del asado es sólida a temperatura ambiente y sólo llegando a 70ºC se transforma en líquida; de ahí que bastará imaginarse la combinación entre la grasa de asado y una bebida fría en el estómagon