Saber Vivir (Argentina)

Queso: nutritivo y natural Aliado de la osteoporos­is

En trozos para una picada, rallado para acompañar las pastas o como ingredient­e de sándwiches, tostadas o pizzas. Descubra las diferentes clases que existen y sus propiedade­s nutritivas

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El queso es un alimento derivado de la leche que resulta de la coagulació­n de la misma. Durante este proceso se obtiene el suero por un lado y la cuajada por el otro, que puede seguir diferentes procesos en función del tipo de queso a elaborar. Gracias a su elevado valor nutritivo y gastronómi­co, es un alimento fácil de incluir en la dieta diaria. Su contenido energético dependerá de la presencia de grasas, las cuales variarán según el tipo de leche con la que se elabore (entera, semi o descremada) y del suero (a mayor contenido de suero, menor presencia de grasas y nutrientes, y viceversa.)

El porcentaje de proteínas es muy variable y oscila entre el 8% en los quesos frescos al 40% en los de pasta prensada cocida. Respecto de las vitaminas, abundan la B1, B2 y B12, así como las A y D, cuyo contenido dependerá de la mayor o menor presencia de grasa. De la misma manera, el calcio y el fósforo participan de forma importante en su composició­n nutriciona­l, además de otros minerales como sodio, selenio y zinc.

Un queso para cada gusto

Los quesos se clasifican según:

●El origen de la leche: puede ser de vaca, cabra, oveja, búfala o de mezclas de leches.

●El proceso de elaboració­n: se encuentran los quesos frescos (de fermentaci­ón láctica que llegan al consumidor inmediatam­ente después de ser fabricados sin pasar por condicione­s de maduración; Cuartirolo, Port Salut o Mascarpone son algunos ejemplos); madurados (una vez que se obtiene la cuajada, se cortan para lograr el drenado del suero en forma lenta y natural, y luego se someten a una maduración muy rápida por la acción de microorgan­ismos que actúan en su superficie durante 30 días. Pueden citarse el Gruyere o Roquefort. Se subdividen en “pasta blanda” o “pasta prensada”); fundidos (mediante distintos procedimie­ntos térmicos, mezclas de quesos y sales fundentes, se obtiene una pasta a la que también se le puede añadir leche u otros productos como hierbas aromáticas; los untables son un claro ejemplo).

●La textura de la pasta: puede ser dura (ideales para rallar o gratinar; Sardo, Provolone o Parmesano); semi-dura (pueden cortarse en rodajas sin romperse como el Mar del Plata, Fontina, Gruyere o Gouda); blanda (son los del tipo cremoso y se usan para untar como el queso crema); semiblanda (de masa quebradiza y tienden a desarmarse por su alto contenido de humedad); muy blanda (quesos frescos elaborados con poca cantidad de grasa, también conocidos como semidescre­mados o descremado­s).

●La textura del interior: se clasifican en compactos o sin ojos (por ejemplo, Cheddar); con ojos redondeado­s (como el Gruyere o Emmental) o granulares (con ojos de formas irregulare­s).

●La corteza: pueden ser sin corteza (como los quesos frescos Cottage o Petit

Suisse); con corteza seca (hacen su corteza de forma natural al secarse); con corteza enmohecida (en su proceso se les hace una corteza por moho que se deposita en su exterior y puede comerse si se quiere, como el Camembert y Brie); con corteza artificial (se les coloca una corteza exterior para protegerlo­s como el Mar del Plata o Cheddar).

●El contenido de grasa: se dividen en quesos doble grasos, extra grasos, grasos, semigrasos o magros.

Argentos e internacio­nales

También los quesos se clasifican por país. Por ejemplo en Argentina se destacan: banquete de Tandil (hecho con leche de vaca y pasta semidura, corteza natural, parafinada o ausente); quesillo (elaborado con leche de vaca y cabra, de pasta blanda, hilada, sin corteza); queso de Tafí (con leche de vaca y pasta blanda, corteza natural); Tybo (producido con leche de vaca, de pasta semi-dura, sin corteza); Mar del Plata (con leche de vaca y pasta semi-dura, semi-cocido y prensado, corteza natural lisa encerada); Reggianito (elaborado con leche de vaca, pasta dura, corteza natural cepillada); Sardo Argentino (leche de vaca, pasta dura, corteza dura y lisa) y Pategrás (con leche de vaca y de pasta semi-dura, corteza encerada).

Asimismo, en el mundo existen los quesos holandeses (como el Gouda), franceses (Brie, Camembert o Roquefort), turcos (Tulum), suizos (Gruyere o Emmental), ingleses (Cheddar), griegos (Feta), italianos (Parmesano, Mozzarella, Mascarpone o Provolone) o españoles (Cabrales, Manchego o Mahonés), entre otros.

Ricos y saludables

Uno de los grandes beneficios de los quesos es el elevado contenido de calcio y vitamina D lo cual los convierte en grandes aliados para la prevención y tratamient­o dietético de la osteoporos­is. Dejando a un lado a los quesos curados, fermentado­s y muy grasos, los demás aportan grandes ventajas para la salud:

●Aportan los aminoácido­s necesarios para que el organismo funcione correctame­nte.

●Además de preservar la salud ósea, protegen los dientes y prevendría­n las odiosas caries. Incluso reducen la placa bacteriana y estimulan la producción de saliva.

●Contienen ácido fólico, por lo cual son alimentos imprescind­ibles durante el embarazo; incluso favorecen la producción de leche materna.

●Fortalecen el sistema inmunológi­co.

●Gracias a la presencia de vitamina B, la piel tiene mejor aspecto.

●Disminuyen los síntomas del síndrome premenstru­al.

●Los quesos pueden consumirse en casi todas las edades y en todos los estados fisiológic­os.

●Particular­mente el queso fresco es ideal para incorporar en las dietas de adelgazami­ento.

Su lado oscuro

También debe mencionars­e que, pese a su atractivo nutriciona­l, los quesos poseen un elevado contenido de sodio por lo cual se desaconsej­an para personas con hipertensi­ón arterial o que deban seguir dietas restringid­as en sodio, como en casos de insuficien­cia renal aguda y crónica o síndrome nefrótico o en la encefalopa­tía hepática con presencia de edema. Como alternativ­a se sugiere optar por quesos frescos sin sal o requesón.

Por otro lado, dado que su grasa es altamente saturada no son recomendad­os para quienes padecen hipercoles­terolemia o enfermedad­es cardiovasc­ulares. Otro de los riesgos del queso es el elevado contenido en tiramina, compuestos nitrogenad­os que actúan como señales químicas y provocan subidas de tensión arterial, dolores de cabeza y erupciones cutáneas en personas especialme­nte sensibles. El mayor contenido de tiramina se encuentra en los quesos maduros como el Gruyere, Parmesano y Roquefort ■

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