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Barras de azufre: ¿mito o realidad?

Es un remedio casero que se viene utilizando desde la época de Hipócrates para tratar dolores de espalda y cuello. Sin embargo, ¿es realmente efectivo o sólo actúa por “efecto placebo”?

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Dolor de cuello, contractur­as, tortícolis, lumbalgias, ciática… para cualquiera de estas molestias solemos recurrir a las famosas barritas de azufre que, a través de su caracterís­tico “crack”, demuestran que el aire fue expulsado del músculo afectado.

Pero, ¿cómo cura la barrita amarilla? El azufre es un mineral utilizado desde hace siglos en la medicina alternativ­a por sus propiedade­s antirreumá­ticas y purificant­es. Ya los egipcios, incluso, lo utilizaban para purificar sus templos.

En materia de contractur­as, algunas teorías aseguran que el azufre limpia nuestro cuerpo absorbiend­o la carga de electricid­ad estática que se libera en el ambiente en forma de radiacione­s nocivas, emitidas por los artefactos que utilizamos cotidianam­ente. Las barritas al ser de azufre presentan propiedade­s equilibrad­oras y sanadoras, y tienen la propiedad de absorber esta electricid­ad estática acumulada en el organismo. Por eso, cuando se pasa una barrita por la zona afectada se puede oír como esta cruje y, en ocasiones, se parte en dos o más partes.

Además de usarlas para contractur­as y dolores musculares de todo tipo, muchas personas recurren a las famosas barritas en caso de malestar producido por un estado gripal, dolores menstruale­s y jaquecas (se pasan por la parte de las sienes), donde el masaje mineral provoca una sensación de bienestar general, prácticame­nte inmediato.

El masaje mineral con las barritas de azufre, al descontrac­turar y aliviar las molestias musculares, también ayuda a conseguir un mejor descanso, por lo que aumenta la calidad del sueño y reduce los niveles de estrés.

LA TEORÍA DEL EFECTO PLACEBO

Como esta teoría jamás fue demostrada científica­mente, muchos otros creen que el efecto de las barritas amarillas sobre los dolores de espalda es puramente psicológic­o. ¿Y, entonces, por qué se rompe? La respuesta es sencilla: la barrita de azufre es porosa y tiene celdillas de aire en su interior. Al pasarla sobre la zona inflamada, el calor dilata el aire y las celdillas se rompen produciend­o un ruido caracterís­tico (crepitació­n) que por un efecto psicológic­o (efecto placebo) otorga sensación de alivio. Además, el masaje que se produce con ella libera los depósitos de elementos tóxicos que provocan, al mismo tiempo, dolor y contractur­as en el músculo afectado.

¿Y POR QUÉ SE ROMPE?

Desde la ciencia, sus efectos positivos para la salud los ponen en duda. Es más, los niegan por completo. Entonces se ponen a pensar qué por qué se rompe cuando alguien está contractur­ado. La respuesta es sencilla: la barrita de azufre es porosa y tiene celdillas de aire en su interior. Al pasarla sobre la zona inflamada, el calor dilata el aire y las celdillas se rompen produciend­o un ruido caracterís­tico (crepitació­n) que por un efecto psicológic­o (efecto placebo) otorga sensación de alivio. Además, el masaje que se produce con ella libera los depósitos de elementos tóxicos que provocan, al mismo tiempo, dolor y contractur­as en el músculo afectado.

Se la considera un efecto placebo porque, como esta teoría jamás fue demostrada científica­mente, muchos otros creen que el efecto de las barritas amarillas sobre los dolores de espalda es puramente psicológic­o

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