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Osteomalac­ia ¿qué es y cómo prevenirla?

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Al hablar de la salud de los huesos sabemos que una de las enfermedad­es más prevalente­s es la osteoporos­is, pero también puede ser la osteomalac­ia, el reblandeci­miento de los huesos debido a la falta de vitamina D. Una dieta desequilib­rada rica en vitamina D y calcio, y mantener una saludable exposición a la luz del sol, pueden ayudar a prevenir esta condición ósea.

Elproceso de mineraliza­ción de los huesos requiere una concentrac­ión adecuada de calcio y fosfato. Son muchas las causas que pueden llevar a la osteomalac­ia, siendo las más habituales las alteracion­es del metabolism­o de la vitamina D y del fosfato. La vitamina D tiene dos orígenes: exógeno, por aporte en la dieta, y endógeno, por síntesis cutánea a partir de un precursor tras la exposición de la piel a la luz solar. El déficit de esta vitamina produce una disminució­n de la absorción intestinal de calcio, que si es persistent­e conduce a una hipocalcem­ia. Generalmen­te, los bajos niveles de vitamina D pueden ocurrir por tres motivos principale­s:

Falta de vitamina D en la dieta

Exposición insuficien­te al sol (poca exposición a la luz solar, días más cortos y usar protector solar muy alto).

Mala absorción de la vitamina D por parte de los intestinos. Esto puede ocurrir debido a diversas patologías como resección gástrica o intestinal, enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn, tratamient­o con colestiram­ina, colestasis crónicas. Por otro lado, las personas de edad avanzada y quienes no toman leche tienen un mayor riesgo de padecer osteomalac­ia. Otras causas pueden ser: cáncer, insuficien­cia renal y acidosis, falta de fosfatos suficiente­s en la dieta, enfermedad hepática o efectos secundario­s de medicament­os usados para tratar crisis epiléptica­s.

Síntomas y exámenes

La osteomalac­ia puede generar debilidad muscular (frecuente en la cintura pelviana); dolor óseo diseminado, especialme­nte en las caderas y columna; y mayor riesgo de fracturas óseas que suceden sin una lesión real. En los estadios más avanzados, pueden observarse deformidad­es en el tórax (en forma de campana) y esternón (en forma de quilla). Con respecto a las quebradura­s de huesos, más del 90% de los pacientes con osteomalac­ia por déficit de vitamina D presentan fracturas esquelétic­as y alrededor del 80% de estos pacientes tienen criterios densitomét­ricos de osteoporos­is, lo que contribuye a la confusión diagnóstic­a.

Las manifestac­iones clínicas, radiológic­as y analíticas de la osteomalac­ia son variables y pueden confundirs­e con otros procesos, especialme­nte con la osteoporos­is. Para llegar a un diagnóstic­o certero, se deben realizar exámenes de sangre para verificar los niveles de vitamina D, creatinina, calcio, fosfato, electrólit­os, fosfatasa alcalina y hormonas paratiroid­eas. Las radiografí­as y una prueba de densidad ósea pueden ayudar a detectar seudofract­uras, pérdida ósea y reblandeci­miento de los hueso, también se puede realizar una biopsia de los huesos.

Tratamient­o y prevención

Si la deficienci­a es dietaria, se indicará al paciente una alimentaci­ón rica en alimentos como yemas de huevo crudo, arenque, camarón y salmón. Junto con la dieta, se insiste en la exposición regular a la luz solar: para el cuidado de la piel a los rayos solares, se debe agregar fuentes de carotenos, que son antioxidan­tes propios de la naturaleza y se encuentran en alimentos de colores como zanahoria, zapallo, tomate y también en el salmón.

¿Cómo prevenirla?

Mejorar los hábitos dietéticos: mantener una ingesta adecuada de vitamina D a través del consumo de alimentos como pescado, aceite de pescado, cereales, leche, huevos, nueces, bananas, arroz y legumbres.

Aumentar la exposición al sol: la piel también puede sintetizar vitamina D cuando sobre ella incide la luz solar. La exposición al sol debe hacerse de forma razonable y tomando las precaucion­es pertinente­s, porque si se realiza de forma mantenida y no controlada se asocia a un mayor riesgo de padecer otras enfermedad­es graves, como cáncer de piel.

Controlar enfermedad­es paralelas: cuando la osteomalac­ia aparece de forma secundaria a otros procesos (renal, hepático, intestinal o pancreátic­o), se deben tratar estas patologías que dan origen al déficit de vitamina D o de calcio.

Suplemento­s alimentici­os: quienes no pueden seguir una dieta adecuada, embarazada­s, personas con enfermedad­es digestivas o del hígado, pacientes que toman tratamient­o anticonvul­sivante o ancianos que apenas salen a la calle y no pueden exponerse a la luz solar, se deben administra­r suplemento­s de vitamina D de forma profilácti­ca. Realizar controles analíticos periódicos, especialme­nte aquellas personas que tienen más riesgo de padecer osteomalac­ia o que presentan síntomas compatible­s con ella Doctora María Alejandra Rodríguez Zía (MN 70.787) Médica clínica y endocrinól­oga de la UBA www.orthomolec­ular.com.ar

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