¿Qué son los movimientos antivacunas?
La Organización Mundial de la Salud alerta que el auge de estos grupos comienza a ser una amenaza cada vez mayor para los programas de vacunación. Y señala que cada año se registran 1,5 millones de muertes infantiles por enfermedades que podrían prevenirse con vacunas ya disponibles.
Argumentos como “las vacunas de la varicela o el papiloma humano son puro negocio” o “la vacuna contra la gripe no sirve”, entre otros, perfilan la postura contraria a la que expresa la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto de los beneficios reales de la inmunización. Es cierto que las vacunas pueden tener efectos secundarios, y el éxito de los programas de inmunización depende de la confianza pública en su seguridad. No obstante, las suspicacias respecto de la seguridad de la inmunización frecuentemente siguen el mismo patrón: determinados investigadores sugieren que alguna alteración de la salud es un efecto adverso de la vacunación, se realiza un anuncio prematuro acerca del efecto adverso, el estudio inicial no es reproducido por otros grupos, o que se necesitan varios años para recuperar la confianza pública en la vacuna.
En este sentido, la controversia de las vacunas se referiría entonces a una disputa acerca de la moralidad, ética, efectividad o seguridad de la vacunación. Sin embargo la evidencia médica y científica demuestra que los beneficios de la prevención del fallecimiento por enfermedades infecciosas compensan los raros efectos adversos de la inmunización. Desde que la vacunación empezó a practicarse a fines del siglo XVIII, sus oponentes sostuvieron que las vacunas no funcionan, que son o pueden ser peligrosas, que en su lugar debería hacerse énfasis en la higiene personal, o que las vacunaciones obligatorias violan derechos individuales o principios religiosos. De esta manera campañas contra la vacunación dieron como resultado daños innecesarios y muertes en masa. En 2019 la OMS catalogó a estos grupos de radicales antivacunas como una de las principales amenazas a la salud mundial. El problema es que en los últimos tiempos esta desprotección de las personas que retrasan o directamente rechazan la vacunación, tanto la suya como la de sus hijos, representa un reto cada vez mayor, en especial para aquellos países que trabajan por acabar con la brecha de la inmunización.
Sus (débiles) argumentos
Los oponentes a la vacunación creen, por ejemplo, que tener sarampión es mejor y presenta menos riesgos que vacunarse, hecho que es absolutamente falso dado que la mortalidad por sarampión es de uno a tres casos cada 100 enfermos mientras que los riesgos de la vacuna incluyen problemas moderados y pasajeros, como dolores articulares, disminución de plaquetas o convulsiones febriles (uno cada 3 mil/30 mil casos). Entre los problemas severos se encuentran: alergia grave (menos de uno cada millón de dosis), sordera o daño cerebral, los cuales son tan poco frecuentes que
no se puede determinar, ni descartar, si realmente son provocados por la vacuna. Por último, el autismo que, no solo fue descartado que lo produjera la vacuna, sino que además se demostró que se debe a una alteración genética que trae el niño desde el nacimiento. También hay quienes temen por los “conservantes” por ejemplo el timerosal, (derivado del aluminio), afirmación falsa porque los problemas sobre la seguridad del timerosal se plantearon a fines de 1990 y se basaron en que la cantidad de mercurio que se acumularía por la aplicación de todas las vacunas, incluidas en los calendarios infantiles, podría ser superior al límite recomendado para el metilmercurio. Sin embargo, el tiomersal contiene etilmercurio, que se descompone mucho más rápidamente que el metilmercurio y no se acumula en el organismo. Por lo tanto se concluye que no hay pruebas de que la cantidad de tiomersal utilizada en las vacunas suponga un riesgo para la salud. Asimismo otros argumentos que manifiestan estos movimientos incluyen: creencias religiosas, dudas sobre la eficacia de las vacunas, los riesgos y consecuencias de la vacunación y la posible relación causal entre la vacuna y la aparición de determinadas enfermedades de origen desconocido, las críticas al aumento del número de vacunas en el calendario oficial, incluso niegan que la disminución de la incidencia de enfermedades infecciosas se deba a las vacunas y que, en cambio, dicho descenso se atribuya únicamente a la mejora general de las condiciones socioculturales y sanitarias.
Postura de la OMS
Es indiscutible que no hay intervención sanitaria preventiva más costo-efectiva que la inmunización dado que previene enfermedades, discapacidades y defunciones por enfermedades prevenibles mediante la vacunación, como el cáncer cervical, la difteria, la hepatitis B, el sarampión, la paroditis, la tos ferina, la neumonía, la poliomielitis o las enfermedades diarreicas por rotavirus, la rubéola y el tétanos. Asimismo la ampliación del acceso a la inmunización es fundamental para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y que todas las personas disfruten de los beneficios de la vacunación de aquí a 2020. Incluso se prevé reforzar la inmunización sistemática, acelerar el control de las enfermedades prevenibles mediante la vacunación, introducir nuevas vacunas, y estimular la investigación y el desarrollo de la próxima generación de vacunas y tecnologías. De este modo algunos datos que avalan la eficacia de las vacunas son:
●La inmunización evita entre 2 y 3 millones de muertes cada año por difteria, tétanos, tos ferina y sarampión.
●En 2016 se estima que 116,5 millones de niños menores de un año recibieron tres dosis de la vacuna contra la difteria, tétanos y tos ferina (DTP3), quienes quedan protegidos contra procesos infecciosos que pueden tener consecuencias graves en forma de enfermedad, discapacidad o muerte.
●Las epidemias de meningitis A están casi eliminadas en África gracias a la inmunización.
●La mortalidad mundial por sarampión se redujo un 84%.
●La parotiditis es una enfermedad viral muy contagiosa. A fines de 2016, la vacuna contra esta enfermedad se introdujo a escala nacional en 121 países.
●Las vacunas sirven como línea de defensa contra la resistencia a los antibióticos. En base a estos argumentos, ¿es posible que haya gente que aún se oponga a las vacunas cuando han surgido casos en el mundo de difteria o sarampión, enfermedades que parecían ya olvidadas? Es cierto que la ciencia no puede ayudar a quien se enfermó, pero sí existen vacunas para prevenir muchísimas enfermedades. Y en este contexto la postura de la OMS es clara: mejorar la salud mediante la ampliación, más allá del año 2020, de los grandes beneficios de la inmunización a todas las personas, independientemente de su lugar de nacimiento, quiénes son o dónde viven. Existe evidencia contundente que demuestra las ventajas de la inmunización como una de las intervenciones sanitarias más exitosas y rentables. Durante los últimos decenios ha logrado grandes éxitos que incluyen, por ejemplo, la erradicación de la viruela, un logro considerado uno de los mayores de la humanidad. Por éste y otros motivos se afirma que la inmunización seguirá siendo durante mucho tiempo uno de los pilares fundamentales de la salud pública
La buena higiene, el saneamiento y el agua potable son insuficientes para detener las enfermedades infecciosas, mientras que está comprobado que la vacunación es la mejor forma de prevención.