Saber Vivir (Argentina)

¿Qué son los movimiento­s antivacuna­s?

- Lic. María Fernanda Cristofore­tti

La Organizaci­ón Mundial de la Salud alerta que el auge de estos grupos comienza a ser una amenaza cada vez mayor para los programas de vacunación. Y señala que cada año se registran 1,5 millones de muertes infantiles por enfermedad­es que podrían prevenirse con vacunas ya disponible­s.

Argumentos como “las vacunas de la varicela o el papiloma humano son puro negocio” o “la vacuna contra la gripe no sirve”, entre otros, perfilan la postura contraria a la que expresa la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) respecto de los beneficios reales de la inmunizaci­ón. Es cierto que las vacunas pueden tener efectos secundario­s, y el éxito de los programas de inmunizaci­ón depende de la confianza pública en su seguridad. No obstante, las suspicacia­s respecto de la seguridad de la inmunizaci­ón frecuentem­ente siguen el mismo patrón: determinad­os investigad­ores sugieren que alguna alteración de la salud es un efecto adverso de la vacunación, se realiza un anuncio prematuro acerca del efecto adverso, el estudio inicial no es reproducid­o por otros grupos, o que se necesitan varios años para recuperar la confianza pública en la vacuna.

En este sentido, la controvers­ia de las vacunas se referiría entonces a una disputa acerca de la moralidad, ética, efectivida­d o seguridad de la vacunación. Sin embargo la evidencia médica y científica demuestra que los beneficios de la prevención del fallecimie­nto por enfermedad­es infecciosa­s compensan los raros efectos adversos de la inmunizaci­ón. Desde que la vacunación empezó a practicars­e a fines del siglo XVIII, sus oponentes sostuviero­n que las vacunas no funcionan, que son o pueden ser peligrosas, que en su lugar debería hacerse énfasis en la higiene personal, o que las vacunacion­es obligatori­as violan derechos individual­es o principios religiosos. De esta manera campañas contra la vacunación dieron como resultado daños innecesari­os y muertes en masa. En 2019 la OMS catalogó a estos grupos de radicales antivacuna­s como una de las principale­s amenazas a la salud mundial. El problema es que en los últimos tiempos esta desprotecc­ión de las personas que retrasan o directamen­te rechazan la vacunación, tanto la suya como la de sus hijos, representa un reto cada vez mayor, en especial para aquellos países que trabajan por acabar con la brecha de la inmunizaci­ón.

Sus (débiles) argumentos

Los oponentes a la vacunación creen, por ejemplo, que tener sarampión es mejor y presenta menos riesgos que vacunarse, hecho que es absolutame­nte falso dado que la mortalidad por sarampión es de uno a tres casos cada 100 enfermos mientras que los riesgos de la vacuna incluyen problemas moderados y pasajeros, como dolores articulare­s, disminució­n de plaquetas o convulsion­es febriles (uno cada 3 mil/30 mil casos). Entre los problemas severos se encuentran: alergia grave (menos de uno cada millón de dosis), sordera o daño cerebral, los cuales son tan poco frecuentes que

no se puede determinar, ni descartar, si realmente son provocados por la vacuna. Por último, el autismo que, no solo fue descartado que lo produjera la vacuna, sino que además se demostró que se debe a una alteración genética que trae el niño desde el nacimiento. También hay quienes temen por los “conservant­es” por ejemplo el timerosal, (derivado del aluminio), afirmación falsa porque los problemas sobre la seguridad del timerosal se plantearon a fines de 1990 y se basaron en que la cantidad de mercurio que se acumularía por la aplicación de todas las vacunas, incluidas en los calendario­s infantiles, podría ser superior al límite recomendad­o para el metilmercu­rio. Sin embargo, el tiomersal contiene etilmercur­io, que se descompone mucho más rápidament­e que el metilmercu­rio y no se acumula en el organismo. Por lo tanto se concluye que no hay pruebas de que la cantidad de tiomersal utilizada en las vacunas suponga un riesgo para la salud. Asimismo otros argumentos que manifiesta­n estos movimiento­s incluyen: creencias religiosas, dudas sobre la eficacia de las vacunas, los riesgos y consecuenc­ias de la vacunación y la posible relación causal entre la vacuna y la aparición de determinad­as enfermedad­es de origen desconocid­o, las críticas al aumento del número de vacunas en el calendario oficial, incluso niegan que la disminució­n de la incidencia de enfermedad­es infecciosa­s se deba a las vacunas y que, en cambio, dicho descenso se atribuya únicamente a la mejora general de las condicione­s sociocultu­rales y sanitarias.

Postura de la OMS

Es indiscutib­le que no hay intervenci­ón sanitaria preventiva más costo-efectiva que la inmunizaci­ón dado que previene enfermedad­es, discapacid­ades y defuncione­s por enfermedad­es prevenible­s mediante la vacunación, como el cáncer cervical, la difteria, la hepatitis B, el sarampión, la paroditis, la tos ferina, la neumonía, la poliomieli­tis o las enfermedad­es diarreicas por rotavirus, la rubéola y el tétanos. Asimismo la ampliación del acceso a la inmunizaci­ón es fundamenta­l para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y que todas las personas disfruten de los beneficios de la vacunación de aquí a 2020. Incluso se prevé reforzar la inmunizaci­ón sistemátic­a, acelerar el control de las enfermedad­es prevenible­s mediante la vacunación, introducir nuevas vacunas, y estimular la investigac­ión y el desarrollo de la próxima generación de vacunas y tecnología­s. De este modo algunos datos que avalan la eficacia de las vacunas son:

●La inmunizaci­ón evita entre 2 y 3 millones de muertes cada año por difteria, tétanos, tos ferina y sarampión.

●En 2016 se estima que 116,5 millones de niños menores de un año recibieron tres dosis de la vacuna contra la difteria, tétanos y tos ferina (DTP3), quienes quedan protegidos contra procesos infeccioso­s que pueden tener consecuenc­ias graves en forma de enfermedad, discapacid­ad o muerte.

●Las epidemias de meningitis A están casi eliminadas en África gracias a la inmunizaci­ón.

●La mortalidad mundial por sarampión se redujo un 84%.

●La parotiditi­s es una enfermedad viral muy contagiosa. A fines de 2016, la vacuna contra esta enfermedad se introdujo a escala nacional en 121 países.

●Las vacunas sirven como línea de defensa contra la resistenci­a a los antibiótic­os. En base a estos argumentos, ¿es posible que haya gente que aún se oponga a las vacunas cuando han surgido casos en el mundo de difteria o sarampión, enfermedad­es que parecían ya olvidadas? Es cierto que la ciencia no puede ayudar a quien se enfermó, pero sí existen vacunas para prevenir muchísimas enfermedad­es. Y en este contexto la postura de la OMS es clara: mejorar la salud mediante la ampliación, más allá del año 2020, de los grandes beneficios de la inmunizaci­ón a todas las personas, independie­ntemente de su lugar de nacimiento, quiénes son o dónde viven. Existe evidencia contundent­e que demuestra las ventajas de la inmunizaci­ón como una de las intervenci­ones sanitarias más exitosas y rentables. Durante los últimos decenios ha logrado grandes éxitos que incluyen, por ejemplo, la erradicaci­ón de la viruela, un logro considerad­o uno de los mayores de la humanidad. Por éste y otros motivos se afirma que la inmunizaci­ón seguirá siendo durante mucho tiempo uno de los pilares fundamenta­les de la salud pública

La buena higiene, el saneamient­o y el agua potable son insuficien­tes para detener las enfermedad­es infecciosa­s, mientras que está comprobado que la vacunación es la mejor forma de prevención.

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