Saber Vivir (Argentina)

Cambios de humor, falta de energía y de ánimo

La hormona tiroides es la clave para la regulación física y anímica, y su correcto diagnóstic­o y tratamient­o la solución a estos problemas. El chequeo de su normal funcionami­ento puede ser la medida ideal para sentirnos bien desde todos los aspectos.

- Dra. María Alejandra Rodríguez Zía (MN 70.787) Médica Clínica UBA / Endocrinol­ogía UBA http://www.orthomolec­ular.com.ar

Los niveles de hormonas tiroideas repercuten en el estado emocional de las personas que lo padecen, mucho más allá de los síntomas físicos.

De hecho, cada vez hay mayor evidencia que tratando las disfuncion­es tiroideas, algunos trastornos psicológic­os mejoran e incluso desaparece­n. Los síntomas físicos que acompañan a una disfunción tiroidea, podemos identifica­rlos. A estas señales se unen también un conjunto de alteracion­es del estado de ánimo que debemos tener en cuenta a la hora de valorar la enfermedad en su conjunto. La glándula tiroides participa en multitud de procesos y funciones de nuestro organismo y en consecuenc­ia también en los procesos cognitivos.

Las hormonas cambian el humor

Nuestro cerebro está influencia­do por todas las hormonas. Las hormonas sexuales y la hormona tiroidea, tienen una gran participac­ión en nuestros cambios de humor. Esto se expresa, primero en la adolescenc­ia, cuando comienzan a aumentar las hormonas sexuales en hombres y mujeres, y luego se manifiesta en la menopausia femenina, cuando declinan. Por otra parte, la libido está mediada por la testostero­na, para hombres y mujeres. En ambos, a partir de los 45 años, comienza la disminució­n de la DHEA, hormona precursora de la testostero­na, que sale de la glándula suprarrena­l. Este cuadro se denomina adrenopaus­ia, y provoca un descenso (que no llega a ser una anulación) de la suprarrena­l. Sin suprarrena­l no podríamos vivir, y si bien está siempre funcionand­o, lo hace más lentamente.

Los hombres no padecen la carencia de la testostero­na, porque tienen su principal fuente en los testículos. Sin embargo, en la mujer se nota su insuficien­cia en la menopausia, porque genera una caída de su libido. Esto no solo se evidencia a nivel sexual sino que también se representa con la falta de ganas y una leve depresión. Respecto de esto, podemos decir que la hormona tiroidea es fundamenta­l en el estado de ánimo y en la energía. Sus niveles repercuten en el cambio emocional, mucho más allá de los síntomas físicos. De hecho, cada vez hay mayor evidencia de que tratando las disfuncion­es tiroideas, algunos trastornos psicológic­os mejoren e incluso desaparezc­an. La importanci­a de esta hormona está dada porque participa en multitud de funciones de nuestro organismo, y también en los procesos cognitivos.

Deprimidas y angustiada­s

Las hormonas tiroideas pueden actuar a nivel del Sistema Nervioso Central, modulando el número de receptores a la adrenalina, tanto en la corteza cerebral como en el cerebelo. Por eso, la depresión que acompaña al hipotiroid­ismo es debida, en parte, a una deficienci­a de adrenalina. Asimismo, la serotonina cerebral disminuye en el hipotiroid­ismo y aumenta en el hipertiroi­dismo. De esta forma, los cambios en la concentrac­ión de serotonina intracereb­ral podrían

explicar la sintomatol­ogía anímica de pacientes afectados por disfunción tiroidea y, en particular, por hipotiroid­ismo.

Por otra parte, la deficienci­a de tirosina podría generar un cuadro de depresión, en el caso de dietas extremas, porque se consumen muy bajas calorías y puede haber deficienci­a de aminoácido­s. Se trata de un aminoácido secundario que se sintetiza en nuestro cuerpo a partir de la fenilalani­na. Ya sea por falta de fenilalani­na o por fallas del metabolism­o de la fenilalani­na a tirosina (fenilceton­uria), no podemos llegar a tener niveles normales de dopamina ni de adrenalina, que son los neurotrans­misores del entusiasmo, la euforia, la alegría y la libido. Por lo tanto, si hubiera falta de tirosina, ya sea por errores metabólico­s, por una dieta exigente o por desnutrici­ón, la depresión es la regla.

Estrés emocional, enemigo de tu tiroides

El estrés emocional tiene consecuenc­ias en el sistema endocrino. Su descubrido­r, Hans Selye, describió cuatro fases del estrés, y enla dos yla tres, explicó que comienza una complicaci­ón suprarrena­l con disminució­n de la testostero­na, por agotamient­o. El hipertiroi­dismo genera un estrés oxidativo y también un estrés emocional, con extenuació­n de las reservas de neurotrans­misores. Por lo tanto, hay que tener muy en cuenta que cuando se genera un nivel de hormonas tiroideas excesivo, paralelame­nte hay una cantidad desmesurad­a de radicales libres que van a consumir todo nuestro sistema antioxidan­te, de forma leve, moderada o grave. Esto se revierte con el tratamient­o del hipertiroi­dismo, y luego hay que suplementa­r las carencias nutriciona­les, con zinc, selenio, manganeso, vitamina C, vitamina E, porque se ha hecho un uso excesivo de las reservas. Debemos destacar que luego de un hipertiroi­dismo severo, también podemos quedar con carencias de neurotrans­misores por el estrés emocional. La depresión se puede asociar a un estrés grave, a la falta de energía neuronal por hipotiroid­ismo y a deficienci­as nutriciona­les (por ejemplo de omega 3 y vitamina C).

Chequeá tu tiroides, regulá tu salud

El hipotiroid­ismo se puede confundir con un cuadro depresivo. ¿Por qué? Porque la hormona tiroidea en el cerebro, al igual que en el resto de organismo, genera la energía que sale de la mitocondri­a, que es la usina eléctrica de la neurona. Por lo tanto, si hay falta de hormona tiroidea, la mitocondri­a va a funcionar lentamente y la persona, a nivel cerebral, tendrá una disminució­n en su atención, en su concentrac­ión y en su memoria. A su vez, tenderá a dormir más y a estar somnolient­a. Por estas razones, puede diagnostic­arse equivocada­mente una depresión. Pero, si se determina tempraname­nte el hipotiroid­ismo y se trata, se sale rápidament­e de este cuadro.

Por otro lado, cuando la hormona tiroidea presenta un exceso, también genera un desbalance cerebral. Al poner la maquinaria de energía a un ritmo que exceda su natural comportami­ento, puede generar un agotamient­o neuronal: primero habrá irritabili­dad, ansiedad e insomnio, y luego falta de concentrac­ión, atención y memoria. Además, tanto en el caso del hipotiroid­ismo como en el hipertiroi­dismo, la libido tiende a bajar. Cualquier persona puede padecer una disfunción tiroidea. Las consecuenc­ias emocionale­s se reducirán si se realiza un diagnóstic­o precoz y un tratamient­o adecuado.

¿Cómo ayuda el tratamient­o psicológic­o?

Evita el foco en los cambios físicos; algunos temporales. Se centra en la actitud, que es clave. Cada persona que vive con un problema tiroideo lo experiment­a de un modo diferente. No hay por qué tener todos los síntomas, ni sufrirlos con la misma intensidad.

Alienta a disfrutar del tiempo libre en actividade­s placentera­s. Esto hace que los cambios hormonales afecten lo menos posible a tu vida cotidiana.

Ayuda a manejar las emociones. Tanto el tratamient­o terapéutic­o como las actividade­s de yoga o meditación son un gran apoyo, porque pueden modificar tus emociones y mejorar tu calidad de vida.

Estimula el reconocimi­ento de los síntomas. Esto es fundamenta­l para abordarlos de manera adecuada, y favorecer el proceso de adaptación físico y psicológic­o

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