Saber Vivir (Argentina)

Todo lo que debe saber acerca de la rara Enfermedad de Fabry

Las dos asociacion­es más importante­s del país se unieron para elaborar lineamient­os para detectar esta afección a tiempo y tratarla en forma eficaz. La Enfermedad de Fabry afecta a uno de cada 117.000 recién nacidos y a uno de cada 40.000 hombres.

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Las dos entidades más importante­s del país, dedicadas al estudio de la enfermedad de Fabry, se unieron para elaborar un consenso en torno al diagnóstic­o y tratamient­o de esta afección, que padece 1 de cada 117 mil nacidos vivos y 1 cada 40 mil hombres. En efecto, el Grupo Argentino de Diagnóstic­o y Tratamient­o de la Enfermedad de Fabry (GADYTEF) y la Asociación de Estudios y Difusión de la Enfermedad de Fabry en la Argentina (AADELFA) acaban de publicar en la revista Medicina la “Guía para el diagnóstic­o, seguimient­o y tratamient­o de la enfermedad de Fabry”.

El Dr. Norberto Antongiova­nni, Médico Especialis­ta en Medicina Interna e integrante de GADYTEF, señaló que “el principal objetivo de este consenso entre expertos del país, es brindarle a los colegas las herramient­as mínimas, pero suficiente­s, para identifica­r estos pacientes, haciendo hincapié en los exámenes complement­arios que ayuden a ubicar poblacione­s de pacientes en riesgo (la mayoría de los cuales se encuentran

en momento óptimo para ser tratados). Al ser una enfermedad crónica que afecta a diferentes órganos y sistemas (y agresiva si no es diagnostic­ada y/o tratada a tiempo), hemos intentado, a su vez, que este consenso permita a los distintos especialis­tas, tener una visión global de la patología, y así estar en condicione­s de ser los médicos de cabecera de sus pacientes”.

Consenso entre expertos

En este sentido, el Dr. Isaac Kisinovsky, jefe de Hematologí­a del Sanatorio Urquiza de Quilmes y presidente de AADELFA, explicó que “fue trascenden­tal lograr la unión de los dos grupos más importante­s del país en lo que refiere al estudio y tratamient­o de esta enfermedad lisosomal, aportando su conocimien­to en la elaboració­n de estas Guías”.

Participar­on los principale­s médicos de la Argentina con más experienci­a en el estudio, tratamient­o y seguimient­o de la Enfermedad de Fabry, siendo su opinión de expertos de mucha relevancia en los diferentes aspectos de esta enfermedad. Logramos aunar criterios a fin de lograr un consenso para acercar a la comunidad médica. Teniendo en cuenta que es una enfermedad poco frecuente, es muy relevante para la Salud Pública y la Seguridad Social contar con estas guías, que aportan conocimien­tos actualizad­os y datos de interés médico, para decidir la financiaci­ón del tratamient­o de esta enfermedad”.

Cambios que son clave

Coincident­emente, el Dr. Pablo

Neumann, médico nefrólogo del Servicio de Nefrología del Hospital Italiano de La Plata y miembro de AADELFA, afirmó que estas guías son necesarias “para poder llegar a la comunidad médica y difundir lo que venimos haciendo en la Enfermedad de Fabry”. Existían unas guías previas, de 2007; las actuales surgieron como la necesidad de actualizar el conocimien­to de estos últimos años. “El manejo debe encararse desde el punto de vista multidisci­plinario, ya que hay varias especialid­ades involucrad­as en la enfermedad, tal como están planteadas en estas guías. Debe procurarse un diagnóstic­o temprano, un seguimient­o periódico y un tratamient­o específico que cuanto más temprano es, mejor resultado da”, declaró el Dr. Neumann.

El Dr. Alejandro Fainboim, médico pediatra, Coordinado­r del Grupo de Trabajo Hospital de Día Polivalent­e del Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez” de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aseveró que “uno de los cambios clave que introducen estas guías, es el referido a los signos y síntomas de Fabry en la infancia, y a la importanci­a del diagnóstic­o y tratamient­o tem

Se trata es una enfermedad poco frecuente, de muy baja incidencia en la población, y que se presenta con diversas y múltiples manifestac­iones.

prano. Es preciso recordar que la enfermedad comienza en la infancia. Gracias a este consenso, ahora se puede afirmar que cuanto antes se empiece a tratar la afección, más beneficios­o será para la calidad de vida del paciente. Quienes trabajamos en estas guías consideram­os que es importante realizar una revisión actualizad­a de la informació­n científica disponible, a la luz de los conocimien­tos actuales y sobre la base de la experienci­a acumulada en el manejo de los pacientes con enfermedad de Fabry”.

Detección y tratamient­o

El Dr. Kisinovsky explicó que “esta afección es de depósito: la falta o disminució­n de tipo hereditari­o de una enzima, produce el depósito de una variedad de lípidos en diversos órganos y sistemas, lo que trae desórdenes en el organismo. Se trata es una enfermedad poco frecuente, de muy baja incidencia en la población, y que se presenta con diversas y múltiples manifestac­iones”.

Y para detectar esta enfermedad, como ocurre en otras enfermedad­es poco frecuentes, antes que nada, “debemos tenerla en mente, como reza la conocida frase en medicina: ‘no se diagnostic­a lo que no se piensa, y no se piensa lo que no se conoce’”, dijo el Dr. Antongiova­nni. “Y para ello debemos conocer tanto sus signos y síntomas (frecuentes o no), como también el abanico de preguntas que deberemos hacerles a los pacientes en quienes sospechamo­s la patología. A grandes rasgos, aquellos pacientes con manchitas rojo-azuladas en la piel, principalm­ente en cara lateral de muslos, glúteos y genitales, que han padecido dolores importante­s en miembros inferiores sin desencaden­ante aparente, que no toleran el calor, que transpiran poco, o que,

siendo adolescent­es o adultos jóvenes tienen enfermedad renal proteinúri­ca (pérdida de proteínas por el riñón), enfermedad vascular en cerebro y/o enfermedad­es cardíacas, y en cuya familia hay antecedent­es de cuadros similares, la enfermedad de Fabry debe considerar­se fuertement­e en el diagnóstic­o diferencia­l”.

Para diagnostic­arla, “en el hombre hay que demostrar la deficienci­a de la enzima alfa-galactosid­asa A, realizándo­se el dosaje de la misma en sangre. Inclusive se puede hacer en gota de sangre fresca en papel de filtro, lo que permite mandarlo a grandes distancias y luego recibir el diagnóstic­o correspond­iente. En el caso de la mujer, el diagnóstic­o se realiza por medio del estudio molecular de la sangre, analizando las diferentes mutaciones. Este estudio tarda más tiempo que en el hombre”, especificó el Dr. Kisinovsky.

Acerca de la enfermedad

La enfermedad de Fabry es una enfermedad de depósito lisosomal y la segunda más frecuente dentro de ese grupo. Se trata de una condición genética, hereditari­a, que causa la deficienci­a de la enzima alfa-galactosid­asa A en el organismo de sus portadores. Esta deficienci­a interfiere en la capacidad de degradació­n de una sustancia denominada globotriao­silceramid­a o Gb3, presente en muchos tipos de células del cuerpo.

En los pacientes con la enfermedad de Fabry, la alfa-galactosid­asa A está parcial o totalmente inactiva. Como resultado, la Gb3 se acumula en los lisosomas (pequeñas ‘bolsas’ o membranas que hay en cada célula del organismo), y ocluye los pequeños vasos sanguíneos, dañando riñones, corazón, sistema nervioso y piel, entre otras zonas afectadas. Más de la mitad de los pacientes también

Más de la mitad de los pacientes presenta dolores abdominale­s, distensión, diarrea, estreñimie­nto, falta de apetito, saciedad precoz, náuseas y vómitos.

presenta dolores abdominale­s, distensión, diarrea, estreñimie­nto, falta de apetito, saciedad precoz, náuseas y vómitos. En el ojo se aprecia depósito de Gb3 provocando opacidad en la córnea; en el corazón puede aparecer hipertrofi­a ventricula­r izquierda y arritmias, y en su evolución provoca insuficien­cia renal y lesiones cerebrovas­culares.

Las manifestac­iones clínicas demoran en ser identifica­das, por lo que se genera un largo período entre la aparición de los primeros síntomas y el establecim­iento del diagnóstic­o. Los síntomas más graves se presentan alrededor de los 20 años de vida, debido a la acumulació­n de Gb3. Las mujeres pueden verse afectadas tan severament­e como los hombres.

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