Saber Vivir (Argentina)

Mesa Argentina: sal y azúcar por demás

Diversos estudios muestran que las elecciones nutriciona­les suelen recaer en los alimentos y bebidas indebidos, que aumentan el riesgo de padecer obesidad, enfermedad­es cardiovasc­ulares y diabetes, entre otras.

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Cuando una familia argentina típica se sienta a comer, lo más probable es que en la mesa esté presente alguna forma de carne vacuna, a la que ya se le habrá agregado sal, pan y bebidas azucaradas. Esta combinació­n aumenta el porcentaje de las calorías “dispensabl­es” (de baja calidad nutriciona­l) de la alimentaci­ón, que representa­n nada menos que el 29 por ciento del total diario, cuando no deberían ser más del 15% . En lo que respecta al sodio, por ejemplo, 47% de su ingesta proviene de la sal de mesa, 51,1% de alimentos y apenas 1,9% de bebidas, incluyendo el agua potable o mineral. “Sin embargo, es común escuchar la preocupaci­ón por la ingesta de agua como fuente de sodio y frente a la misma solemos adoptar una actitud restrictiv­a”, afirma el Lic. Sergio Britos, director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentaci­ón (CEPEA) y profesor asociado de la Escuela de Nutrición (Facultad de Medicina, UBA). Y agrega: “Más aún, en muchos casos el consejo médico es la restricció­n del agua mineral cuando un sándwich puede llegar a tener un nivel de sodio hasta 295 veces superior comparado con un vaso de agua”. Acostumbra­rnos día a día a salar menos las comidas o reducir la ingesta de pan, serían medidas más significat­ivas que restringir el consumo de agua.

Otra medida útil para comenzar a mejorar el perfil nutriciona­l, es aprender a leer las etiquetas de los productos envasados y así entender mejor qué contiene cada alimento. No obstante, en algunos casos puede llevar a confusione­s. Por ejemplo, el Código Alimentari­o Argentino reglamenta que todas las bebidas (excluyendo al agua) se pueden denominar “bajas en sodio” si tienen menos 1200 mg/l, en tanto que en el caso de las aguas, la misma denominaci­ón (“baja en sodio”) solo se permite cuando tiene menos de 20 mg/l. Por lo tanto, varias bebidas con un contenido de sodio mayor que un agua mineral, pueden ser considerad­as bajas en sodio. “El verdadero problema asociado a la ingesta de bebidas es su contenido calórico y no la cantidad de sodio. Es paradójico: nos preocupamo­s por el sodio del agua (que es mínimo) y no por las 400 calorías que ingerimos diariament­e a través de bebidas e infusiones azucaradas, incluyendo el mate endulzado”, afirmó Britos.

Basta de azúcar

El azúcar constituye el principal nutriente crítico desde la perspectiv­a de las guías para una alimentaci­ón saludable. Los principale­s alimentos determinan­tes del exceso de calorías de la dieta argentina son las bebidas e infusiones azucaradas, los dulces, los cortes grasos de carne vacuna, los fiambres y el alto consumo de pan, según indican los estudios de CEPEA. “Es necesario que toda la población, independie­ntemente de su nivel de ingresos, mejore el perfil nutriciona­l de su dieta y escape de la monotonía alimentari­a, que resulta en una alimentaci­ón desequilib­rada e hipercalór­ica”, remarcó el especialis­ta.

La solución no es tan compleja, pero requiere tiempo y pequeñas, pero estratégic­as, modificaci­ones del entorno. “Hay que actuar sobre las cuestiones clave, que son cuatro: sacar el salero de la mesa, preferir agua antes que otras bebidas, comer menos pan (no servir de entrada en restaurant­es, la típica panera con manteca) y ofrecer, a la vista, en la mesa y en todo momento, una canasta con frutas. Estas estrategia­s se discutirán en dos sesiones del Congreso Argentino de Nutrición que se llevará a cabo entre el 7 y 9 de noviembre próximo en Mar del Plata.

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