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GRASAS: ¿amigas o enemigas de la salud?
Conozca las claves del estudio cuestionado y cuál es el modo adecuado de incorporar las grasas en su alimentación. li ió
La investigación, fue realizada por un equipo de investigadores de universidades de Gran Bretaña, Estados Unidos y Holanda. La misma incluyó estudios de observación de poblaciones y ensayos clínicos, donde se les observaba principalmente cambios en su estado y desarrollo cardiovascular conforme a la ingesta de distintas grasas (especialmente las saturadas), en casi 650.000 participantes. Los resultados no avalan las conocidas indicaciones de las guías cardiovasculares que optan por un alto consumo de grasas poliinsaturadas (presentes en aceites vegetales como el de girasol o el de maíz y en pescados) y un bajo consumo de grasas saturadas (presentes en la manteca, la crema, el queso y la carne de vaca y pollo), dado que no se encontraron asociaciones entre los ácidos grasos saturados y el riesgo coronario, como sí se consideraba hasta el momento.
En cambio, el estudio sí encuentra evidencias de efectos perjudiciales para la salud en las grasas trans, que incrementan en un 16% el riesgo de problemas cardiovasculares.
EL POR QUÉ DE LA POLÉMICA
En un planeta plagado de sobrepeso y obesidad, y acosado por problemas cardiovasculares, se instó desde hace muchos años a evitar las grasas saturadas y reemplazarlas por otros ingredientes, como los hidratos de carbono en la mayoría de los casos. Pero ahora, con estos nuevos estudios se indica que podrían no ser tan dañinas como se pensaba. Para los especialistas, la exclusión de las grasas saturadas de la alimentación puede haber tenido además un efecto rebote, disminuyendo la sensación de saciedad y aumentando la voracidad por los carbohidratos. El
Dr. Montero sostiene que esta investigación no ha demostrado un efecto particular de las grasas saturadas en el desarrollo de obesidad, diabetes o afección cardiovascular, más allá del que podría atribuirse al excesivo consumo energético. En otros términos, los efectos del exceso no son exclusivos para las grasas, sean sólidas o líquidas (aceites), sino también para almidones, proteínas y azúcares. “Lo más trascendente de esos estudios, negando la culpabilidad de las grasas saturadas en la producción de enfermedad cardiovascular es que contradice los discursos globales y las recomendaciones generales a la población. En los últimos 60 años se ha recomendado evitar alimentos que contengan grasas, lo que ha implicado una baja ingesta de alimentos nobles de origen animal (carnes, huevos y lácteos) y en su reemplazo, un aumento de comestibles con almidones y azúcares generalmente combinados con margarinas y grasas industriales (o sea, que también contienen
A pesar de que el estudio de la polémica demostró que las grasas saturadas pueden no afectar directamente al corazón, los nutricionistas se mantienen firmes en su
consejo de evitar el exceso
de éstas en la dieta y comer todo
con moderación.