HUBERTO SE CASO POR CIV IL Y CON JUEZA REPETIDA
El ex polista contrajo enlace con su novia, Dolores, a quien conoció hace 30 años. La jueza de paz fue la misma que lo casó con Susana en el '88. Todo el mismo día en el que la diva regresó a la tele.
Rodeado de un halo de misterio, Huberto Roviralta (61) y Dolores Benedit (43) se casaron el lunes 20 pasadas las dos de la tarde, en el Registro Civil de la calle Uriburu 1022, correspondiente a la Comuna 2 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Lejos de la imagen ultra mediática que supo exhibir Huber, cuando le prometía a Susana Giménez acompañarla hasta que la muerte los separe, el paso por el Registro Civil esta vez fue tranquilo. El flamante matrimonio había manifestado semanas atrás su deseo de realizar un festejo pequeño, lo que en lenguaje Roviralta significa una fiesta para 150 personas. Pero antes de eso, dentro del edificio, la emoción se hizo carne entre los presentes cuando la jueza de paz invitó a los novios a darse su primer beso como marido y mujer.
A pesar de todo, la unión dejó algunos detalles que al menos son divertidos. El primero fue que Liliana Gurvich, encargada de sellar el matrimonio entre el ex polista y la psicóloga, fue la misma que en diciembre de 1988 enlazó a Huberto con Susana. No es broma, las fotos avalan lo dicho. Eso sí, si uno observa las fotos del '88 y las compara con las actuales, se dará cuenta de que de los tres personajes que se repiten, la más beneficiada por el tiempo es la propia jueza.
Siguiendo con las casualidades, a más de uno lo sorprendió que la fecha del casamiento de Roviralta coincidiera con la vuelta a la tele de Susana. ¿Habrá sido un de mensa-
Dolores conoció a Huberto a los 17 años. Ahora quiere formar una familia junto a él.
je de Huber para que la diva lo nombre?
Una historia de amor
Roviralta y Benedit se conocieron cuando ella tenía sólo 17 años. Cuando la adolescente Dolores vio entrar a la oficina de su padre a ese hombre atlético y canchero de 31 años, un impulso que le vino desde lo más profundo de su ser la llevó a decirle a su papá: “Con este señor me voy a casar”. Sin embargo, ese cruce fugaz no pasó a mayores. Recién 1994 el destino los volvió a unir. El estaba recién separado de Susana ya había salido en la tapa de todos los diarios y revistas por el cenicerazo que le estampó la diva de los teléfonos en pleno rostro, cuando él le anunció que junto al divorcio se llevaba 11 millones de dólares de su cuenta personal. Dolores, también pasaba por un momento difícil aunque sus problemas no salían en las páginas de ningún medio. Recién
separada y con su hija Dolores, que en aquel entonces tenía tres años, a cuesta, le abría los brazos al amor que le prometía Roviralta y recordaba con gusto el presagio que le había comentado a su padre. Pero no pudo ser. Aquel encuentro sólo duró tres meses y cada uno volvió a tomar su camino. Cansado de tanto escándalo, Huberto se radicaba en Carmelo, Uruguay y se alejaba de la vida pública. Ella seguía con la crianza de su hija. En 2012 un mail que tenía como remitente a un tal Roviralta llegó a la casilla de correos de Dolores. A partir de ahí el tercer capítulo de esta intrincada historia de amor tomó fuerza.
Habrá sido la madurez de ambos o las ganas de no perder más tiempo, pero esta vez ninguno de los dos estaba dispuesto a quedarse en el camino. Jugando al príncipe azul Huber aprovechó el cumpleaños de ella (30 de septiembre) y le propuso casamiento. Se casaron y sueñan con formar una familia. Colorín colorado, conociendo a Huber, esta historia no se ha terminado.