Semanario

"Con Guillermo se fue un amigo y una parte de mí"

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Pato Carret despide a su entrañable compañero de Los Cinco Grandes del Buen Humor, quien falleció el sábado 18 a los 93 años. "Me quedé en el silencio total", dice.

Se me fue mi amigo y una parte de mí”, dice Rafael "Pato" Carret (90), compañero entrañable del fallecido actor Guillermo Rico. “El dolor que siento es infi nito. El era un compañero de la vida”, expresa con tristeza en charla con Semanario.

Nacido en Lanús en 1920, Guillermo Rico dio sus primeros pasos en 1937 como cantor de tango en el Club Talleres de Remedios de Escalada y luego integró el conjunto Los Bohemios, bajo la dirección de Mario Pugliese. Tuvo un extensa trayectori­a en el cine, radio y televisión. Junto a Rafael “Pato” Carret, Jorge Luz, Zelmar Gueñol y Juan Carlos Cambón, Rico integró el popular grupo Los Cinco Grandes del Buen Humor, uno de los primeros grupos cómicos argentinos, con el que que fi lmó entre las décadas del 40 y del 50. Rico era el galán del gupo e interpre- taba piezas musicales haciendo imitacione­s de conocidos cantantes. También trabajó en el teatro de revista junto a Pepe Arias, Zulma Faiad y el "Pato" Carret.

Tras la desaparici­ón del grupo cómico, Rico volvió a la pantalla grande con películas como "El fantástico mundo de María Montiel" (1978), "Sentimenta­l" (1981), dirigido por Sergio Renán.

Tuvo una gran participac­ión en televisión y su labor más importante fue en la emblemátic­a telenovela "Rolando Rivas, taxista" (1972), donde representa­ba a Nicastro, el abuelo tachero de Rolando.

Silencio doloroso

“Hablábamos con Guillermo todas las semanas –rememora 'el Pato'–. Seguimos la amistad. Nunca se rompió. Teníamos conversaci­ones larguísima­s, nos pasábamos más de una hora charlando. Era un deleite su memoria prodigiosa. Era tierno, comprensiv­o y tenía todos los dones de un gran señor”, recuerda su amigo Pato Carret, último sobrevivie­nte de los Cinco Grandes. “Le tocó a él primero irse. Ahora ya no tengo a quién llamar. Me quedé en el silencio total. Yo sé que ya pasó mi tiempo. Ahora estoy aquí de regalo. Estoy en los tramos fi nales del partido. No soy pesimista, soy realista. Voy a extrañar sus llamados. Guillermo no tenía límites para la charla. Era un gran conversado­r. Y cuando hablábamos y analizábam­os los tiempos de hoy, sabíamos que hay que aceptar las cosas como son. Porque en el mundo del espectácul­o hubo un giro. Ni mejor, ni peor. Distinto”, señala con emoción su viejo compañero.

Guillermo Rico estaba internado desde hacía una semana en una clínica porteña. El año pasado, junto a otro grande del humor que dijo adiós, Jorge Luz, había coincidido en la misma clínica.

Tenía 93 años y dos hijos. Sus ojos se cerraron para siempre y sus restos ya descansan en el panteón de actores del cementerio de la Chacarita.

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Guillermo Rico y el "Pato" Carret hicieron reír a varias generacion­es. Dos humoristas de raza.
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