Semanario

El argentino que sobrevivió al tornado de Oklahoma.

Carlos Gustavo Simonini relata cómo, él y su familia, lograron salvarse del furioso fenómeno climático que azotó Oklahoma y varias ciudades norteameri­canas, dejando 24 muertos y más de 200 heridos.

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El lunes 20 por la tarde, un tornado que llegó a tener uos dos kilómetros de extensión y ráfagas que superaron los 320 kilómetros por hora arrasó las ciudades norteameri­canas de Oklahoma, Cleveland, Lincoln, McClain y Pottawatom­ie, dejando centenares de casas, un hospital y dos escuelas totalmente destruidas y una cifra de muertos muy confusa.

Es que si bien en un principio se hablaba de 91 personas fallecidas, al momento de cierre de esta edición – martes 21–, un informe de la oficina forense estatal de Oklahoma era mucho más optimista al informar que según los datos oficiales que ellos poseían hablaban de 24 muertos, 7 de los cuales eran menores de edad y cerca de 200 heridos, muchos de ellos de extrema gravedad producto del potente tornado que, durante 40 minutos, arrasó con cuanta cosa se cruzaba en su camino.

Entre los que lograron salvar sus vidas se encuentra Carlos Gustavo Simonini, un argentino que hace varios años vive con su mujer y sus dos hijos en Oklahoma pero que, ese día, el destino quiso que no estuviera en su casa.

"El domingo nos levantamos bien temprano por la mañana porque ya teníamos todo arreglado para ir, el lunes, al consulado argentino que está en Houston a anotar a nuestros dos hijos norteameri­canos también como argentinos. Dios quiso que al momento del tornado no estuviéram­os en nuestra casa. Si no, ahora no estaría hablando con ustedes", cuenta Carlos, ferviente admirador de la Selección Nacional Argentina de Fútbol, antes de agregar: "Si bien los tornados son algo común a esta altura del año, éste fue realmente devastador. Nunca vi uno igual en los años que llevo vividos acá en Estados Unidos. Nosotros nos enteramos por la tele, cuando ya estábamos en Houston para tramitar la ciudadanía argentina de nuestros dos hijos. Cuando veía lo que estaba pasando me abracé con mi mujer y mis dos hijos. Todavía hoy se me pone la piel de gallina de sólo pensar que de no haber sido por este trámite de nuestros chicos tal vez ahora estaríamos muertos. Si estamos vivos es gracias a nuestros hijos", agrega, con la

voz quebrada por la emoción.

"Cuando regresábam­os a Oklahoma pasamos junto a una de las tantas ciudades que habían sido afectadas por el temporal y no podíamos creer lo que estábamos viendo. Parecía como si hubiera caido una bomba. Las casas estaban totalmente destruidas, los autos partidos en miles de pedazos como si fueran de papel, todo a oscuras y la gente buscando a sus familias y ayudando a los heridos. Realmente fue una tragedia que superó todos las expectativ­as y que hizo estéril todas las medidas que la gente suele tomar frente a un fenómeno como éste. En Estados Unidos hay un sistema muy efi ciente que con días de anticipaci­ón nos permite saber si se viene un tornado, realmente estamos muy bien entrenados y preparados para actuar frente a estas circunstan­cias pero este tornado fue más violento que los habituales, superó todas las previsione­s y arrasó con todo lo que encontraba a su paso. Si bien no pasó por Oklahoma City, donde yo vivo, a muy pocas cuadras, hizo estragos. Por suerte, mi familia y yo la podemos contar", cierra.

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Carlos les contagió su pasión por la Selección Argentina de Fútbol a su esposa norteameri­cana y a sus dos hijos que ahora tienen la doble ciudadanía.
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Cientos de casas y autos fueron arrasados por el tornado cuyas ráfagas superaron los 320 kilómetros por hora.
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