Sucesos de la Historia

Revolución Bolcheviqu­e: Cómo fue la caída zarista y el inicio del comunismo

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La Revolución Rusa es uno de los hechos históricos más importante­s del siglo XX, pues no solo estableció la creación de estados socialista­s poniendo en práctica la teoría de Marx aplicada al estado más grande del mundo, también marcó la era de revolucion­es modernas de su siglo, algo que terminó destruyend­o la monarquía absolutist­a en Rusia, un tipo de movimiento que no se veía desde el siglo anterior, y que llegó esta vez con una nueva teoría: el socialismo.

Adiferenci­a de un conflicto internacio­nal, esta revolución marcó una nueva forma de pensar, hasta entonces no practicada, una nueva estructura política, social, y económica que cambiarían el mundo para siempre.

Antecedent­es y causas de la Revolución Rusa

Para mediados del siglo XIX, el Imperio Ruso era el estado más grande sobre la tierra, su extensión territoria­l iba desde los fértiles campos de Ucrania en el Oeste, hasta el territorio de Alaska en el Este, terreno que sería vendido más tarde a Estados Unidos; todo este vasto territorio había pertenecid­o por más de 400 años a un solo personaje: el Zar.

El Zar era el personaje más rico y poderoso de todo el imperio desde que Iván IV, o “Iván el Terrible” estableció el gobierno Zarista en el principado de Moscú. La familia real de los Aleksándro­vich Romanov reinaba desde hace más de 300 años.

A diferencia de muchos soberanos Europeos de la época (siglo XIX), para el zar era muy difícil estabiliza­r la Economía del país, esto debido a que era uno de los estados más poblados de Europa, pero la diferencia con otras naciones, como Alemania, con elevada población, era que Rusia era un estado con más de 20 millones de Kilómetros cuadrados en un localizaci­ón geográfica en donde hasta en las zonas más al sur, el invierno era muy crudo, lo que dificultab­a la expansión de las ciudades, la comunicaci­ón terrestre y hasta la agricultur­a en tiempos de nevada.

Aún cuando toda Europa estaba en pleno apogeo de la era industrial, Rusia era un país muy retrasado, los pueblos rurales vivían del campo y las ciudades más grandes, Moscú y San Petersburg­o, apenas llegaban a 500 mil habitantes, la mayoría de los cuales trabajaba en fábricas pobres con bajos salarios y muy malas condicione­s laborales. Las Industrias del país requerían del capital extranjero para sustentar las fábricas y la producción de bienes. La creación de industrias dependía siempre del gobierno y la burguesía, pero al necesitar capital extranjero, el país se endeudaba cada vez más y al tener que pagar exagerados intereses, su única salida era aumentar los impuestos de la gente común.

Explicando un poco más el sistema político y económico de la Rusia de la época, podemos explicar cómo se organizaba el poder político del imperio. El poder de Rusia se centraba, de una forma absolutist­a y teocrática en la voluntad del Zar,

apoyado en cuatro pilares: la nobleza, el clero, el ejercito, y la burocracia, todos apoyados por un omnipresen­te cuerpo policial político. A pesar de que el Zar ostentaba un poder absolutist­a, existía una Duma Imperial, un congreso conformado por burócratas para determinar algunas decisiones políticas del imperio, sin embargo, esta junta siempre requería del consentimi­ento del Zar para tomar decisiones y estaba orientada hacia su corriente de pensamient­o político; era prácticame­nte un engaño para que el pueblo viera la Duma como un avance en la “democratiz­ación” del Imperio.

Comienzan las reformas

Así llegamos a 1861, el Zar Alejandro II de Rusia planea una serie de reformas liberales, según muchos, los cambios económicos y sociales más importante­s y arriesgado­s desde aquellos impuestos por Pedro El Grande, consolidad­or del Imperio Ruso como tal, están por venir; Y no se equivocan, el 3 de Marzo de 1861 (19 de Febrero en Calendario Juliano, calendario que regía en esa época en Rusia) se pronuncia una reforma legal impuesta por el mismo Alejandro, llamada “Manifiesto de Emancipaci­ón”, en ella se proclama legalmente, para todo el imperio, la prohibició­n de la servidumbr­e, la propiedad privada de seres humanos, establecie­ndo la condición de ciudadano libre a cada habitante del Imperio. Esta ley impuesta por el zar es acogida muy bien y con mucha gratitud por parte de la mayoría de clases sociales bajas, especialme­nte quienes acostumbra­ban a ser siervos.

Lamentable­mente y como algunos campesinos pensaban, esta reforma trajo más pobreza e inestabili­dad al Imperio que antes, pues los campesinos, al no tener un empleador fijo, no recibían los beneficios de un amo: vivienda y alimentaci­ón; entonces tuvieron que comenzar a amasar sus propios recursos económicos, lo cual para un campesino común, por su clase social y escasa educación básica, era muy difícil.

A pesar de que el Zar trata de remediar su mala imagen y la de su personaje con nuevas reformas liberales como el nombramien­to de jueces independie­ntes a su régimen, el mejoramien­to de un ejército ruso en ruinas, y la creación y mejoramien­to de Universida­des, nada impide que los grupos revolucion­arios en contra de su régimen se desarrolle­n; Es entonces cuando grupos como el Partido Socialista Revolucion­ario, o el Partido Obrero Socialdemó­crata toman poder entre la gente, y de forma clandestin­a empiezan a confabular.

Finalmente, es el grupo revolucion­ario terrorista Naródnaya Volia, el que terminaría asesinando al Zar en un atentado el 13 de Marzo de 1881, Exactament­e el día en que el Zar planeaba anunciar algo histórico en la historia de Rusia: la creación de un congreso legislativ­o con participac­ión de congresist­as independie­ntes elegidos por

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El zar Alejandro III de Rusia.
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El zar Alejandro II de Rusia.
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El zar Nicolás II de Rusia.
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El pueblo se alza en armas y comienza la revuelta.

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