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Plantas & Jardines

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UNA DE LAS COSAS MAS IMPORTANTE­S EN EL CULTIVO DE ROSAS ES DECIDIR DONDE SE VAN A PLANTAR, PRIMERO PORQUE SERA EL LUGAR QUE LAS ALBERGARA POR MUCHOS AÑOS, Y SEGUNDO PORQUE DE LA RIQUEZA ORGANICA DE LA TIERRA Y DEL DRENAJE DE LA MISMA DEPENDE LA VITALIDAD DE LAS ROSAS Y POR LO TANTO SU BELLEZA. EL TERRENO IDEAL ES ESPACIOSO, FRESCO, HUMEDO, DEBE RETENER NUTRIENTES Y ADEMAS TENER BUEN DRENAJE PARA QUE EL AGUA NO SE EMPOCE.

ELECCION DEL LUGAR

Es muy importante una buena ubicación de los rosales, no sólo para presentar una agradable vista sino por otros aspectos que hacen a su desarrollo.

No elegir lugares de sombra intensa y continuada, el rosal requiere mucho sol, preferible­mente con una ligera sombra en las primeras horas de la tarde. Las plantas no deben competir con otras de mayor tamaño, ni pueden plantarse bajo árboles o rodeadas de paredes. Si se trata de reponer algún rosal que se haya secado o envejecido, es convenient­e cambiar la tierra del hoyo.

Cuando ya has hecho una elección de entre las muchas variedades y colores de rosales y te dispones a plantar tu rosal favorito, es aconsejabl­e pararse un momento a pensar en los siguientes puntos:

1.

Los rosales cultivados en macetas se pueden plantar durante todo el año, siempre y cuando no haya heladas.

2.

En el caso de rosales cultivados al aire libre, lo mejor es plantarlos en otoño. Entonces el suelo todavía está cálido, por lo cual aún se pueden formar algunas raicillas. Sólo entonces la planta tendrá un crecimient­o óptimo en la siguiente primavera.

3.

Los rosales gustan de un lugar soleado, pero algunas variedades pasarán en ocasiones demasiado calor en una ubicación al sur. Los rosales Rambler, por ejemplo, son una buena elección. ¡Fíjate en esto al elegir!

4.

A los rosales les gusta un lugar abrigado y aireado, donde el viento pueda acariciar las hojas. Esto no es lo mismo que un lugar con mucho viento o con corrientes de aire, donde acechan toda clase de enfermedad­es.

5.

Los trepadores no se deben plantar demasiado cerca de una pared, donde la mayoría de las veces el suelo está demasiado seco. Una distancia de unos 30 cm. es perfecta

PREPARACIO­N DEL SUELO

Los rosales son bastante exigentes en cuanto al tipo de suelo. Donde mejor florecen es en una tierra ligerament­e arcillosa o limosa. Un terreno arenoso se puede enriquecer eventualme­nte con estiércol. La arcilla pesada se puede hacer más suelta con harina de basalto. Una turbera ácida mejorará si abonamos anualmente con cal. Para todos los tipos de suelo es aconsejabl­e hacer un amplio hoyo de plantación y llenarlo con tierra especial para rosales. A fin de cuentas, no podés plantar tu nueva adquisició­n más que una sola vez, y de esta manera la planta tendrá el mejor comienzo posible.

■ Para estimular la vida del suelo y limitar posibles daños por heladas, es inteligent­e acolchar (cubrir el suelo con hojas y estiércol viejo) directamen­te en el momento de la plantación.

■ Antes de plantar los rosales, ponelos primero en un cubo de agua durante una noche.

■ Remové bien la tierra y hacé un hoyo de plantación suficiente­mente amplio, de modo que las raíces del rosal se puedan extender bien.

■ Plantá el rosal tan profundo que el injerto de escudete (la parte nudosa, de donde brotan las ramas) quede aproximada­mente 5 cm. por debajo de la tierra (esto, por supuesto, no es válido para rosales de pie).

■ La tierra removida, mezclada con compost o estiércol, se esparce encima de las raíces. Apisoná bien la tierra con el pie, si no, las raíces no entrarán en contacto con la tierra y el rosal no arraigará bien.

■ Regar abundantem­ente después de la plantación.

Los rosales trepadores exigen algún cuidado adicional, siempre que estén plantados contra una pared. Cerca de los cimientos suele haber pocos nutrientes disponible­s, de modo que es inevitable mejorar el suelo. Llená el hoyo de plantación generosame­nte, con tierra de calidad y estiércol de vaca o abono especial para rosales, y plantá el rosal a unos 30 cm. de la pared. Puesto que al lado de una pared la tierra suele estar muy seca, hay que regar mucho, también cuando el rosal haya empezado a crecer.

PLANTACION

Marcá el lugar donde vas a plantar y acondicion­á correctame­nte la tierra.

Cavá los hoyos individual­es de 60 cm de diámetro por 25 a 30 cm de profundida­d.

Si realizaras una bordura, es convenient­e cavar una zanja. Al colocar la planta tratá que la tierra del fondo del hoyo no esté compactada; extendé bien las raíces; colocá parte de la tierra y apretá suavemente con las manos; mové lentamente la planta hacia arriba y termine de rellenar el hoyo.

Apretá suavemente con el pie o fuertement­e con las manos tratando de comenzar desde el borde hacia el centro. Debés “podar la planta” dejando solamente tres o cuatro yemas en cada rama.

Es muy importante que se cubra totalmente las ramas con tierra de mantillo o arenosa, para evitar que la acción del sol, vientos o heladas, deshidrate­n los tallos y provoque la muerte del rosal.

Una vez que la planta brotó y

estos brotes pasen a ser ramas, se debe descubrir la planta.

Una vez finalizada la plantación, se debe regar abundantem­ente para evitar que queden formadas cámaras de aire entre las raíces y la tierra.

RIEGO Y TIERRA

Los riegos se deben efectuar cuando la tierra se note seca o al menos una vez por semana y en forma abundante para que el agua llegue hasta las raíces. Los riegos deficiente­s debilitará­n la planta, dando flores pequeñas con cortos períodos de floración. La tierra debe mantenerse carpida, evitando las grietas naturales. Deben extirparse los yuyos.

ABONOS

Cuando efectúes la plantación, no coloques ningún tipo de abono en el hoyo, dado que las raíces nuevas son muy débiles y se pueden quemar.

Recién a los quince días de la brotación, podrás aplicar un fertilizan­te nitrogenad­o a la dosis del marbete.

El mismo debe ser colocado sobre la superficie y retirado del tronco. Si el desarrollo se notara débil, repetir la operación al menos una vez por mes durante la primavera y el verano.

Durante el invierno puede aplicarse fertilizan­te químico compuesto (Nitrógeno- Fósforo- Potasio) a dosis indicadas para cada producto. El estiércol es un buen fertilizan­te, debiendo ser fermentado previament­e y aplicado en otoño a una dosis de tres kilos por metro cuadrado.

Desde principios de septiembre el abono deja de ser necesario. De otro modo, la planta seguiría creciendo demasiado tiempo, por lo cual los brotes nuevos no llegarían a ser resistente­s a las heladas antes del invierno. En noviembre o febrero los rosales te agradecerá­n un abono básico o de reserva, por ejemplo, de compost mezclado con estiércol de vaca.

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