#Psyougotthis
Como mujeres hemos recorrido una larga travesía y descubierto que los límites solo viven en la mente de nosotras... La modelo nos da una lección: apuesta sin miedo a ser tú misma
velar por nuestro hogar a ser las mejores en el trabajo. Porque hoy más que nunca, las mujeres son consideradas por ser más competitivas que los hombres: aclaremos que no se trata de una carrera de género, sino de una competencia con nosotras mismas. Ya no se trata de hacer muchas cosas, sino que se trata de hacerlo todo y ejecutarlo de una manera sencilla... Pero perfecta.
Nuestra historia nos recuerda que nos tomó siglos salir de nuestro hogar, así como una serie de circunstancias desafortunadas que nos llevaron a probar nuestro valor como una figura independiente. Nos tomó décadas que el género masculino nos reconociera como su igual. Hoy en día, aún prevalece la culpa de la madre trabajadora, o de las figuras maternas que les dicen a las generaciones más jóvenes que en sus tiempos podían cuidar del trabajo sin descuidar el hogar. Las mujeres siempre hemos luchado contra esa doble moral que nos dice que si no hacemos todo o no lucimos como ciertos cánones marcados, es difícil llegar al éxito. La sociedad desató su ferocidad, a la que respondimos levantando nuestra figura en un mundo competitivo, librando una batalla silenciosa que se extendió hasta nuestros cuerpos, y al que poco a poco estamos aceptando sin ningún reproche. Respetar a todas aquellas mujeres que tenemos cerca es lo que nos hace A maravillosos seres humanos. simple vista parecemos una generación abierta a las posibilidades, pero gran parte de esto se debe a que pasamos por numerosos cambios en estos momentos, uno de ellos es la eliminación de estereotipos estéticos. Hemos recorrido un largo camino al salir de nuestras casas, algo que sin querer nos llevó a conocernos mejor y descubrir que los límites solo viven en la mente. Es así como nuestra industria, una empapada por ideas que se contraponen, no tiene miedo en alzar la voz y decir que una mujer verdaderamente hermosa es bella por dentro y por fuera, ama su cuerpo y no tiene miedo al qué dirán. No se trata de mostrar solo las curvas, sino de abrazar una feminidad poderosamente camaleónica y entender que el verdadero amor empieza por vernos ante el espejo, recordarnos lo extraordinarias que somos. Cada día que nos levantamos a cuestionar el canon ya escrito, alzamos la voz no solo por cada una de nosotras, sino por aquellas que temen hablar y ser criticadas. Quitémonos la venda de los ojos; amémonos simplemente por la diversión que eso conlleva y aceptar que nada está escrito. Abracemos la polifonía de nuestro verdadero poder: ser una mujer que no se deja definir por ninguna clase de ideal. —Claudia Valdez