El secreto del menos es
Más Desde Buenos Aires, la diseñadora Graciela Zito aplica la estética minimalista a su estilo y nos comparte en exclusiva sus claves
Las argentinas siempre han sido un estandarte de elegancia y mesura. En sentido general, ellas parecen tener la más aterrizada consciencia de que andar en las calles de una ciudad opulenta y exultantemente bella requiere, como balance, un sentido del acierto por contraste cuando se trata de la moda. Las porteñas son ese punto de encuentro entre la libertad de una francesa y el sentido de sensualidad elegante de la italiana. Justamente por eso, el funcionalismo de la Bauhaus desemboca en esta ciudad y se trasmuta en la exquisita economía de recursos que caracteriza parte de lo que es el minimalismo.
Una diseñadora, Graciela Zito sabe como nadie cuáles son las claves para lucir esa amalgama perfecta, con aire latinoamericano. “Siempre fui, una gran admiradora de la Bauhaus. ¡Esa época me encanta! Los artistas, pintores, músicos y arquitectos. Las líneas generosas y puras me atraen y antepongo la calidad a todo”, nos comparte la creativa.
Ciertamente, desde su surgimiento, la Bauhaus puso en el radar creativo de varias generaciones el valor de lo funcional y perdurable en la vida cotidiana. Eso
tiene una innegable conexión con la visión pragmática y de perdurabilidad de la era millennial. Para Graciela, tal máxima se traslada también al clóset y acentúa su vigencia en las nuevas generaciones. “En el momento de invertir en mi guardarropas prefiero comprar menos, pero que sea lo de más calidad. Mi filosofía es esa en general, desde al pensar en una colección, hasta al vestirme, escuchar música o cocinar. Siempre, menos y bueno, es mejor que mucho y malo”, sentencia.
Graciela ha cimentado su presencia en la moda a lo largo de tres décadas. Desde su prestigiosa marca, Zito, ella apuesta a las líneas diáfanas, las siluetas confortables, una eficiente —y eficaz— mezcla de texturas y a una elegancia sin excesos patinada de tonos neutros. De muchas maneras, cada propuesta que genera la creadora se presenta como un honesto reflejo de su estética y no como un subterfugio comercial para garantizar el acceso a un nicho de mercado. “Siempre fui muy fiel a lo que me gusta, creo que ese es el secreto y mi respuesta cuando me preguntan sobre qué es el estilo”.
Y, ¿desde cuándo ha sido consciente de esa filosofía? “Cuando era chica y no conseguía la ropa que me gustaba, me compraba un buen género y me lo hacía”. De manera que la trayectoria de esta diseñadora no empieza en una escuela ni con un golpe de fortuna en algún punto de la adultez. Crear es parte de su ADN, como también lo debe ser Buenos Aires.