Sencillez perfeccionada
La maison Cartier y el artista Desi Santiago muestran su colaboración para presentar Juste un Clou and Écrou en la ciudad de Milán
Un americano de nacimiento, pero latino de sangre, corazón y alma. Este es Desi Santiago, el artista visual puertorriqueño elegido por Cartier para su primera presentación durante la aclamada feria de muebles Salone del Mobile en Milán. El joven artista ha visto su estrella brillar tras colaborar con personalidades e importantes marcas tan variadas como Marc Jacobs, Louis Vuitton, Guido Palau, Alexander Mcqueen, Katie Grand, Miguel Androver, Stuart Vevers y Ryan Huffington con quienes ha diseñado desde accesorios, joyería, maniquíes, obras de teatro, desfiles y exhibiciones de museo. Al preguntarle a qué industria considera que pertenece, él mismo se describe como “no dentro del mundo del arte, ni tampoco dentro del mundo de la moda… Siempre llevando una perspectiva foránea para la obra en la que estoy trabajando en ese momento”. Por el momento, su enfoque es la marca francesa Cartier, y el lanzamiento de la colección Juste un Clou and Écrou, en la que le dieron a Santiago carte blanche para interpretar al famoso y reconocido clavo. Y así, como otro extranjero más en el corazón de Milano, nos encontramos con él en el sitio de la exhibición, el célebre Garage Sanremo para platicar sobre esta colaboración. La esencia de la colección Juste un Clou and Écrou es llevar al clavo, un artículo mundano y sencillo, hasta su máxima forma, reinterpretándolo en oro amarillo, oro rosa, oro blanco o cubierto de diamantes pavé. Para presentarlo, el artista decidió utilizar el garaje y el auto, dos objetos de la vida diaria, y darles el mismo trato para su obra. Su primer pensamiento fue, “¿cómo seduzco al participante para sumergirlo totalmente en la obra?” Entramos al espacio y lo primero que nos encontramos es un Corvette C3, creado en los años setenta, al igual que la pulsera Juste un Clou, al fondo del garaje,
elevada y cubierta en oro, como si fuera una escultura en el centro de una plaza atrayendo cada una de las miradas de E todos los que la descubren. l Corvette está derramando su pintura dorada, que se encamina como una serpiente por el piso hasta la entrada del espacio, formando una imponente alberca de oro que nos recibe y lleva hasta el logo de la icónica marca. En una pared vemos el mismo vehículo pero descuartizado, y cada una de sus piezas interpretadas como obras de arte, sumergidas en oro y puestas en exhibición para admirarse como una colección de pinturas en cualquier museo de la famosa ciudad. En el otro está el equipo Cartier, vestidos con jumpsuits rojos y dorados, interactuando con la obra como si fueran empleados del garaje, abriendo y cerrando cajones que nos descubren en sus recovecos todas las variedades de las famosas joyas y el muro iluminado con el icónico clavo. Para terminar, en el techo vemos una cinta transportadora con rines, también cubiertos en pintura dorada, que se recorren por todo el espacio dándole un aspecto robótico a la instalación, pero a su vez simulando pequeños dijes como en una pulsera con gran valor sentimental. Santiago nos relata que creció en un mundo rodeado de joyería; entre mujeres latinoamericanas que entienden, aprecian y disfrutan la belleza e importancia que se le debe dar a estos objetos y el respeto que se le debe tener al arreglo personal. También cree fielmente en el poder de los talismanes y los amuletos, y la superstición que estos conllevan. Su tío fue joyero, y su abuelo a pesar de trabajar en fundidoras, se llevaba el metal sobrante a su casa y con eso diseñaba joyería para su esposa e hijas. Con este background en joyería y tras haber crecido rodeado de esta, Santiago se convirtió en joyero a una tierna edad por fuerza del destino. Y aunque decidió no seguir su carrera artística trabajando en este medio, siempre quedó con la inquietud de que un objeto puede cambiar de importancia, sin cambiar este, sino reinterpretando cómo lo presentamos, todo está en el detalle con el que se elabora y las consideraciones del material con el que se trabaja. Un clavo elaborado en plástico o metal simplemente no es lo mismo que un clavo dorado cubierto cuajado en un pavé de diamantes. Y es aquí cuando entra en vigor su intención de elevar algo sencillo a la máxima perfección. Un simple clavo se vuelve un símbolo de elegancia y lujo, nuestro concepto cambia y lo vemos en una luz totalmente opulenta. —Eugenia González de Henn
No creo que estoy dentro del mundo del arte ni de la moda. Así siempre llevo una perspectiva foránea