VOGUE Latinoamerica

Western futurista

En entrevista exclusiva, Raf Simons nos cuenta por qué todos hablan de su trabajo al frente de Calvin Klein

- Fotógrafo Michael Schwartz Realizació­n Andreas Kokkino

Revalidarl­a vigencia de Calvin Klein como creativo es solo una parte de lo que ha hecho loable la llegada de Raf Simons a la marca que, hace décadas, arrasó como un poderoso huracán a la industria de la moda. Con una de las campañas más sólidas y constantes que se recuerden, el final de los 80 y gran parte de los años 90 se vistió de CK. Consciente de eso, Simons ha traído para el Otoño-invierno 2017 a un Calvin sartorial à la millennial, con siluetas sensuales y plastifica­das, que se dejan abrazar por abrigos y elementos versátiles e inclusivos en cuanto a estética y sentido utilitario. El aire abarcador de esta colección va de lo glamuroso a la fluidez, y de ahí a la transparen­cia del acrílico con la intención de un velado zarpazo futurista.

No por eso el creativo renuncia a sus roces con el minimalism­o, y su apuesta por las líneas diáfanas, simples y limpias que se amoldan al cuerpo femenino, sin forzar nada. Y a todo eso se agregan las alusiones al Oeste norteameri­cano, y sus multiplica­dos y buenos engendros en forma de jeans, piezas de notas marciales y, claro, en la misma senda del fundador de la marca, con un fuerte componente de sensualida­d. Es imposible no echar la mirada a aquellos pantalones en denim extremadam­ente ajustados, que triunfaron muy temprano en la carrera de Calvin, allá por el año 1978. Entonces, el atrevido Klein afirmaba, rotundo, que “los jeans son sexuales: mientras más ajustados los hagas, mucho mejor se venderán”. Casi 40 años después, su seguidor de esta era no solo no le desmiente, sino que refuerza la afirmación con la desnudez

bajo acrílicos y los cortes, en especial en prendas como esos cropped tops muy altos, que dejan ver la base del busto sin temor a escandaliz­ar a nadie a estas alturas.

Macerando la alineación de elegancia urbana de conjuntos de chaqueta a cuadros y listas, y vestidos coctel en rosa pálido, están los atisbos a los uniformes de banda que desfilan en cualquier cuatro de julio y el western wear. La propuesta incluye piezas ornamentad­as con un pastiche que alude a aquella imagen de la actriz Brooke Shields, tomada por Richard Avedon para Calvin Klein Jeans en 1981. Imposible no regresar al efectivo y genial reclamo de la marca en aquellos días. La actriz de Blue Lagoon, dominando Times Square en ropa interior sobre la leyenda: ¿Quieres saber lo que se interpone entre mis Calvin y yo? Nada. De nuevo, se nos proponen los signos alegóricos al Oeste en camisas de cowboy y mantas a la manera de los colonos originales que llegaron a esa zona de América.

Este capítulo que le otorga protagonis­mo al denim y lo enlaza con una indudable feminidad, apela a la historia de la marca y delinea lo que pueden ser sus sendas hacia el mañana. Según la afirmación del propio Raf Simons, refiriéndo­se a su inspiració­n: “Todas estas personas diferentes con estilos y códigos de vestimenta diferentes, significan el futuro, el pasado, el Art Deco, la ciudad, el Oeste americano… Todo eso y nada. No una era, un elemento ni un estilo. Esto se trata de la fusión de diferentes personajes y diferentes clases de individuos, al igual que la propia América. Es la belleza y la emoción únicas de América”.

En cuanto a texturas, se empastan en una misma prenda materiales diferentes en una metáfora visual de lo que debe ser la celebració­n de la diversidad en la vestimenta. La sofisticac­ión de los trajes de sastre, lo cotidiano, el futurismo de la ciencia-ficción, lo urbano y lo rural van juntos en este melting pot estilístic­o que mimetiza lo que es la sociedad de nuestros días.

Cualquier referente es válido aquí: Joan Crawford, John Wayne, Brooke Shields, Sharon Stone, Kylie Jenner o Ruby Rose. El color también está bien meditado. Hay tonalidade­s intensas de azul, rubí, amarillo, naranja y púrpura, como detalles para realzar las transparen­cias, el blanco y lo neutro. Todo en la justa medida. El equilibrio prevalece y, también, se aplica a la manera en que coinciden Calvin Klein y Raf, para no dejar que nada rompa la cadena de organicida­d en el ADN de la firma. Simons ha dado al blanco y domina a todas las bestias del rodeo que es la más complicada, ardua, hermosa y reconforta­nte de las industrias. —José Forteza

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