Una taza inolvidable
De paseo por el eje cafetalero de Colombia, Patrimonio de la Unesco
Tomarse una taza de un buen café colombiano, es un privilegio. Tomársela junto a un colibrí iridiscente y rodeado de matices verdes con un nuevo entendimiento y profundo respeto por el camino que llevó esa taza a tus manos, no tiene precio. Este es uno de los encantos seductores del Eje Cafetero colombiano, denominado Patrimonio Cultural de la UNESCO y, actualmente, el segundo destino turístico más visitado del país. Compuesto por los departamentos de Risaralda, Quindío y Caldas, emprendimos un recorrido de la región con una dinámica agenda creada por Living Trips, el tour operador más destacado de la región.
Comenzamos nuestra andanza en las montañas caldenses, a media hora de la ciudad de Manizales, que además cuenta con un aeropuerto internacional. Los sitios por visitar se han elegido con el propósito de mostrar lo más auténtico e impresionante del territorio. Por ello mismo, nuestra primera parada es en la Finca La Romelia, donde nos recibe su propietario, así como 800 especies de orquídeas, 130 de pájaros y un impresionante horizonte de fondo.
Seguimos a la Hacienda Venecia, también en el departamento de Caldas, donde los dueños de la propiedad invitan a todo aquel que, más allá de cursar en el proceso del café, desee vivir una experiencia en un entorno permeado por tradición, consciencia y serena naturaleza. Para los amantes del deporte en un ambiente ecológico está la Reserva El Cairo, una antigua casa convertida en un hotel sostenible con la grata sorpresa que el riachuelo cristalino, que corre por detrás de ella, se convierte en una cascada. A una corta distancia, el Valle de Cocora se revela con sus largas y delgadas palmeras de cera que contrastadas con el imponente valle montañoso a centímetros del cielo, son el perfecto testimonio del realismo mágico.
El regreso es agridulce, felices de haber conocido una región con encanto único y tristes que no degustaremos de una taza de café más perfecta como la que se toma ahí. —Elena Wright